El Telón De Las Emociones

Capítulo 1 | El Pacto Secreto

¨Querido Diario,

La regué.¨

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El fin de semana pasó rápido. Más rápido de lo que hubiese querido. Montones de tareas que hacer y montones de arrepentimientos sobre la cena del viernes. Pensé en decirle a Diana que me ayudara a encontrar un novio en menos de una semana. Pero la vergüenza me ganó y no comenté nada cuando vino a mi casa el sábado.

El domingo pensé en buscar en línea algún sitio de citas e inclusive busqué en Google novios en renta. Luego me di cuenta de lo estúpido que era y me rendí.

Era tarde para decir que era una broma, no podía humillarme frente a Margaret y Bridgett y darles más motivo de crítica a mis tías. No podía decepcionar a la tía Mara y desilusionar a mamá, la cual había marcado a papá el viernes después de que todas se habían retirado y contarle que su "retoño" tenía su primer novio.

Estaba totalmente acabada. Había cavado mi propia tumba.

Hoy salí de la casa temprano antes de que mamá si quiera despertara. No soportaba sus preguntas sobre mi supuesto novio.

—Le dije al profesor Gonzales que me fue imposible entregar el trabajo hoy porque no tuve tiempo. Le pedí una segunda oportunidad y lo único que obtuve fue un consejo de vida —dijo Diana recargada en el casillero de al lado mientras yo guardaba mis libros — "Debes asumir la responsabilidad personal. No puedes cambiar las circunstancias, las estaciones o el viento, pero puedes cambiarte a ti mismo" —imitó con voz grave —¿qué mierda significa eso?

Reí y la miré de perfil.

—Es una frase de Jim Rohn.

—¿Quién? —me miró extraño. Volví a reír y cerré mi casillero.

—Olvídalo.

—Cómo sea, yo aún tengo una clase más –dijo rodando los ojos. Murmuró un aburrido ¨adiós¨ antes de irse. Cerré el casillero y me dirigí hacia la salida de la escuela para por fin poder ir a casa.

Vi la camioneta de mamá ya estacionada. Cuando me acerqué pude notar que mi tía estaba de copiloto.

—Mierda —susurré.

Me subí atrás para darme cuenta que Margaret estaba sentada del otro lado. Me miraba con esos ojos grandes de gato.

—¿Cómo les fue hoy, chicas? –mamá comenzó a manejar.

—Bien. El profesor de química dijo que mi trabajo fue el mejor —dijo para dejar de mirarme y luego teclear en su celular.

—Como siempre —comentó mi tía orgullosa.

Rodé los ojos mientras veía por la ventana. Pasamos al mall por algo de comida y comimos ahí, no sin antes revisar las tiendas de ropa y algunas de maquillaje. Mi madre salía del probador cuando vi un pantalón que me llamó la atención. Me acerqué para poder verlo mejor.

—No creo que aquí vendan tallas grandes —giré la cabeza para ver a Margaret llegando hacia mi lado y viendo otros pantalones. Sentí un nudo en la garganta. Solté el pantalón y me dediqué a mirar sus movimientos. —Así que tienes novio —dijo rompiendo el silencio. La miré sin saber qué decir pero ella seguía viendo la ropa. Asentí porque por una extraña razón no podía decirlo en voz alta. Me observó de reojo solo unos segundos para luego volver su mirada a su objetivo. Sacó un pantalón de mezclilla un poco acampanado y con una forma que seguro haría lucir la cintura de cualquiera. Excepto la mía. —Si eso dices —murmuró —¿Crees que este se me vea bien? —giró hacia mí y colocó el pantalón sobre su cuerpo.

—Sí.

—Mm —lo miró de nuevo y lo volvió a dejar en donde mismo. Me miró de nuevo y luego se cruzó de brazos. —¿Vas a decirme su nombre o no?

—¿Sabes los días de la semana o no? dije el sábado, no lunes.

—¿Por qué alguien quisiera salir contigo? —ignoró mi comentario. Me giré y me dirigí hacia una colección de blusas. Se puso de nuevo a mi lado.

—¿Por qué tanta insistencia?

—Curiosidad.

Pude ver a mi tía y mi madre a lo lejos yendo a pagar lo que fuera que llevaban en brazos.

—Ya nos vamos —dije y me dirigí rápido hacia ellas antes de que mi prima lanzara otra pregunta.

Así que ya era martes, y aún no tenía un novio que presentar para el sábado. Mis esperanzas cada vez eran más bajas.

Diana y yo salíamos de la cafetería de la escuela cuando un Matthew Harrington salió del gimnasio dando unos fuertes pasos hacia algún lugar. Se veía enojado.

—¿Y a este qué le pasa? –preguntó Diana mientras alzaba su ceja curiosa.

—¿Tal vez siga enojado por lo de ayer?

—No se le veía enojado —murmuró y seguimos con nuestra caminata. Tenía razón, de hecho se le veía comprensivo.

Fue hasta la última clase que me di cuenta que ahora prefería estar en la escuela. Porque en la casa estaba mi madre quien no paraba de hacerme preguntas sobre mi supuesto novio. La excusa del sábado no duraría para siempre. Y yo aún no tengo un maldito novio. Si buscando un novio real no encontraba a nadie ¿qué me hacía pensar que encontraría uno falso?

Cerré el casillero y me dirigí hacia la salida de la escuela para ir a casa.

—¡Eleanor!

Escuché detrás a lo lejos, giré rápido confundida y vi a un chico castaño corriendo hacia mi entre grupos de adolescentes. No. No solo era un chico castaño, era Matthew Harrington, una de las personas que jamás en mi vida pensé que me dirigiría la palabra.

—Hola —dijo ya frente a mí, tomó una respiración y me sonrió. Me quedé en silencio tratando de procesar la situación. ¿En serio me hablaba a mí?

—Hola —contesté luego, aunque sonó más a una pregunta y eso le dio risa. ¿Cómo es que sabe mi nombre?

—Soy Matt.

—Lo sé.

—El profesor Hastings dijo que tú podías ayudarme, me comentó que eres buena dando tutorías.

Bueno, eso respondía un poco mi pregunta.

—¿Por qué el señor Hastings te hablaría de mí? —miré hacia atrás de él y pude ver a mi prima caminar hacia nosotros, venía con su grupo de amigas y parecía bastante confundida al notar que la persona que hablaba conmigo era Matthew Harrington. No la culpaba.

—Bueno...

—Eh, ¿podemos hablar afuera? —le interrumpí —en unos minutos pasan por mi.




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