El aire fresco de la noche envolvía a Clara mientras dejaba atrás la Casa de los Susurros. Aunque había logrado formar un vínculo con Valeria y Javier, una sensación de inquietud le acompañaba. Las hojas crujían bajo sus pies, y el viento parecía murmurar advertencias olvidadas. Clara miró hacia atrás, y en la penumbra, la mansión se alzaba como un espectro, sus ventanas vacías como ojos que observaban su partida.
A medida que se alejaban, las sombras de la casa parecían alargarse, como si intentaran aferrarse a ellos. Javier, que caminaba a su lado, rompió el silencio. "¿Crees que realmente hemos dejado atrás todo eso? ¿Qué Valeria está en paz?", preguntó, su voz temblando ligeramente. Clara dudó, sintiendo que algo en el aire había cambiado, como si las últimas palabras de Valeria todavía resonaran en su mente.
"No lo sé", respondió Clara, su corazón latiendo con fuerza. "Pero lo que vivimos allí... No puede quedar sin consecuencias." En ese instante, un escalofrío recorrió su espalda, como si alguien, o algo, estuviera al acecho.
Esa noche, los sueños de Clara se convirtieron en un caos de imágenes. Se encontraba nuevamente en la mansión, sumida en penumbras, donde el eco de los susurros parecía formar frases llenas de advertencias. “Nunca se van por completo”, decía una voz distante. Clara se despertó de golpe, su aliento entrecortado. La luna iluminaba su habitación, pero la sombra en la esquina parecía cobrar vida propia, como un recordatorio de que algunas cosas nunca se olvidan.
A la mañana siguiente, Javier la llamó para proponer una nueva aventura. "Vayamos al lago. El clima está perfecto", sugirió con ilusión, pero Clara se sintió reacia. La última experiencia le había enseñado que no podían huir de su pasado; en cambio, tenían que enfrentarlo. Sin embargo, no quería arruinar la felicidad que él parecía sentir, así que aceptó.
Mientras se dirigían al lago, el ambiente empezó a cambiar. Las nubes se acumularon, cubriendo el sol de una manera que traía un mal presentimiento. Al llegar, el agua estaba inmóvil y oscura, como un espejo negro que reflejaba sus temores. Clara sintió que algo la observaba, un par de ojos invisibles que sembraban dudas en su mente.
Horas pasaron, y cuando decidieron descansar en la orilla, Clara vio un destello en el agua. Un haz de luz, casi como un manojo de estrellas caídas, parecía parpadear desde las profundidades. "Mira eso", dijo ella, pero cuando Javier se volvió, el destello desapareció. Clara sintió un nudo en el estómago; sabía que había algo inquietante en ese lago, algo que conectaba con la historia de Valeria.
La noche volvió a caer, y Clara sintió que la Casa de los Susurros les estaba llamando de nuevo. Era como si la mansión guardara un secreto, y no descansarían hasta que se revelara. Era un juego peligroso, un tira y afloja entre el inicio de un nuevo capítulo y el eco de lo que habían dejado atrás. Con el alma cargada de una mezcla de esperanza y terror, Clara miró a Javier. Una sombra se alzó detrás de ellos, recordándoles que el pasado nunca se aleja del todo, y el verdadero miedo no solo reside en lo desconocido, sino en lo que ya conocen.
Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO
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Editado: 26.10.2024