––– ¡hay...! ahora ¿dónde estoy? ––– dije, mientas miraba a mi alrededor.
Era un lugar extraño, el césped estaba seco y un poco más adelante solo había tierra, de alguna manera me encontré con un hoyo de gran tamaño, en donde se podía percibir cosas en sus adentros, pero no se veía nada claramente. Me acerque a la orilla y de repente, se dependió el suelo en donde me encontraba, haciéndome caer dentro del hoyo.
Cuando me di cuenta estaba rodeado de cosas. No era basura exactamente, habían juguetes, pinturas, coches, sabanas y cosas que tuve en algún momento, también habían libros de todo tipo, fotos, papeles todas cosas que no utilizaba. Este lugar parecía un foso del olvido, porque cada cosa que encontraba fue en algún momento algo en mi vida.
Me pare y fui recorriendo el lugar, mientras me encontraba con recuerdos del pasado, mi oso de peluche de cuando tenía cinco años, mi capa de invisibilidad. Pero de repente me encontré con un gran multo de cosas, que se movió y salió una criatura, la cual vi y grite, eso hizo que el también gritara, y estábamos gritando mutuamente hasta que no vimos movimientos hostiles, y nos callamos.
––– holita.
––– ¿holita? ––– Dije.
––– ¡eres otro desechado!
––– ¿desechado? Oye de que estas hablado.
––– si estas en el foso del olvido, es que ya te olvidaron o ¿no?
––– no yo caí aquí sin querer, el suelo se desmorono y ahora estoy aquí.
––– uhm... bien ¡pero veo que no eres una silueta!
––– mmm... no. y tu ¿quién eres?
––– mi nombre es... ¡Félix!
––– y la pregunta mejor dicho es ¿que eres?
––– soy una mezcla de gato, lobo y y oso. Soy un ¡GALOSO!
––– vaya que combinación... y ¿qué haces aquí?
––– lo que hacemos todas las cosas que caen al foso ser olvidados.
De repente vinieron a mí, recuerdos de mi infancia.
––– Félix... Félix... Félix...
––– ¿qué pasa?
––– vamos a jugar, a las escondidas ¿sí?
––– claro... cuenta.
––– uno, dos, tres, cuatro... cinco, seis, siete, mmm... ocho, nueve y diez aya voy...
––– ¡...!
––– ¡hijo, ven nos vamos!
––– ¡pero máma!
––– ¡VA-MO-NOS! ––– dijo mi madre mientras me tomaba del brazo.
Desde ese momento no volví a ver a Félix, lo olvide por completo era mi amigo imaginario y era la combinación de los animales que me gustaban, y el nombre se lo coloque por un personaje de un juego. Lo cree porque todavía no tenía un amigo hasta ese mismo día que lo conocí. Félix desapareció de mi vida.
––– y... ¿cuánto tiempo llevas en este lugar?
––– no sé, años... pero ¿porque la pregunta? ––– dijo Félix, mientras se rascaba la cabeza
––– no por nada, solo curiosidad.
––– sabes cómo puedo salir de aquí.
––– no creo que se pueda salir, ya que ninguna cosa o persona ha salido de este lugar desde que estoy aquí.
––– Pero no te has imaginado una salida.
––– ninguna, a menos que te recuerden de alguna manera.
––– recuerde... eh... tendré que escalar. ––– dije, señalando la pared.
––– bien. Buena suerte con eso. ––– dijo Félix, y se sentó el en suelo para observarme.
En realidad no tenía idea de cómo subir y solo intente buscar cosas filosas para poder subir. Al principio ni llegaba a ningún lado, pero luego fui subiendo. Pero caía y Félix, me agarraba entre sus suaves manos.
––– ¡gracias...! ––– le dije a Félix, mientras me sostenía entre sus manos. ––– me puedes bajar.
––– ah... si. Claro.
––– Este lugar se desmorona de nada.
––– así ha sido desde siempre, ya que solo es un agujero en donde las cosas desaparecen de la memoria.
––– sí, pero... no importa.
Seguí intentando subir, pero no hacía nada.
––– uhh... ¿en dónde puedo encontrar una salida de este lugar?
––– pero en realidad, para que quieres salir.
––– quiero encontrar algo que perdí. ––– dije y puse mi ano en mi pecho.
––– y ¿qué es eso?
––– ¡a mí!
––– chico eso es un poco ridículo, tu estas aquí. Siento que eso es un pensamiento de los budistas.
––– ¿cómo sabes que son los budistas?