MADDISON
Pasar mi fin de semana limpiando y pintando la escuela, sin duda alguna no estaba en mis planes en lo absoluto.
Llevamos dos horas "limpiando", si a eso es le podía llamar limpiar, porque hemos estado sentados en una mesa de la cafetería desde que se fue el director. Al principio el director solo quería castigar a los gemelos, sin embargo, como todos somos buenos amigos de que, si cae uno los otros también, nos culpamos a nosotros por lo que el director se tentó tantito el corazón (a pesar de las cosas que le dijo Larry el día que nos llamó) y en vez de suspendernos, solo nos puso este castigo de limpiar la escuela y pintar las paredes que quedaron dañadas por el fuego, que en realidad si fueron muchas.
Ahora estamos desayunando... otra vez. Los gemelos antes de que llegaran pasaron a comprar un pastel de chocolate increíblemente grande como para solo cuatro personas, pero como tengo amigos muy tragones y yo también lo soy, solo nos queda una rebanada que todos tenemos la intención de comer. Mis ojos pasan a los tres chicos que tengo enfrente y cada uno se mira entre sí como si fuéramos un depredador que se quiere quedar con la presa solo para él.
En el instante en que los veo distraídos será el momento perfecto para arrebatarles el pastel sobrante que todos anhelamos comer, se preguntarán y ¿por qué no lo comparten? Simplemente, no se nos ha ocurrido la magnífica idea. Pero no sé los dejaré.
Estiro mi mano con velocidad, tomando la rebanada sobrante del pastel que es tan suave y esponjosa que me dan más ganas de comérmela en ese preciso momento, salgo corriendo en dirección a las escaleras que me llevan a la planta de arriba lo más rápido que mis pies me permiten y escucho los gritos a mi espalda, pero por ningún motivo me detengo.
—¡Regresa aquí, pequeña ladrona! —los escucho gritar en sintonía.
Los ignoré y apreté mis pasos para ir más rápido mientras le daba unas cuantas mordidas al pedazo de pastel. En unas cuantas ocasiones el pastel se embadurnó en distintos lugares de mi rostro, pero si quería seguir corriendo y comer al mismo tiempo, tenía que tomar riesgos. Al llegar a la segunda planta entro al primer salón que encuentro abierto que es la biblioteca. Me hace muy feliz ver tantos libros, las enormes estanterías y el olor a libro invade todo el lugar. Hago todo mi esfuerzo por no ir a la sección de libros juveniles y ponerme a leer. Busco con mi mirada en dónde puedo esconderme, y en cuanto encuentro mi lugar corro hasta llegar al mostrador para esconderme en la parte de atrás, donde una señora muy amable siempre nos atiende y revisa los libros que nos llevamos o entregamos.
Mi respiración es un asco, pero aun así sigo comiendo el pastel, aprieto el trozo de pastel e intento controlar un poco mi respiración mientras trago con un poco de dificultad, intento mojar lo que más pueda el pastel con mi saliva y la necesidad de tomar agua se hicieron presente. Nunca en mi vida pensé que esto pasaría y honestamente ni siquiera pensaba que llegaría tan lejos, pero lo hice y eso es admirable.
Un aplauso para mí.
Apoyo mi cabeza contra la madera al instante en que pongo el torso de mi mano debajo de mi nariz porque me dieron unas ganas inmensas de estornudar, la cual es una muy mala idea si tienes la boca llenada de comida y unos chicos te están buscando para arrebatarte el último pedazo de pastel, pobre de mí.
—¡Vamos, sal, Madd, quiero pastel! —Pidió Larry.
Es admirable en la forma en que puedo llegar a identificar las voces de mis amigos, a pesar de que la de Luke y Larry sean casi iguales. No por nada llevo diez años siendo su amiga, y si en todos estos años no fuera capaz de identificar sus voces, entonces había fracasado como su amiga.
—Sabemos que estás aquí, Patitas Cortas. Comparte un poco de pastel con tu súper hiperultra mejor amigo, sin ofender —oigo sus pasos por todo el lugar, seguramente debe de estarse quemando el cerebro para averiguar en cuál lugar podré estar escondida.
Claro que no iba a salir. Observo el trozo que aún me queda y, sin pensarlo dos veces, lo introduzco a la boca, mastico casi con la boca abierta, ya que el trozo todavía era bastante grande como para mi pequeña boca. Me detengo por un momento cuando mi mandíbula se cansa de masticar tanto y mis mejillas duelen por las estiradas que están.
Cierro mis ojos saboreando el chocolate amargo, con esfuerzo trago otro pedazo y al momento en que abro los ojos me encuentro con un rostro bastante conocido. Mi cabeza se golpea con la madera al instante en que intento retroceder.
—Te encontré —habló y por mi parte me limito a sobar la parte golpeada.
Pongo una de mis manos sobre el pecho intentando calmarme al percatarme de que era Luke, quien me miraba con pura diversión en sus ojos verdes y yo estaba a punto de morir asfixiada por culpa del pastel. Me ayudó a levantarme, pero mis pasos eran ridículamente pequeños, no quería llegar con los demás. En cuanto llegamos con los dos chicos, ambos se me quedaron viendo con expresión de burla, pues aun mis mejillas estaban como si fuera una ardilla que se había metido todas las nueces de una.
—Yo quería pastel —protestó Larry, me pincha las mejillas y comienza a hacer el sonido de una ardilla que estaba comiendo sus nueces.
Ya no aguanté más y escupí todo lo que quedaba del pastel en las palmas de mis manos. Ver eso fue asqueroso, pero los chicos hicieron como si esto fuera de todos los días. Me habían visto hacer cosas peores.
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Editado: 16.01.2025