El trono de Inglaterra

6. Plan

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Salte al balcón entrando a la habitación sin ser detectada por ninguna cámara del lugar, la puerta que daba al balcón estaba abiertas con las cortinas blancas ondeando. Entre en silencio viéndolo a Quasimodo puberto de espaldas a mí con su espalda desnuda dejándome ver sus lunares, solo tenía puesto el pantalón de pijamas y una toalla en el cuello con el cabello húmedo tomando una taza de té cerca de su escritorio.

Verlo me trajo antiguos recuerdos en donde me hacía suya. Dios Eva este no es el momento. Sé que tienes mucho tiempo sin tener sexo, pero créeme, este no es el momento para tener pensamientos impuros.

—Te acabas de salvar de la paliza de tu vida imbécil—dije y lo vi dar un brinco en su sitio por el susto.

Escupió todo lo que tenía en la boca empezando a toser algo descontrolado.

Giro su cabeza para mirarme sorprendido—casi me matas del susto...—dice llevándose una mano al corazón aun tosiendo.

Rodé los ojos tomando su teléfono del escritorio tecleando su contraseña buscando a Dani entre sus contactos.

— ¿Cómo sabes mi contraseña?—pregunta mirándome curioso.

Alce la vista mirándolo si hablaba en serio— ¿Ya te dije cuántas veces cagas al día?

Giro la cabeza algo avergonzado. Le escribí a Dani para que viniera, le entregue el teléfono y camine hacia el mueble individual sentándome cruzando las piernas.

No me preocuparía si Isabel vendría, los dos tenían habitaciones separadas y solo compartían la misma cuando trataban de buscar al heredero. Sonreí, siempre me pareció gracioso el hecho de que culparan a Quasimodo de que era algo estéril cuando evidentemente él no lo era, lo que si era, era un auténtico, fotocopiadora.

No entendía por qué ella le echaba la culpa de ser estéril, eso se sabría más adelante, ahora no era el momento de eso. La puerta se abrió dejando ver a un Dani soñoliento se sorprendió al verme sentada en el mueble.

— ¿Qué haces aquí?—pregunta.

—El imbécil tenía razón—dije mirando a Quasimodo—estaba en Rusia en el momento que paso todo.

Me miro feliz— ¡¿Viste?! ¡Te lo dije!—exclama aplaudiendo— ¡Lose! ¡De haberlo sabido antes me divorcio de inmediato y no estaría viviendo este infierno ahora!

—Lose y ya sé por qué no te enteraste de nada—dije cruzándome de brazos.

— ¿Cómo?—preguntan los dos sentándose en el mueble viéndome atentamente.

—Lo que voy a decir tiene que quedar entre los tres, ya que esto es serio lo que está pasando—ambos asintieron y les conté lo que había descubierto.

—Esa maldita perra...—susurra Dani poniéndose de pie frustrado pasándose una mano por el cabello—nunca me cayó bien, pero no creí que fuera capaz de hacer tal cosa.

El único que no reacciono, al menos violentamente como Dani que empezaba a romper todo lo que tenía enfrente fue el Quasimodo. Se quedó tranquilo mirando al suelo con las manos juntas cubriendo su boca, había visto esa mirada antes y sé que no significaba nada bueno.

Suspire mirando los troncos siendo consumido por el fuego en la chimenea, Dani se calmó sentándose en el suelo con la respiración algo pesada. Los tres nos quedamos en silencio, cada uno sumergido en sus pensamientos hasta que Luchian habla mirándome atentamente.

—Tengo un plan.

~*~

La miraba sonreír y hablar con todos muy tranquilamente como si nada pasaba, quería matarla. Matarla aquí mismo y ahora, pero no podía, uno la perra sabía dónde estaban mis hijos y dos, Quasimodo me había prohibido todo intento de asesinato hacia ella, no hasta llevar a cabo el plan.

Suspire, recuérdalo Eva, todo es por tus hijos y nada más. Ya tendrás la oportunidad de mandar al otro lado a esta perra mal nacida.

Desvié la mirada hacia otra parte, como el mundo aún no sabía de lo que estaba pasando, las fiestas, reuniones y deberes del rey y la reina seguir igual como si nada pasaba. Todos debían fingir que todo estaba bien cuando no era así.

Ahora mismo me encontraba mirando por las cámaras cerciorándome de que no pasara nada que comprometiera la seguridad de la familia real en el evento de beneficencia para los niños pobres de la ciudad.

—Estoy cansado...—murmura Abraham—tengo hambre y sueño.

Se había quedado conmigo vigilando todo desde un edificio cerca del lugar de donde se desarrollaba la fiesta.

—Que lastima — dije acomodándome en mi asiento dejando de ver la pantalla— estaremos aquí por un buen rato.

Me mira con disgusto— Lose, no me lo recuerdes—mira por la pantalla—míralos—dice señalando a los presentes—desperdiciando la comida y uno aquí siego por el hambre.

Me reí—no estoy siega por el hambre—dije mirándolo.

Chasquea la lengua—como sea—dice cerrando los ojos.

Le di una leve patada en el muslo— ¿Te he dado permiso para dormir acaso?—dije alzando una ceja viéndolo sentarse rectamente en la silla pestañeando varias veces.

—Si, si lo siento—dice pasando ambas manos por su cara fijando la vista a la pantalla de nuevo. Yo también hago lo mismo.

Nada nuevo pasó, solo veía al guardia que siempre estaba con la reina Isabel y está siendo feliz hablando con los invitados mientras que Luchian la miraba de veces en cuando con ganas de estrangularla, aunque sabía ocultar sus emociones perfectamente, pero yo sabía lo que ocultaba detrás de esa mirada desinteresada.




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