El Tiempo Inexorable

Capítulo tercero parte 2

A los veintiún años tuvo su primera novia de nombre poco usual en las tierras rolas, se llamaba Viví Ana Epiayu, su nombre de origen indígena no exceptuaba la caracterización física alguna, su piel trigueña tirando a morena y su pelo lacio negro, media 1.65 pero era bien parecida de cara, las cuencas de los ojos pronunciadas, siendo estos, color miel claro; era la chica predilecta para él que casi media 1.87 de media, un momento conmovedor suscitó su vocación por la psiquiatría. 

Viví acostumbrada a leer mucho y era entusiasta de algunas ramas y se consideraba empírica de las que más  se le daban con certeza. Viví en aquel momento estaba leyendo un libro muy interesante, Enrique que no había leído sobre el tema le pareció cautivador el encontrarse con un conocimiento nuevo para él, y por el hecho de tener la facilidad de que su novia y futura prometida se lo prestara, consecuentemente Enrique empezó a leerlo y lo primero que dimensionó era la cantidad de cosas analógicas con su ser racional que yacían en aquellas letras, se sintió incluso un poco atemorizado; de hecho cuando lo terminó de leer experimentó una sensación nostálgica que se asemejaba más a una reminiscencia de una experiencia aún no vivida,  pero que con justa causa de la vida y su propio destino, acaecería en su futuro, desde ese momento no supo cuál era su destino que siempre había estandarizado en su mente intelectual y por tanto quedó con cierta desazón. 

Al cabo de un año la pareja tomó la inapelable decisión de contraer nupcias por casamiento católico, fue una boda despampanante, sonaba un redoble de tambores intempestivamente cuando de repente agarrados de la mano caminaron sobre la solemne alfombra roja hasta llegar al altar, se encontraban en aquel recinto los dos padres de ambos:  la hermana mayor de Viví, Amaya y los quince indígenas familiares de Viví entre tíos y primos descendientes del indio mayor Aguara.

En aquel momento contrajeron nupcias dos personas totalmente diferentes pero que se entendían a la perfección, llegaron a complementarse tanto y vivir del uno y del otro que llegó un momento que su primer encuentro lo llegaron a rememorar con particular nostalgia y aprecio. Fue un 12 de abril del año 2041 en una tarde lluviosa, ambos que no se habían cruzado nunca, se sentaron en la cafetería más cercana que tenían en ese momento a tomar un café y abrigarse, Enrique no era de fácil conversación, casi nunca empezaba él sino que prefería esperar a que la otra persona tomara la decisión, desde el momento en que la vio sintió familiaridad y cercanía cómo se la hubiese visto antes, sin embargo ella no tomó la palabra hasta pasados diez minutos de haber llegado al recinto, lo primero que le dijo fue.




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