El tiempo para valorarme.
A medida que va transcurriendo el tiempo, a medida que voy avanzando con él, me hago más la idea y mucho más la certeza de aceptar y confirmar un hecho verídico, el del verdadero valor de las personas, así como cuando nuestros padres nos decían de pequeños, que aprendiéramos a valorar nuestras cosas, pues cuando ya no estén no habrá oportunidad de recuperarlas, y solo allí sabremos cuan valiosas eran. Lo mismo pasa con las personas, con nuestra familia, nuestros amigos… un amor.
Normalmente ocurre a diario, en diferentes partes del mundo, donde miles de parejas, familiares o amigos van perdiendo esa amistad que un día los unió, ese vínculo que los conllevo a ser quien son ahora, y se vuelve realmente triste ver la realidad tan cruel que poco a poco nos toca vivir, en un mundo donde se fue perdiendo el respeto, los principios como ciudadanos y donde lentamente va decayendo el amor.
Así fue en un breve resumen parte de mi vida, donde llegó el momento justo, en el que me canse de esperar algo que no llegaría, algo que no pasaría si no era por mí misma, y justo en ese instante que decidí tirar la toalla y pensar en mi como persona, todo comenzó a cambiar; ¿Pero de qué sirve un cambio cuando la llama ya se apaga?
Nos conocimos cuando yo aún era una adolescente, justo en la gran fiesta de quince años que mis padres me regalaron, ese día en el que luego de un “Hola, mucho gusto” como dos extraños, pasamos a ser los mejores amigos; pasando meses creando o formando la idea de que existía una química, una que sin duda no tenía ni pies ni cabeza, estando consciente que era mayor que yo creí que no importaría, pero todos mis cálculos fallaron pues al parecer siempre tuvo mucha importancia.
Solíamos salir, y en cada salida intentaba demostrar que él era importante para mí, hacerle saber que muy a pesar de la diferencia de edad, de religión, de absolutamente todo, él podía confiar en mí, asegurarme de que supiera que podía ser la mejor amiga, la mejor persona, ¿Pero de que sirvió?
Pasaron los años y me volví mayor de edad; nunca en mi vida había esperado tanto ese día, solo con la esperanza de que luego de tanto tiempo pudiera aceptarme, como muchas veces me lo hizo saber, y cuando por fin nos volvimos a ver, ese día cuando lo tuve tan cerca de mi… no recibí nada, nada… como siempre, tal vez debí esperarlo, suponerlo, pero como dicen – La esperanza es lo último que se pierde – y en ese instante yo la perdí definitivamente.
A veces me pregunto ¿Por qué nos aferramos tanto a una persona que no nos corresponde?
¿Por qué nos olvidamos de querernos a nosotros mismos?
Cuando logre entender eso, había perdido cuatro años de mi vida pensando solo en él, y decidí no perder más tiempo, decidí quererme, apreciarme como nadie más lo había hecho, aceptar cada obstáculo que me colocaba la vida y superarlo para verme cada día más fuerte y plena, tener logros que fueran por mi sudor, por mi esfuerzo, y poder decir ¡Lo logre!
No fue para nada difícil quererme, apreciarme como persona, mucho antes que a los demás; dos años más transcurrieron y mi vida tanto personal como profesional había crecido de la mejor manera, ahora era una persona diferente y con muchos sueños y metas por cumplir… Cuando de pronto apareció.
Esa persona que muchas veces ignoro mi cariño, mi apoyo, todo de mí, ahora pretendía volver, haciéndome creer que se había dado cuenta después de tantos años lo valiosa que era en su vida, y que justo ahora, se arrepentía de no poder estar a mi lado, de no haber apreciado a tiempo a la persona que la vida en su momento le colocó… pero ya era demasiado tarde, el tiempo pasa, sigue avanzando sin detenerse, y recuperar el pasado es imposible.