Capítulo cuarto parte 3

El tiempo para el transcurría a un ritmo muy lento, le daba miedo que de repente tomara actitudes inapropiadas o el simple hecho de sentirse mal, sin embargo, le daba salvedad su enorme imaginación y gran intelecto. Su hijo Rodrigo cursaba quinto de primaria, el cual aún no le era posible la implantación del chip. 

Enrique, a pesar de tener problemas mentales de gran envergadura pudo conseguir en su trabajo por lo bajini un médico que le implantara el chip clandestinamente, la cita fue en agosto de ese mismo año, el chip habría de generar en Enrique la creatividad inconmensurable y sin límite, al cabo del término del procedimiento sintió padecer a sus sentidos de una desproporcionada estimulación, al cabo de algunos instantes este se sentía Superman con un nuevo super poder, el ego le vino encima ya que con justa causa era el ser más cercano a la perfección en cuanto a creatividad, fuerza, lucidez mental y serenidad.

 Al llegar a su casa rompió la puerta con lo que para él le había parecido la mayor delicadeza del mundo, sin embargo, sus entrañas ahora constaban de mayor envergadura, no obstante, esto para el no representaba un problema ya que podía arreglar la puerta en cuestión de minutos. Pasados tres días de encerrarse en su cuarto solo a potenciar su genio y única y exclusivamente leer libros de física, matemática, aritmética, había configurado en su mente según su criterio cómo había sido creado este mundo, y no concebía la existencia de un ente divino que lo hubiese ocasionado todo, más bien se consideraba ateo. Al salir de aquella habitación empezó a ver el mundo como sólo él lo veía, tenía la capacidad de convertir cualquier cosa en algo de utilidad y en el trabajo ni se diga, había encontrado la llave maestra a la sabiduría sin ningún límite, pero esto sumándole también su pasado no preciado habría de ocasionar su perdición material y psíquica.