El Tiempo Inexorable

Capítulo I parte 2

Enrique no le gustaba que lo contrariaran ni que le falten al respeto a su voluntad, es decir, alterando la función primordial de su honra y palabra quebrantando la importancia que tenía para él, dar favor por motivo único y exclusivo de haber recibido otro favor, le calaron hondo esas palabras y decidió dejar a su amigo solo, debido al impacto y la dureza de estas, las cuales el asimiló como subidas de tono. 

Este continuó su rumbo, en el pasillo por donde siguió su curso encontró a Ramiro Fernán, hombre de mediana estatura, usaba bigote y su piel era color morena; era el empleado del aseo que solía hablar con Enrique en sus ratos libres, este le dijo que se abrochara bien las agujetas, Enrique como era de esperarse tras ver que las tenía medio sueltas, lo observó con un gesto de irritabilidad debido a que tenía que llegar a su sitio de trabajo lo antes posible ya que entre una cosa y la otra le estaban haciendo perder su tiempo preciado; de repente, siguiendo con su andada escucha una voz por detrás que le dice “detente” “date la vuelta” fue una alucinación acústica que se escuchó muy vívida y presente pero este no le dio importancia ya que en el hospital yacían los locos desquiciados más temibles de la ciudad, y se acostumbraba a presenciar este tipo de peripecias, este por fin habría de llegar a la oficina, es el momento crucial donde se encuentra con el médico psiquiatra que tenía experiencia en brindarle atención a los pacientes más complicados y de un nivel de locura inquietante.

 —Te he notado un poco distraído últimamente ¿te tomaste la pastilla? —preguntó el médico. 

Enrique con tono sarcástico y un poco para desarticular la obra teatral de sus compañeros aseveró indirectamente y muy poco. 

—¿La de la gripe? Y sí, por supuesto, ya se me quitó, estoy perfectamente. 

El Psiquiatra siguió con su teatro. 

—Te he notado algo diferente desde la última vez que tuvimos cita tú y yo. 

Enrique se quedó pensando en ese momento, no alcanzaba a dimensionar la gravedad del asunto y en el momento no quiso darle más importancia y rodeos, cuando para terminar de completar el pastel entra su mejor amigo y compañero de trabajo con una mirada de desaire y poco delicada, se cercioró de colocarle cerrojo a la puerta. 

Enrique había estado internado en ese hospital por poco más de diez años, pero él tenía la capacidad de escabullirse en las dimensiones paralelas del tiempo inexorable y volver a su hogar el miércoles 31 de enero a las 11:57 del año 2059, en su mente extraordinaria él se imaginaba todos esos pasajes en caravanas no como sueños sino como recuerdos vívidos, pero había un problema para los demás y el resto de los mortales,  esto representaba un bucle real de vivir experiencias de cada quien en particular, es decir que había llegado el momento de la faz de la tierra, la llegada del intempestivo abismo meteorológico del tiempo en bucle infinito sin poder desatarse ni quebrantarse, había llegado el inesperado e inequívoco fin de la humanidad sin consciencia del ser humano racional. 




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