Tras el inquietante encuentro con el cuervo blanco, Elián vuelve a la aldea llena de preguntas. Sin embargo, la atmósfera en Morin se siente pesada, casi como si los aldeanos también percibieran que algo oscuro se avecina.
En la plaza del pueblo, se encuentra con la anciana Mirela, la curandera local y sabia de la aldea, quien observa sus gestos tensos y percibe que ha visto algo fuera de lo común. Con voz temblorosa, Elián le cuenta sobre el cuervo herido y el extraño susurro que escuchó en su mente. Mirela, después de un largo silencio, decide contarle una historia antigua, una leyenda que los ancianos evitan mencionar pero que ella considera esencial que Elian conozca ahora.
Mirela lo lleva a su cabaña y comienza a relatar la historia de la "Profecía del Cuervo Blanco".
Extracto del Capítulo 2: La Profecía del CuervoLa cabaña de Mirela siempre había tenido un aire de misterio, con hierbas secándose en el techo y estantes llenos de frascos con pociones y raíces de aspecto extraño. Aquella tarde, cuando Elián se adentró en el lugar, notó que el aire era denso, cargado de un olor dulce y picante que le hizo sentir una especie de vértigo. Se sentó frente a Mirela, quien, con sus ojos entrecerrados, observaba cada uno de sus movimientos, como si intentara descifrar algo oculto en él.
—Dime, ¿qué viste? —preguntó finalmente la anciana, con una voz grave y baja que parecía resonar en las paredes de la cabaña.
Elián vaciló. No estaba seguro de cómo expresar lo que había experimentado en el bosque, pero las palabras fluían de sus labios casi sin pensar.
—Un cuervo... pero no era ningún cuervo. Era blanco y estaba herida. Pero había algo en él... algo extraño, algo en su mirada que me hablaba. Sentí que me advertía de algo, aunque no sé exactamente de qué. Decía palabras sobre sombras y destino…
La expresión de Mirela se volvió sombría, y por un instante, Elian creyó ver en sus ojos un destello de miedo. La anciana guardó silencio por un momento antes de asentir lentamente, como si las piezas de un rompecabezas finalmente se acomodaran en su mente.
—Hace mucho tiempo, antes de que tú o yo naciéramos, existía una leyenda sobre un cuervo blanco —comenzó a decir Mirela, su voz llenándose de solemnidad—. No es una criatura común; es un símbolo. Dicen que el cuerpo blanco aparece solo en tiempos de gran oscuridad, cuando una sombra antigua amenaza con consumir todo a su paso. La última vez que un cuervo así fue visto, nuestro pueblo apenas comenzó, y los ancestros se enfrentaron a la llegada de una fuerza oscura que casi destruyó estas tierras.
Elian escuchaba atentamente, sus ojos fijos en los movimientos de Mirela mientras hablaba. La anciana tomó un viejo libro, cubierto de polvo y de hojas amarillentas, que extrajo de un cofre bajo su cama. Abrí el libro en una página específica y se lo mostró. En ella había un dibujo: un cuervo blanco rodeado de figuras fantasmales y sombras que parecían salir de un abismo.
—Esta profecía —continuó Mirela— habla de un "Espíritu Errante", una entidad atrapada entre este mundo y el siguiente. Dicen que este espíritu es un ser vengativo, condenado por sus propios actos y atrapado en una especie de limbo. Cuando el cuervo blanco aparece, es una advertencia de que el espíritu intenta regresar a este mundo.
Elian sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras miraba el dibujo en el libro. Las figuras espectrales parecían moverse bajo la luz de la vela, como si estuvieran esperando a ser liberadas. La idea de que algo así pudiera estar relacionado con el cuervo que había visto lo llenaba de una profunda inquietud.
—Crees que este cuervo blanco está aquí por eso? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Por algo oscuro que quiere volver?
Mirela escuchó lentamente.
—No es una coincidencia que te hayas encontrado a ti. Las leyendas dicen que solo aquellos con un vínculo particular pueden ver al cuervo y entender su mensaje. Los ancestros lo llamaban el "Heraldo de la Noche". Se dice que el cuervo busca a alguien que pueda sellar el espíritu, un alma valiente que esté dispuesta a enfrentarse a las sombras.
Las palabras de Mirela Calaron Hondo en Elián, llenándolo de una mezcla de miedo y responsabilidad. Por un instante, no deseó haber salido al bosque esa mañana, deseó no haber visto al cuervo y poder seguir su vida como siempre. Pero la realidad era distinta. Aquella visión, aquel canto oscuro, había marcado su destino de una manera que aún no comprendía.
— ¿Y cómo se puede detener algo así? —preguntó finalmente, con la voz apenas un susurro.
Mirela cerró el libro y lo miró fijamente.
—Aún no lo sé, pero temo que el tiempo para descubrirlo se está acabando. Esta noche, en el bosque, encenderé una fogata y convocaré a los espíritus de nuestros ancestros. Tal vez, ellos puedan darnos alguna respuesta.
Elian ascendió, y aunque el miedo seguía latiendo en su pecho, una chispa de determinación comenzó a formarse en su interior. Sabía que debía asistir a ese ritual, enfrentarse a lo desconocido junto a Mirela, y encontrar una manera de proteger a su aldea de la oscuridad que parecía al acecho.