El inicio del fin.

El laboratorio GENSYS es conocido como uno de los más seguros del mundo. En sus instalaciones se experimenta con nuevas variantes de virus débiles, buscando aumentar su potencia. El director Richard Fischer, un prodigioso científico graduado con summa cum laude en la Universidad de Oxford, está a punto de realizar una prueba crucial.

Fischer está preparando el ensayo del SXL.01, una versión fortificada de la gripe común, con un ARN más complejo y una capacidad de mutación rápida. La prueba se llevará a cabo en un condado cercano y completamente aislado, conocido como (...), Este lugar es uno de los más grandes, cerrado e incomunicado, con un estimado de 500 habitantes, ideal para el experimento, cuyo nombre en clave es "Águila de Oro".

La prueba del SXL.01 está programada para el 15 de agosto de 1995 a las 10:00 AM.

14 de agosto de 1995, 12:00 AM

En el laboratorio GENSYS, la noche está cargada de expectativa y tensión. En una sala de reuniones, iluminada tenuemente por luces fluorescentes, se escucha música jazz suave en el fondo. Los instrumentos de John Coltrane llenan el aire con melodías que intentan suavizar la atmósfera cargada de nerviosismo. El sonido distante de maquinaria y conversaciones apagadas contribuye a la ambientación.

Richard Fischer, con una taza de café en la mano, observa los gráficos proyectados en la pantalla mientras espera la llegada de su equipo. Luis, Pedro, Mark y Oscar, sus colaboradores más cercanos, entran uno tras otro, saludándose con un cansado pero cordial "buenas noches".

Fischer toma la palabra, su voz firme pero cargada de una ligera tensión. "Estamos a menos de 48 horas del experimento Águila de Oro. El SXL.01 está listo, pero necesitamos asegurarnos de que todas las variables estén controladas".

Luis, un virólogo de mediana edad, revisa sus notas. "Hemos verificado la integridad del contenedor y el sistema de monitoreo en (...). Todo parece estar en orden, pero quiero sugerir una revisión final del protocolo de emergencia".

Pedro, un joven bioinformático, asiente mientras manipula su computadora portátil. "Las simulaciones indican que el virus debe comportarse como esperamos, pero la capacidad de mutación rápida del SXL.01 sigue siendo un factor impredecible. Hemos reforzado los algoritmos para rastrear cualquier cambio genético en tiempo real".

Mark, el encargado de la logística, agrega: "El suministro de equipo de protección y los kits de diagnóstico están listos y distribuidos en puntos estratégicos. Los habitantes de (...) han sido informados de un supuesto simulacro de emergencia médica".

Oscar, el médico encargado de la salud pública, interviene. "Es crucial que mantengamos la calma y la confidencialidad. Cualquier filtración podría llevar al pánico antes de tiempo".

La conversación continúa durante horas, con cada miembro del equipo aportando su experiencia y conocimientos. A medida que la noche avanza, la música jazz sigue acompañando sus discusiones, proporcionando un telón de fondo relajante pero constante. A las 2:00 AM, tras revisar todos los detalles y posibles contingencias, el equipo decide tomar un breve descanso antes de la jornada decisiva.

Fischer se queda solo en la sala, mirando la proyección del SXL.01 y reflexionando sobre las posibles consecuencias. Sabe que están a punto de cruzar una línea peligrosa, pero también entiende la importancia de sus investigaciones. Con un suspiro, apaga la pantalla y se dirige a su oficina, sabiendo que el destino de 500 personas, y potencialmente del mundo, pende de un hilo.

14 de agosto de 1995, 2:15 AM

La sala de reuniones está vacía ahora. Las luces fluorescentes parpadean ligeramente, añadiendo un aire inquietante al ambiente. La música jazz ha sido reemplazada por el suave zumbido de las máquinas y el susurro de la ventilación.

Carlos, el limpiador con traje antibiólogico, entra con su carrito de limpieza. Su traje hace ruido al moverse, y el sonido de su escoba al barrer el suelo resuena en la sala vacía. Mientras trabaja, el estrés de sus problemas económicos pesa en su mente. Piensa en las facturas acumuladas y en cómo su salario apenas cubre los gastos de su familia.

Se detiene un momento, saca una moneda de su bolsillo y la introduce en la máquina de bebidas. El sonido metálico de la lata cayendo le saca una breve sonrisa. Carlos abre la lata, el silbido del gas al escapar rompe el silencio momentáneamente. Luego, conecta su reproductor de música y pone su canción favorita "Wonderwall" de Oasis. La música llena el aire mientras Carlos sigue con su tarea, sus pensamientos perdidos en una mezcla de letras y preocupaciones financieras.

"Maldición," murmura para sí mismo, "ojalá pudiera encontrar un trabajo mejor. Esto apenas paga las cuentas."

Con su tarjeta de acceso, Carlos desliza para entrar en cada sección del laboratorio, limpiando meticulosamente cada rincón. La rutina le da un extraño consuelo, aunque la monotonía de la tarea le permite seguir rumiando sus problemas.

En una de las secciones, accidentalmente derriba dos frascos de una mesa de trabajo. El sonido del vidrio rompiéndose es abrupto y estridente. Carlos se congela por un momento, su corazón late rápidamente mientras observa el líquido derramado. Uno de los frascos es el SXL.01 y el otro el 54LM, un virus mucho más resistente y parte de la familia de los coronavirus.

"Diablos," susurra nerviosamente. "Si el jefe se entera de esto, estoy muerto."

Con cuidado, recoge los frascos rotos, pero en su apuro y confusión, coloca de forma equivocada las etiquetas. El SXL.01 recibe la etiqueta del 54LM y viceversa. Sin saber la magnitud de su error, Carlos limpia el líquido derramado lo mejor que puede y desecha los restos en el contenedor de bioseguridad.

Mientras termina su trabajo, la ansiedad le golpea de nuevo. "Espero que nadie se dé cuenta. No puedo perder este trabajo, no ahora." Su mente sigue dándole vueltas a las facturas y al pago de la renta.