MADDISON
Nuestro “primer” día de escuela.
Después de tantos días trabajando en este lugar para que quedara impecable, mi pecho se llena de orgullo al ver que no quedo tan mal. Las paredes están pintadas de un color azul marino de forma uniforme y pareja, los casilleros tienen pintura plateada que reluce con la luz blanca del pasillo que se desliza por todo el bordo del techo. Realmente quedo genial, teniendo en cuanto que lo hicimos nosotros.
Este día fuera mucho mejor si hubiera podido dormir, aunque fuera diez minutos. Toda la noche me la pasé dando vueltas en la cama, después de que papá llevara a Luke a su casa y nosotros dos nos regresáramos a su casa para descansar después de esa espantosa “cena” no fui capaz de pegar un ojo. En mi cabeza rondaban demasiadas cosas como para tener un lindo sueño.
Parpadeé un par de veces para centrarme en mi camino y que esta vez no me golpeé con algún muro que se me cruce enfrente. Los pensamientos hacen mucho más ruido que las voces alegres o incluso gritos que daban los alumnos por regresar a la escuela después de una semana más de vacaciones.
El recuerdo de Conan junto con su novia no abandona mi mente y eso me molesta. Ni siquiera sé lo que pasó anoche, me sigue causando conflicto su comportamiento tan agresivo y no soy capaz de entender por qué se enfadó tanto por el simple hecho de verme con Luke. Somos amigos, por supuesto que podemos salir nosotros dos solos sin necesidad de que seamos cuatro.
En más de una ocasión, Luke me ha acompañado a alguna librería y esos días solemos par por un helado en espacial cuando es verano, y Conan lo sabe. Entonces, ¿por qué se enfadó tanto?
Más y más pensamientos poco servibles me invaden la cabeza, haciéndome cuestionar absolutamente todo. Mis ojos ven una gran multitud enfrente del pizarrón en donde dan todas las noticias del día, desde los horarios hasta noticias sobre algunos alumnos que tienen problemas y son llevados a dirección. Al director le encanta exponer a todo alumno que tenga un comportamiento malo, según para que el alumno sienta vergüenza y cambien, pero eso no tiene mucha eficacia.
Me adentro entre la multitud de adolescentes que se quejan sobre sus respectivos salones y horarios. Al llegar al enfrente, mi corazón escala por mi garganta al ver que me cambiaron de aula y ahora pertenezco al grupo trescientos cuatro, cuando antes formaba parte del trescientos dos junto con los chicos. Con un poco de miedo y desesperación busco el nombre de alguno de mis amigos, pero al ver que ningún nombre ni apellido corresponde a ellos, siento que el mundo sé que cae encima.
No puede ser esto posible. Nunca nos hemos separado. Esto debe de ser un completo error.
Retengo la respiración mientras pongo mi dedo sobre la lista y lo deslizo pasando nombre por nombre como si me hubiera equivocado, pero no. Ellos no pertenecían a mi ahora grupo. Mis ojos se van a las otras listas y al checar que a la única que han cambiado de salón de clases, mi alma abandona mi cuerpo por completo.
¿Por qué me separaron de ellos? ¿Por qué me excluyeron de mi grupo?
Leo el nombre de la chica que me sustituyó y eso era lo último que necesitaba.
Scarlett Martínez.
Suelto el aire y siento cómo me quema el cuerpo por dentro, salgo de entre la multitud y voy directamente a la oficina del director. Estos cambios deben de ser notificados con antelación. Aunque sea el director de esta escuela, no puede hacer y deshacer lo que quiera a su gusto.
Con pasos firmes y fuertes marco mi recorrido. Al llegar a recepción me encuentro con Margot, que estaba acomodando unos papeles. Sigue, tal y como la recuerdo, su impecable ropa formal sin ninguna arruga, su cabello castaño con mechas con ondas en las puntas y sus lentes blancos en forma de gato. Creo que este año cumple treinta y cinco, si no mal recuerdo.
—Buenos días, Margot —saludo con amabilidad, a pesar de mi enojo—. ¿Está el director?
Le pregunto con apuración, mis ojos se van a la puerta café que tiene una placa dorada con el nombre de: Antonio Bennett, el cual es el nombre que lleva nuestro supuesto director. Mi pie golpea el piso al momento en que devuelvo mi mirada a Margot, que sigue colocando las carpetas en orden de color.
—Se encuentra en su oficina; sin embargo, está ocupado con alguien.
Sus ojos avellana se detienen instantáneamente en mí antes de subir la mirada para ver algo por encima de mi cabeza. Mis ojos persiguen los suyos y, antes de que le preguntara qué era lo que veía, una chica alta y esbelta sale del interior de la oficina del director, toda enfurecida.
—¡Fantastique! —Le grita al directo antes de cerrar con fuerza la puerta.
Mi corazón late con violencia dentro del pecho al oír esa palabra en francés. Hace mucho que no escuchaba a alguien hablar ese idioma que no fuera mi madre o Thierry. ¿Ella es francesa? Mis ojos la siguen hasta que se pierde de mi vista. Incluso molesta luce elegante con su caminata.
—Ahora ya está libre —me informa de una mera divertida.
Asiento, no muy convencida, si es que el director no se encuentra de un buen humor, seré yo la que tenga que lidiar con ello. Tomo una profunda inhalación antes de dar dos pequeños toques con mis nudillos, espero pacientemente a que me permita el acceso. Al oír su voz, agarro la manija de la puerta y, sin pensarlo más, me adentro a ese lugar.
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Editado: 10.02.2025