"Creo sentir, a veces que mi sangre en torrentes huye de mi, en sollozos, como una fuente. Oigo perfectamente su lamento penoso, pero en vano me palpo para encontrar la herida". Charles Baudelaire.
El tiempo transcurre lento mientras espero con mi traje de gala, en el adornado galpón que una vez funcionó como mi estudio. Tengo un vaso con bebida espumosa y un moño azul, me siento ridículo peinado para un costado, pero aquí estoy, esperando a que alguien cruce la puerta.
Es difícil dejar invitaciones en estas épocas, para los viajeros en el tiempo. Sería un suicidio poner en un anuncio sobre esto, porque vendrían a aniquilarme, todo lo relacionado con los viajes en el tiempo ya no es más que parte de nuestra historia, de nuestro pasado. Pero, sin embargo, la esperanza, luego de leer aquel artículo me invadió, me hizo sentir que había una oportunidad. Quizás la clave estaba en experimentos chicos.
Despejé todo el lugar(que de por sí es muy grande) por si muchos entraban. Dudaba si George decía la verdad, después de todo, ¿cómo iba a saber él que no habían maquinas del tiempo? no obstante, no quería averiguarlo, aquellos muebles que adornaban el estudio eran reliquias de mi familia y la suya.
Supuse y supongo que un buen viajero del tiempo tiene que tener una buena instrucción, una buena lectura de coordenadas, así que, en varios puntos puse las coordenadas del galpón. Supuse que nuestro presente podría ser el pasado o el futuro del viajero, así que apelaba a mi buen juicio o quizás, a mi juicio de niño a que algo mágico sucediera.
Pasaron las 20, luego las 22 y nada, nadie venia.
Sentí el tan conocido, dolor por derrota. Tenia esperanzas de ver a alguien, de que vinieran a decirme que así funciona y así poder arreglarlo todo, ver la cara de Richard, y las de ellas...
Pero no, otro fracaso mas.
Mientras levantaba las sillas y las apilaba, me puse a pensar en Lemmos y en su risa.
"Las imposibilidades son imposibles hasta que son efectuadas" decía ante cada fracaso en X.
Lemmos fue un hombre que previamente a estudiar física, fue militar.
Sus años de servicio fueron cinco antes de que su vocación saliera. En efecto yo coincido que tiene que ver con el factor tiempo, yo a mis 15 años pensaba en ser lepidopterista en vez de enlistarme al ejercito.
Siempre habíamos sido muy distintos, pero complementarios. Si bien también era físico cuántico, el se consideraba un dandi y yo me consideraba un nerd. Nuestros gustos eran tan distintos pero se juntaban y se fortalecían en la cuántica y la física.
Por horas debatíamos y debatíamos.
Conocí a Richard en la universidad a los 20 años. Él era la reencarnación de las cosas mas feas de un hombre. Creo que esto era así por las luchas en las que había participado, después de todo Y era un mundo en ebullición a nuestros 20 años.
Yo era inocente, completamente despejado del mundo exterior, solo usaba a la cuántica para liberar la presión de una familia adinerada científica. No sé si fue por ellos, innatamente, que opte por la ciencia por sobre todo, pero la verdad que me parece que sigue un patrón. Las ramas de mi familia no son las que estudié, pero si siguen el patrón universitario y científico, me pregunto si algún día, indirectamente, nos transformaremos en un símil de nuestros padres. Ya no tengo a nadie quien confirme mi teoría y ya ni veo a mis padres como declinar o no, esta teoría.
Nos egresamos en la misma camada y por nuestras notas, nos ofrecieron el puesto para X. Y lo aceptamos, así sin más. La paga era buena, el tiempo era justo y los fines de semas estábamos libres. No entendíamos bien que era, la desesperación por la independencia de nuestras familias hubiera hecho que trabajásemos vendiendo nuestro cuerpo, así que lo tomamos sin chistar.
Luego de un tiempo Lemmos conoció a su mujer, yo la llamaba Mimi, ella pareció mimetizarse con el apodo. Fuimos grandes amigos los tres, ellos se casaron y yo me transformé en padrino, fue allí cuando la vi...
Siento detrás de mi espalda el ruido de la puerta abrirse con un chirrido, miro por encima de mi hombro y veo la figura de un hombre con una mochila. Sigo mirándolo mientras entra en la sala con sus pesadas botas.
-¿Dónde están los aperitivos?.- me dice con una voz ronca.