El Último Aliento (regresa el 25 de febrero)

08. El móvil

MADDISON

Conan está completamente loco. Realmente es un maldito loco.

Me sigo moviendo entre sus brazos para que me dejara libre, pero su agarre se mantiene firme sobre mi cintura, que estoy casi al cien por ciento segura de que sus manos quedaran marcadas en la piel expuesta por la ropa de ejercicio.

—Puedes devolverme el móvil, por favor.

Continúo protestando, pero mis palabras parecieron ser rechazadas por sus oídos porque no hizo ni un solo movimiento para dármelo de vuelta. Me molesta demasiado cuando se mete en ese papel, siempre debo de mantener cuidado con todo lo que hago y más si eso involucra a otro chico que esté fuera de nuestro círculo social.

Él cree que yo me doy cuenta cuando aleja a absolutamente todo de mí, ya sean chicas que quieren tener, aunque sea una conversación o chicos que estén interesados en mí. Nunca me queje sobre ello, porque realmente no me molestaba, pero ahora estoy viendo los problemas que eso me está generando ahora.

No conozco al chico, y estoy muy segura de que él tampoco a mí.

—No te lo devolveré hasta que seas amable —cada una de sus palabras parecían pequeñas advertencias de que, si no hacía lo que él quería, probablemente jamás recupere el aparato.

Pongo mis ojos en blanco, cansada por todo esto, quiero salir del agua e irme directamente a casa. El ejercicio que hice con ellos me agotó lo suficiente como para dormir doce horas seguidas sin ninguna necesidad de despertar en medio de la noche para tomar agua.

—Estoy siendo lo suficientemente amable, así que devuélvemelo.

Mi ceño se frunció al sentir una descarga eléctrica al momento en que una de sus manos se deslizó hasta llegar a mi cadera. Coloco las manos sobre sus hombros anchos para impulsarme con fuerza para intentar por lo menos hundirlo y huir. Pero mi plan sale demasiado mal.

Mis manos resbalan haciendo que mi frente golpeara el puente de su nariz. Me alejo de inmediato al escucharlo quejarse, pero sus manos siguen en la misma posición sin importar el golpe.

—Te lo devolveré si prometes que bloquearás a este sujeto.

Su voz se vuelve sombría y por un momento accedo a todo lo que me dice. Meneo un poco la cabeza a ambos lados, negándome a lo que ha dicho. No hice nada malo y el chico que me mandó la solicitud tampoco. Conan sigue a más de mil personas y entre esas se encuentran chicas que suben fotografías enseñando casi todo y no por eso le diré que deje de seguirlas. Si a él le gustan, está bien, entonces, ¿por qué no me puede dejar en paz?

—Conan, ni siquiera lo conozco. No sé quién es, ni nada sobre su vida —intento que la claridad deslumbre en su cerebro, pero eso lo hace enojar más.

—Por eso mismo te lo estoy diciendo. No sabes nada sobre él, pero muy probablemente él sí sepa quién eres tú. No quiero sonar como un maldito controlador y mucho menos ser un amigo celoso, pero me preocupo mucho por tu seguridad —se detiene un momento, se relame los labios, e inconscientemente mis ojos van hacia esa zona, me toma un segundo devolver mis ojos a los suyos que seguían tirando bolas de fuego—. Puede ser un anciano, el cual se robó las imágenes de una aplicación.

Me detengo al momento en que sus labios se presionan en mi nariz. Una calidez recorre todo mi cuerpo hasta posicionarse en la zona en la que aún permanecen sus manos. El corazón me comienza a latir con frenesí y su voz se cuela en mi cabeza.

«No quiero empezar a verte como algo más…»

«Sabes que como novio puedo ser un idiota…»

La piel se me eriza al recordar eso, quizá y se suponía que debía de estar dormida, pero al momento en que me colocó en mi cama, todos mis sentidos despertaron y cuando escuché su voz preferí seguir fingiendo estar dormida para que continuara hablando. Al escucharlo decir esas palabras, todo el cuerpo me dejó de funcionar, y esos sentimientos florecieron en el interior de mis entrañas, provocando que mi débil corazón diera un vuelco dentro de mi pecho. En ese momento quería rodarme entre sus brazos y besar…

Sé que estoy confundiendo las cosas y que mi cabeza interpretó todo al revés; sin embargo, eso me dio una pizca de esperanza. Porque yo sí quería que me comenzara a ver como algo más, pero eso estaba muy lejos de suceder. Prefiere mantenerme a su lado como una amiga antes de estropear todos los años que llevamos como amigos, y en el fondo lo entiendo.

Pero, ¿cómo le digo a mi corazón que esa persona simplemente es cálido y amoroso porque es nuestro amigo? ¿Cómo le explico que sus ojos jamás estarán sobre los nuestros y nos verá con un amor distinto? ¿Cómo le hago entender que ese chico jamás no amara de la misma forma en que ya lo hacemos nosotras?

Las lágrimas pican en mis ojos, muevo mi cabeza al ver que otro beso se aproximaba ahora en mi mejilla. Continúo protestando por ser libre, pero el corazón me late tan rápido que siento que me falta el aire. Me sostengo con fuerza de sus hombros; sin embargo, todos mis intentos fallan. Quiero respirar, necesito respirar, pero por más que me esfuerzo por hacer eso, el aire se niega a llenar mis pulmones.

—No… pue… puedo res… respirar.

Llevo una mano a mi pecho empuñando el top deportivo con fuerza, abro mi boca y cuando siento que me voy a desmayar un rostro distinto se posiciona a mi lado. Sus manos toman mi rostro con gentileza, observo como sus labios se mueven, pero ningún sonido llega a mis oídos. Las lágrimas me queman las mejillas al instante en que caen.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.