Se escuchaban gritos y voces desquiciadas, que provenían del edificio. Mientras me
acerca aparecieron siluetas por las ventanas iluminadas. Se veían personas con
cuernos, colas y extremidades que no son de un ser humano.
––– ¡buenas...! ––– toque la puerta principal.
Pero nadie salió a recibirme, y la puerta se abrió ligeramente sin ningún esfuerzo, y
entre ya que podía hacerlo. Al estar adentro, me fije claramente en la alfombra roja que
cubría el suelo, también los altos techos que eran iluminados por telarañas de cristal, y
además las paredes de madera de acacia.
Todo era muy tranquilo o era lo creía en ese momentos.
––– auxilio me desmayo, ah-h-h-h-h. ––– dijo un hombre rosado que paso por el
pasillo, y se lazo al suelo.
––– y así el diablo se metió el dedo... Y murió analmente. ––– le estaba diciendo un
hombre en silla de ruedas con cuernos y ojos rojos a una silueta que empujaba la silla
––– no me toques, que me derrito... un-m-m. ––– se escuchó desde una planta
superior.
Habían pasado en un instante estas personas delante de mí, y en donde me encontraba
parecía a recepción del lugar. Había un gran pasillo delante de mí y a los lados estaban
dos pasillos y en cada uno de ellos había un par de habitaciones. A mi lado derecho
estaba un meso grande con una computadora, y una silueta que la estaba usando.
Pase de ella, pero me vio y me dice.
––– ¡llegas tarde! ––– dijo mientras tecleaba en la computadora.
––– Ah... ¿qué?
––– ¡que llegas tarde! tu uniforme esta al fondo cuarto de empleados, póntelo y sube al
segundo piso habitación 19. Ok. ––– y me señalo el pasillo.
––– ok. ––– dije sin poder negarme.
Fui al cuarto de empleados y abrí la puerta, y era una habitación parecida a un cuarto
de descanso, había una cafetera, una nevera, tasas de cristal, un microondas, una mesa
grande y un sillón. También había un armario, al cual me acerque y había varios
uniformes, y tome uno y me lo puse, revise la nevera y tenía en su interior jugos de
empaque, sándwiches, frutas variadas, y algún que otro dulce.
Tome un chocolate y me senté un momento, después me levante y Salí del cuarto y me
fui por el gran pasillo que apenas tenía dos habitaciones y al final estaba una escalera
de caracol por la que subí.
Estaba delante de la habitación 19 tenía una sensación de miedo o algo así. Esos gritos
podían provenir es esta planta y de esta habitación. Pero igualmente entre.
La puerta rechino, como si le faltara aceite. Y pase, había una cama, una mesita al lado
de esta y un armario de los antiguos de madera, pero en lo que no me había fijado era
que al lado de la puerta estaba un tipo, con una camisa de fuerza, una máscara bozal,
sus piernas estaban encadenadas y estaba encima de carretilla.
––– hola... ¿cómo estás?
––– mmm... ––– murmuro entre el bozal.
Me asusto un poco, en verdad pero ya solo fue al inicio. Le quite el bozal para poder
dialogar mejor con él.
––– ¿quién eres?
––– ¡blaoriiejipjefimiojedkpk!
––– ¿qué?
––– perdón. Ajan, ajan, aján ––– tocio levemente.
––– ¿puedes hablar?
––– claro, como todos en este lugar. No pareces un trabajador.
––– no, no lo soy en realidad, solo estoy de paso. Ohm... ¿en qué lugar estamos? por
cierto.
––– en el manicomio de demonios, en donde que castran todas las malévolas ratas del
odio, rencor, e ira.
––– y tú eres un demonio ¿no?
––– claro que lo soy no ves mis afilados cuernos, esta mirada penetrante y roja, y mi
sed de venganza.
––– no. en realidad no lo veo.
––– se ve que no eres una silueta común, puedo ver ese brillo de plata que te define de
las demás. ¿Quién eres?
––– no lo sé, ósea si se quién soy pero no soy lo que era, por eso quiero encontrar eso
que está perdido, para volver a ser quien era ósea, yo, o lo que fui. Y así no ser lo que
soy, para ser yo mismo y eso mismo soy.
––– entonces ¿que eres ahora mismo?
––– algo roto. La sombra de mi existencia.
––– mmm... tu existencia es tu vida. Si tu cuerpo y alma no están en perfecta armonía
todo se derrumbara y lo que eres se verá afectado por ello.
––– espera... ¿cómo sabes eso?
––– ¿cómo saber que...?
––– ¡lo que acabas de decir!
––– ¡yo no he dicho nada! ––– seguidamente se sonrió y saco la lengua. ––– tres tristes
tigres comen trigo en un trigal. Pablito clavo un clavito en la casa de su amiguito y se
dio en el dedito.
––– ahora no te vayas a hacer el loco, hace rato me dijiste que necesito cuerpo y alma
para un equilibrio ¿no?
––– yo... ––– dijo sarcásticamente.
––– ah... ––– suspire. ––– ¿qué hago?
––– ¡cambio de turno! ––– dijo una silueta con el mismo uniforme, que entro en la
habitación.
––– ¿Qué? ¡Cambio, de, turno! ¡Dale, dale, dale! ––– dijo la silueta mientras aplaudía.
Me saco a la fuerza del cuarto y me quede en el pasillo observando la puerta por unos
instantes. Hasta que escuche un grito.
––– ¡quién te quito tu bozal!
De allí me fui corriendo hasta el cuarto de los empleados, en donde me senté con un
sándwich en la mano y una cajita de jugo en la otra. Entro una silueta y sentó a mi
lado.
––– duro... ¿no?
––– si... ah, ¿con quién estas tú?
––– con el de la habitación 26, en monseñor de la sangre... es muy frio. Y ¿tu?
––– con el de la 19.
––– ah, el chico demonio de las lenguas.
––– ¿porque lo llaman así?
––– porque, tiene momentos de lucidez, no le hagas caso a lo pueda decir, si fuiste
curiosos en quitarle el bozal. ––– hizo con el dedo índice círculos para dar a entender
que estaba loco.
––– ¿cómo lo sabes?
––– escuche gritando a un compañero y tú estabas allí, quien más puede ser.
––– ah bueno, pero no le digas a nadie...
––– tranquilo no le diré a nadie. ––– me guiño el ojo. ––– entonces estabas charlando
con 19.
––– si... se podría decir.
––– pero menos mal que estas bien y no le desamarraste las manos...
––– ¿porque? ––– dije extrañado.
––– él es, el más peligroso de todo el manicomio. Si sueltas sus manos, sentirás sus
filosas garras atravesando tu suave piel. Y detrás del estará el monseñor de la sangre.
––– sí, no lo sabía pero, cuando estuve con él, lo vi como una persona normal.
––– debió estar todo ese tiempo de lucidez. Porque normalmente, tiene una mirada
penetrante y esta descontrolado, por eso está amarrado y el bozal es para que no
muerda ni haga tanto ruido...
–––Ah con razón... ––– y me di en la cabeza un suave golpe.
––– si todos los demonios en este lugar son un total peligro. Pero algunos son
inofensivos.
––– enserio.
––– si un 15% de todos los que están en este lugar. ––– dijo mientras hacia el cálculo
mentalmente.
––– oh, que estimación tan baja. Pero ¿tú te sientes a gusto con esto que haces...?
––– si claro, es lo que he hecho desde que tengo memoria. A decir verdad no recuerdo
hacer otra cosa que no hubiera sido trabajar en este lugar.
––– ¡de verdad!
––– sí.
––– al menos ¿has intentado salir de aquí?
––– no, nunca se me ha pasado por cabeza hacer eso.
––– pero ¿estás bien?
––– sí, claro. Un momento con la oreja puesta en la habitación 12 y dejo de pensar eso...
––– ¿la habitación 12?
––– sí. No me digas que no conoces al payaso.
––– ¿no?
––– ven conmigo. ––– me tomo de la mano y salimos del cuarto del empleados.
Nos pusimos detrás de la puerta, y no quedamos escuchando.
––– cariño sabes algo.
––– que mi amor.
––– quiero vivir a tu lado.
––– ah, el vecino está vendiendo su casa.
––– ja, ja, aj, ja, ja, ja ja-a-a-a
Era cierto había un demonio que contaba chistes así mismos y se reía de ellos. Yo me
estaba riendo en silencio junto a la silueta.
––– rosita.
––– si máma.
––– me haces el favor de bajar el pollo.
––– claro máma.
––– ¡ROSITA! ––– grito.
––– si máma.
––– que hace el pollo en el suelo.
––– tú me dijiste que lo bajara.
––– ja, ja, ja, ja ja, ja, aj.
Me moría de risa y sin querer se me salió una risita. Y la puerta en la que estábamos
escuchando se abrió y caímos dentro de la habitación, pero cuando me di cuenta estaba
cayendo en un vació solo. Aparecieron telas blancas y cordones largos a mí alrededor
hasta que caí en uno de ellos, era pegajoso y se asimilaba a la seda. Hasta que me di
cuenta de que era telarañas.