El Último Aliento (regresa el 25 de febrero)

11. Una cita prevista.

CONAN

Las voces nada discretas llegan a mis oídos, muevo un poco el cuerpo intentando que Sue quedara cubierta por el mío, pero ese simple movimiento provoca que las personas quieran atravesar el grueso cristal. Toco dos veces la pantalla del móvil y al ver que eran las cinco y media, suspiro.

Tengo una hora para salir de aquí.

Este domingo ni siquiera tenía ganas de salir, pero ahora me encontraba en un lujoso restaurante japonés. De solo pensar en las cosas que accedo a hacer solo por mis amigos, me comienza a preocupar. Estaba aquí para nuestra supuesta primera cita y espero que sea la última.

En estas vacaciones me la encontré y nos volvimos mucho más cercanos, pero eso no significa que sienta algo realmente por ella. Cuando me contó sobre su maravillosa idea de márquetin para su nueva colección, me negué rotundamente; sin embargo, me convenció con algo que realmente deseo.

Pero se suponía que solo estaríamos nosotros, los dos solos, sin ningún tipo de compañía; sin embargo, las personas que estaban afuera del establecimiento nos miraban con expectativa como si estuvieran viendo la mejor serie de su vida. Eso me comenzaban a incomodar. Sin importar las advertencias y las consecuencias que vivían, ellos siempre me seguían los jodidos pasos.

Sin disimulo alguno, le acomodo la gorra que le había colocado una hora atrás para que sus ojos quedaran debajo de ella, pero Sue acomoda su cabello en forma que beneficiara sus orejas para que los lujosos pendientes salieran en las fotografías que nos tomaban. Mis ojos captan el movimiento de un hombre que permanecía a unos cuantos metros de distancia de nosotros, mientras que con su cámara nos apuntaba y ni siquiera intentaba ocultarlo.

En los términos que acordamos, ella jamás habló sobre los periodistas, solamente me dijo que un amigo cercano a ella nos tomaría unas cuantas fotos y posteriormente las publicaría en alguna red social bajo un anonimato para generar más interés en nosotros. Su inteligencia puede ser algo cruel, toma a las personas que están en el medio y las cuales pueden atraer muchas más que estén interesadas para después venderles un producto. Mueve su cabeza de un lado a otro intentando verme, pero antes de que sus ojos pudieran hacer contacto visual con los míos, me apresuro a tomar su bolso junto con mi móvil y me pongo de pie al momento en que la tomo de la muñeca con cuidado.

Ya estuve el suficiente tiempo para generar público e interés. Seguramente mañana saldremos en la portada de alguna revista en la cual encabezo muy seguido junto con mis amigos. Al momento en que mi cerebro comienza a trabajar, me detengo. Madd. No le dije absolutamente nada sobre esto, no le comenté sobre la nueva amistad que había establecido con Sue. Madd ni siquiera sabía que era cercano a ella. Me golpeo mentalmente y el corazón se me encoge dentro del pecho.

Mierda.

Estoy seguro de que verá más pronto las fotografías antes de que pueda llegar a su casa para explicarle todo esto. Esta noche se lleva a cabo una de las tantas cenas que hace su familia cada mes para que todos se reúnan y ella me ha pedido que la acompañara y por supuesto que había accedido, pero aún no entiendo por qué no le conté sobre lo que iba a hacer antes de llegar con ella.

—¿Sucede algo? —Pregunta, pero simplemente niego y sigo caminando.

—Debiste de haber escogido un lugar más privado.

Después le reprocharía todas las cosas que hizo sin mi consentimiento. Sue asiente antes de deshacerse de mi agarre para entrelazar nuestras manos; sus dedos me presionan con un poco de fuerza. Sus dos guardaespaldas se apresuran a colocarse a nuestros lados cuando abro la puerta y las personas comienzan a gritar nuestros nombres mientras que los flashes nos daban en el rostro. Rone se encarga de empujar a un par de personas que intentaban acercarse más y antes de que alguien pudiera siquiera poner su mano sobre alguna parte del cuerpo de Sue me apresuré para abrirle la puerta del copiloto. Ella entró de inmediato.

—Fuera de mi camino —le digo a un hombre que estaba enfrente del Mercedes Benz de Sue. En cuanto estoy adentro, presiono con fuerza el claxon y, sin importarme si se movía o no, encendí el motor y puse en marcha el auto.

—Es un asco todo esto —pronuncia. Me detengo en un semáforo en rojo y le quito la gorra, acomodo la cinta y la pongo a la medida de mi cabeza, veo que se pasa sus manos por su cabello acomodando los pequeños cabellos que se le alzaron—. Puede que haya subestimado toda la popularidad que tienes en el medio.

—¿En serio? ¿No será por eso que me elegiste para promocionar tus nuevas joyas, Sue? —Intento mantener el enojo bajo control, sin cuidado alguno me coloco de nuevo la gorra y al sentirla un poco apretada, la aflojo—. Se supone que iba a ser tu supuesto amigo quien nos tomaría las fotografías, no que irían un montón de paparazzi al lugar de nuestro encuentro

La pelirroja intenta ocultar su sonrisa antes de enrollar ambos brazos en mi brazo derecho. Acelero al ver el color verde. Mi pulgar roza consecutivamente el volante aterciopelado y por un momento mi mente viaja a recuerdos lejanos.

—Quizás y quería aprovechar al máximo todo esto.

Dicho eso, aleja sus brazos dejándome nuevamente libre, se devuelve a su lugar y se queda contemplando lo que hay enfrente de ella. Sus comisuras se elevan en una sonrisa ante los pensamientos que está teniendo.




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