El trono de sombras eternas

Capítulo 2: Ecos del Pasado

Kaelion avanzó por las calles desiertas, el eco de sus pasos resonando como tamborileo en el silencio de la noche. La sensación de que algo lo seguía era imposible de ignorar. Por cada sombra que se movía en los muros de piedra, su mente construía figuras grotescas que lo acechaban. Pero cuando se volvía, no había nada.

El espejo pesaba más en su bolsa que cualquier otro botín que hubiera robado antes. La fría escritura que había aparecido en su superficie seguía brillando, como si estuviera grabada en su mente tanto como en el cristal, No era solo el peso físico; había algo en él que parecía anclarlo al suelo, como si cada paso lo arrastrara más cerca de un abismo invisible. Las palabras que habían aparecido en su superficie seguían brillando en su mente tanto como en el cristal: “Todo comienza aquí.”

Se refugió en su escondite, un desvencijado altillo sobre una tienda abandonada, y encendió una vela. La llama tembló, proyectando sombras irregulares en las paredes. Kaelion sacó el espejo y lo examinó de cerca. Las palabras parecían retorcerse cuando las miraba directamente, como si no quisieran ser descifradas.

Kaelion sacó el espejo y lo examinó de cerca. Las palabras parecían retorcerse cuando las miraba directamente, como si no quisieran ser descifradas. El borde negro del cristal parecía consumir la luz, atrayéndola hacia un vacío impenetrable.

—¿Qué demonios eres?— susurró, sin esperar una respuesta.

Para su sorpresa, la superficie del espejo se agitó como agua bajo la lluvia. Un nuevo mensaje comenzó a formarse, grabado en letras que parecían hechas de pura sombra: “Busca a la guardiana del Crepúsculo.”

Kaelion frunció el ceño. Había oído historias de los Guardianes del Crepúsculo, figuras míticas que protegían secretos antiguos. Nadie sabía si eran reales o leyendas. Pero si lo eran, ¿por qué este artefacto lo guiaría hacia ellos?

Antes de que pudiera reflexionar más, un ruido en la calle lo sacó de sus pensamientos. Unos pasos apresurados y el sonido de una voz lejana, apenas audible. Se apresuró a apagar la vela y observó desde la ventana. Tres figuras encapuchadas avanzaban por la calle, deteniéndose justo frente a su escondite.

—Sabemos que está aquí—dijo una de las figuras, una mujer con voz firme.

Kaelion sintió que la sangre se le helaba. Quienquiera que fueran, no venían en son de paz. Apretó el espejo contra su pecho, sabiendo que huir no era una opción. Las sombras parecían rodearlo de nuevo, y por primera vez, pensó que tal vez no estaba solo.

El destino ya había empezado a escribir su historia, y Kaelion estaba atrapado en sus líneas.

Con el espejo aún caliente contra su pecho, tanteó su daga, listo para luchar si era necesario. Pero en su interior sabía que no podía enfrentar a tres. Estaba atrapado, y las sombras parecían estrecharse a su alrededor.

—No tiene sentido ocultarse, Kaelion —dijo otra voz, masculina y fría como el acero.

El ladrón contuvo el aliento. ¿Cómo sabían su nombre? ¿Qué querían con él? Una voz, distinta de las que venían de la calle, susurró en su mente:

“Elige bien tus aliados, o serás consumido.”

Las palabras resonaron con tal intensidad que soltó el espejo, que cayó al suelo con un sonido seco. Antes de que las figuras pudieran entrar, Kaelion recordó la visión del bosque. Había algo allí que lo llamaba, algo que podría darle respuestas.

—Muy bien —susurró para sí mismo, recogiendo el espejo y ajustándose la capa.

A través de una pequeña trampilla en el suelo, escapó al callejón trasero. Pero mientras corría, supo que no estaba huyendo. Estaba siguiendo un destino que ya lo había reclamado.



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En el texto hay: fantasia, traicion

Editado: 02.01.2025

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