MADDISON
Conan me trajo a las gradas para que me pudiera contar absolutamente sobre su supuesta relación con Sue Hamilton, que resultó ser una simple farsa para ayudarla a promocionar su nueva joyería que está a la venta ahora mismo o muy probablemente ya la haya acabado con todo ese plan que creo.
El receso no es tan largo como me gustaría, y llevamos más de quince minutos aquí, en los que se la ha pasado excusándose o poniendo cualquier cosa de por medio. Desde que llegamos no he pronunciado ni una sola palabra y él se ha encargado de hablar. Un par de veces el estómago me gruñe pidiéndome comida, por lo que presiono mis manos en la barriga para hacerlos callar.
Continúo escuchando todo lo que me está diciendo, pero mientras más sigue hablando, más me molesto.
Sigo sin entender por qué no me pudo contar todo eso desde un principio. ¿Por qué da la impresión de que debe de andar con pies de plomo cuando se trata de mí? ¿Qué le costaba decírmelo? Niego con la cabeza eliminando todos esos pensamientos y recargo mis codos sobre mis rodillas, intentando concentrarme de nuevo en él, pero mi atención se va a las personas que juegan en el extenso campo de futbol, su voz es casi como un molesto murmullo a la lejanía que trata de penetrarme los oídos para llegar a mi cerebro y arruinarme todo. Con todo el control que tengo en mi cuerpo, me enderezo y obligo a mis ojos a verlo.
Oculto una mueca cuando otro gruñido sale de mi estómago, pareciera como si se estuvieran agarrando a golpes.
—Por eso lo hice, no quería molestarte, sé que ya tienes bastantes cosas por las que preocuparte —concluye su extenso discurso, sin mucha emoción, asiento.
Escuché la mayor parte de todo eso, pero sigo dolida porque absolutamente todos sabían sobre eso, incluso personas ajenas a nosotros ya lo sabían mientras que yo no estaba enterada de nada. Con un poco de dolor, coloco una sonrisa en mi rostro y hablo con voz dulce como usualmente lo hago.
—Para la próxima debes de contarme todo, prefiero saber la verdad de tu boca a tener que saberla por medio de otras personas. Eso es molesto.
Por un momento vacila, pero mueve su cabeza en asentimiento ante lo que he dicho. Sus ojos repasan todo mi rostro como si intentaran encontrar algún tipo de secreto que estuviera ocultando. Entierro mis uñas en mis muslos al percatarme de que mi corazón inicia a latir con más ritmo.
—Si eso es todo, deberíamos de volver con los chicos —le digo, me pongo de pie antes de que pueda escuchar los desbocados latidos que está dando mi corazón en el interior.
—Espera —me toma de la muñeca deteniéndome, con cuidado me da la vuelta para quedar frente a frente, subo un poco mi cabeza y me arrepiento enseguida—. Jamás haré algo que te lastime, patitas cortas.
Dicho eso, me atrae hacia él y me rodea el cuerpo con sus brazos. La sangre que corre por mis venas se calienta, retengo la respiración por unos cuantos instantes, pero al sentir que los pulmones ardían, vuelvo a respirar, inhalando su colonia.
LUKE
—¿Por qué Conan se tiene que complicar la vida? —Me dice Larry. Le doy una mordida al sándwich al momento en que me encojo de hombros—. ¿Cuándo será el día en que no se meta en problemas? Si tanto le teme que la pequeña lo ignore o que en todo caso haga algo demasiado estúpido y se pierda esa amistad de años, ¿por qué simplemente no decirle todo? Se supone que a Conan no le gustan los secretos, pero de nosotros cuatro, él es el que más tiene secretos en su vida.
Escucho con atención las cosas que está diciendo Larry.
—Primero le oculta lo de Sue y estoy seguro de que también le ocultara lo que hizo hoy.
Frunzo el ceño ante lo dicho. Recargo mis codos sobre la mesa y me inclino hacia enfrente para que todas las palabras que estaban saliendo de su boca llegaran perfectamente a mis oídos sin ningún tipo de distorsión.
—¿Por qué los hombres mienten? —Me rasco la nariz por lo que dice—. Conan no sabe lo que es que alguien te rompa el corazón, pero si lo hubiera experimentado alguna vez en su vida, puedo asegurar que nunca haría nada de lo que hace.
Intento unir todos los hilos que están desperdigados en el aire, pero me es imposible. Algo que no me gusta de mi hermano, es que cuando habla, te mete como cinco temas completamente diferentes en una sola conversación. Siempre logro unir los puntos, pero ahora estoy demasiado perdido.
Secretos. Corazón roto. Mentiras. Conan.
—Explícame lo que estás diciendo, Larry, porque no te entiendo ni un carajo.
—Pronto habrá mucho drama y rupturas. Solo espéralo —con eso, empuja la silla en donde se encontraba sentado y se pone de pie—. ¿Puedes decirle a papá que firme los permisos? Gracias.
Meneo la cabeza e intento sujetarme de lo que sea por el repentino cambio de tema, abro la boca para decirle que me dijera lo que intentaba decirme entre líneas, pero Larry se apresura a irse dejándome solo. Veo el permiso sobre la mesa y con rapidez lo tomo para guardarlo en la carpeta que tengo en la mochila.
Me estremezco al sentir que alguien me golpea el hombro izquierdo, subo la mirada y me encuentro con uno de los amigos de mi hermano. La confusión se borra de mi rostro para darle paso a una sonrisa media.
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Editado: 10.02.2025