El Trato

Capítulo I

-como me duele la cabeza- me incorporo en la orilla de la cama -como odio ese maldito timbre - digo entre dientes - ¡ya voy,  ya voy cuanta prisa tienen! - grito mientras me dirijo a la puerta. Al abrirla me encuentro a mi hermana, ella es un poco mas pequeña que yo y muy alegre, pero esta vez su rostro solo refleja preocupación.

-mírate como estas - me dice mientras entra en el departamento - estas echo un asco - dice mientras recorre con la mirada toda la habitación, deteniéndose en una botella de whiski casi bacía en la mesa de centro - ¿has bebido verdad?

-no, esa botella esta rota del fondo, por eso esta  vacía - respondo de forma grosera a mi hermana, no se quien se cree yo soy el mayor de los dos, no debería tratarme como a un niño.

-esta rota, mírame cuando te estoy hablando – dijo mi hermana jalándome del hombro- ¿no ves que esto te hace daño? - en sus ojos se ve una furia incontenible apunto de explotar - no entiendo porque te dejas caer, tu no eras así, tu eras el mas fuerte de la familia.

-me canse de serlo, ya estoy harto de todo esto. Me gustaría desaparecer - el rostro de mi hermana se comenzó a tornar  pálido y su respiración un tanto agitada - siéntate, respira - busco en su bolso sus medicamentos y le doy un par.

-nunca vuelvas a decir eso - me respondió mientras trataba de recobrar el aliento - no sabes como le duele a mamá el verte así, sabemos que desde el accidente te has sentido culpable, pero no es  así, tu no sabias lo que iba a ocurrir ese día - los ojos de mi hermana comenzaron a llenarse de  lágrimas - ya son casi seis meses que estas aquí encerrado, se que no solo es lo que le paso en el accidente, también porque perdiste tus negocios todo por lo que habías luchado. Pero  encerrándote aquí no lograras nada.

-ya no tiene caso, no tengo nada haya fuera por lo cual seguir adelante, lo perdí todo.

-no todo, nos tienes a nosotros - dijo mi hermana mientras me daba un abrazó.

Ella no sabe nada de como me  siento, lo único que necesito es estar solo, así que separé a mi hermana y salí de mi departamento sin decir nada. El señor Carlos,  el encargado del edificio  estaba en la oficina que cumplía como recepción, la cual contaba con dos ventanas una a la calle y otra al pasillo de escaleras que servía de entrada a una segunda planta donde se encontraban los elevadores y un pequeño salón de eventos.

-buenas tardes, ¿como se encuentra hoy? - pregunto don Carlos al verme.

-supongo que bien, sigo respirando - respondí sin mucho interés mientras cerraba la puerta.

Caminé por un par de horas sin rumbo hasta llegar a un pequeño parque ubicado en el centro de la ciudad, el lugar era tranquilo, por lo que decidí quedarme un momento. Sin darme cuenta de donde salió, se acerco a mi una mujer sin quitarme la vista de encima y con paso lento, tal como si fuese una leona asechando a su futura presa.

-es un buen día el de hoy - dijo la mujer con una voz suave - ¿no lo crees?.

-eso creo - respondí, al verla con mas detalle pude notar que sus ojos eran de un color olivo y su piel era  morena.

-claro que seria aun mejor si pasará algo interesante, no se tal vez un accidente le agregaría un poco de adrenalina - comento mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa de lunática - lo malo es que no me dejan divertirme como quisiera - soltó un suspiro mientras se encogía de hombros y se recargaba en el respaldo de la banca.

-tu si que estás loca - le dije con voz nerviosa - ¿como puedes desear algo así? – ella  me miro unos segundos antes de responder.

-no veo que tiene de malo, solo dije que seria divertido - respondió - aparte tu has deseado morir y lo has intentado - dijo en tono burlón – de cierto modo eso es aun peor que un simple comentario.

-¿qui- quien demonios e- eres? - mi voz y manos temblaban - ¿como sabes esas cosas sobre mi? - En su rostro se dibujo de nueva cuenta una sonrisa, aunque esta vez sentía como un frío recorría todo mi cuerpo con tan sólo mirar su rostro. La mujer se acerco a mi oído y con un susurro me dijo.

-no lo creerás aunque te lo diga, pero soy la muerte - soltó una carcajada casi desquiciada.

Sus palabras cayeron sobre mi como un balde de agua  helada, no podía creer lo que esa mujer me decía, en mi mente tan sólo eran palabras de una mujer loca que tal vez se había escapado de un psiquiátrico.

-te dije que no lo creerías - dijo poniéndose de pie frente a mí - así que mientras tengo tu atención te diré porqué estoy aquí. Verás... me he dado cuenta que extrañas mucho a tu prometida - dijo concierto aire de desinterés - así que te propongo un trató. ¿que dices?.

-¿un trato?, Y ¿como que tipo de trato? - pregunte desconfiado y aún con miedo.

-sencillo, te ofrezco la gran oportunidad de salvar a tu prometida, regresando un   par de días antes del accidente que le costo la vida, sin mencionar que podrás arreglar tus negocios – mencionó.

-y ¿que pides a cambio?, todo trato tiene un precio y siendo honestos si tu eres quien dices ser no cr




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