El sueño del daimon

Capítulo 25. El mensaje de Anahí

Una noche antes de llegar al destino, Yerutí volvió a tener ese mismo sueño del árbol y Marangatú. Sin embargo, había algo diferente en él ya que podía ver a Anahí flotando por los aires y agitando sus brazos, como si estuviese intentando ingresar en un plano diferente al que se situaba en esos momentos.

Yerutí fue hacia ella y extendió sus brazos para intentar atraparla, pero solo atravesó su cuerpo como si fuese un fantasma. Anahí, al encontrarse frente a la daimon, solo le dijo:

  • Vayan al extremo sur de la cordillera de Amambay. Ahí está el guardián de la tierra. Yo “retrasaré” a Pombero lo más que pueda.

Mientras hablaba, el cuerpo de Anahí se fue desvaneciendo más y más. Esto desesperó a Yerutí por lo que, sin dejar de extender sus brazos, le preguntó:

  • ¡Espera! ¿Pero dónde te encuentras? ¡Queremos encontrarte antes de llegar al templo!
  • ¡No hay mucho tiempo! – dijo Anahí - ¡Prioricen la misión! Estoy consciente de que solo quieres garantizar la vida de Arandú, pero estaré bien. Pombero no se atreverá a matarme… aún. Y mi padre… cuando pase ese momento, lo que menos pensará es en hacer daño a tu hermano.

Al decir estas palabras, se desvaneció por completo y el sueño terminó.

Yerutí se levantó bruscamente, aún con los brazos extendidos. Esto asustó a Angapovó, por lo que se acercó a ella y le preguntó qué le sucedía. La joven daimon le contó sobre su pesadilla y el mensaje de Anahí. El daimon salvaje puso una expresión de susto y solo murmuró “el árbol divino”. Cuando Yerutí le preguntó si encontró algún significado en su sueño, éste le respondió:

  • Hay un dicho que dice que el árbol divino “liberará a los daimones de su maldición”, pero siempre creí que solo se trataba de un mito. Aunque… bueno… hasta hace poco creía que los guardianes eran solo leyendas y ahora compartimos cena con ellos.

Lambaré se despertó y ambos daimones le compartieron el sueño. Pero el joven guerrero, en vez de prestar atención a la pesadilla en sí, solo se enfocó en la aparición de Anahí y sus indicaciones para encontrar al próximo guardián.

  • Mi padre me dijo que solo los chamanes experimentados pueden entrar en el sueño de otras personas. Eso quiere decir que… ¡Anahí se ha vuelto fuerte! – explicó Lambaré, mostrando una sonrisa de orgullo que pronto se desvaneció – Pero no la abandonaré solo por “cumplir la misión”. Yo pienso que lo mejor sería que nos dividamos en dos equipos para abarcar el norte y el sur de la cordillera. Mi instinto de guerrero me dice que Anahí debe guiar al Pombero al norte para retrasar su encuentro con Katu. ¡Así mataremos a dos pájaros de un tiro!

Los guardianes comenzaron a despertarse, a excepción de Eireka que todavía seguía en el sueño profundo. Yerutí estuvo a punto de acercarse a ellos para contarle su sueño, cuando Angapovó la detuvo:

  • Mejor esperemos a que nos reunamos todos los guardianes. Todavía no sabemos si terminarán por dejarnos y seguir su propio rumbo.
  • Estoy de acuerdo – dijo Lambaré, en voz baja – Por ahora, solo sigamos nuestro plan.

Todos formaron un círculo para decidir qué harían a continuación. Esta vez, Lambaré tomó la iniciativa explicando su plan y todos lo escucharon atentamente. Cuando terminó, Chapai dijo:

  • Has cambiado, humano. Ahora hablas con sabiduría. Si nos dividimos y recorremos a lo largo de la cordillera, podemos encontrarnos más rápido.
  • ¿Y cómo vamos a distribuirnos? – preguntó Jaimei
  • Puedo ir con cualquiera excepto con Kunumi – dijo Yerutí, recordando aquella vez en que Kunumi la había arropado con su manta cuando se quedó dormida – necesito tener la mente despejada.

Kunumi bajó la cabeza, ya que se puso triste por el segundo rechazo repentino de Yerutí.

  • ¿Y qué tal esto? – intervino Luriel – Yerutí puede ir con Lambaré, Chapai y Eireka hacia el norte, mientras que Angapovó nos puede acompañar a Kunumi, Jaimei y a mí al sur.

Los ojos de Lambaré brillaron momentáneamente de la emoción, ya que él esperaba convencerlos de dirigirse hacia el norte para encontrar a Anahí. Pero nunca creyó que los guardianes, por si solos, tuviesen esa consideración aún sin saber sobre el sueño de Yerutí.

  • Y en caso de que encontremos al guardián o a Anahí, ¿cómo nos comunicaremos? – preguntó Angapovó.
  • Usaremos los chochis de Eireka – respondió Chapai, señalando a una bandada de aves que estaban entre las ramas de unos árboles cercanos. Luego, miró a su querido hermano que seguía durmiendo encima de su regazo y comenzó a acariciarle la cabeza – Bueno, me tocará volver a cargarlo, gracias Luriel por considerar esto.
  • No mimes tanto al albino – dijo Kunumi, mostrando una expresión de fastidio – Yo que tu lo dejaba, para que así aprenda a no dormir demasiado. ¡Es el colmo!
  • Bien. Basta de charlas – interrumpió Jaimei – es hora de dirigirnos a nuestro destino.

Todos se enlistaron y procedieron a dividirse en dos equipos para dirigirse al norte y al sur respectivamente. Si bien el guardián de la tierra era el “más débil” según sus hermanos mayores, el templo al que irían era bastante inaccesible y debían prepararse para cualquier imprevisto.




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