Estaban todos reunidos alrededor del mamut que yacía inmóvil, era una bestia enorme, cubierta de pelo, unos colmillos del tamaño de un hombre y unos ojos negros tan oscuros como las profundidades de Tamaruk. Talan no podía dejar de mirar en esos ojos un terror absoluto, era exactamente igual a la de Karp después de que se estrellara contra el suelo, sin embargo, no se sentía igual, la muerte de su compañero estuvo cargada de dolor y aflicción, en cambio, ahora se sentía en el ambiente una victoria, como si todo estuviera en su lugar correcto, ellos como cazadores y la presa como sacrificio. Aunque se resistió, cumplió con su rol en el mundo y cedió ante ellos. Para todos estaba bien, excepto para Talan. El no veía la diferencia entre la muerte de los dos.
-El viento guarda su nombre – dijo el líder Abrax solemnemente y todos desenvainaron su cuchillo.
Después de que haya marchado el grupo de las balsas, solo quedaron diez y seis cazadores, se sentía un conjunto bastante más pequeño, en comparación. Talan vio como todos sabían exactamente lo que tenían que hacer, el líder Abrax se subió al lomo del mamut y de un solo tajo con su cuchillo le abrió la piel desde la nuca hasta la cola. Ocho cazadores subidos arriba de la bestia empezaron a cortar entre la piel y el musculo, cuatro a cada lado, mientras los que quedaban tiraban del cuero o que ellos iban liberando. Talan se dio percato rápidamente cual era su función y se acercó a ayudar a tironear la piel de la pierna trasera del mamut. Al tacto estaba tibia aun, el pelo era áspero y grueso. A cada jalón, iba desnudando a la bestia y se iba desprendiendo de su manto, al mamut ya no le servía, pero a ellos sí, con el podrían fabricar frazadas, ropa, botas, balsas.
El pueblo Sedna dependía del mamut, de la ballena y de la morsa, para su sostenimiento, pero, aun mas importante, dependía de sus cazadores entre ellos Talan. Por primera vez se sentía parte de esto, parte de algo más grande que él, se sentía como un engranaje más que hacía funcionar la máquina que daba vida al pueblo entero y eso, entendió, le daba sentido al sacrificio del mamut, no era solo muerte, era abrigo, alimento y sobrevivencia para todos.
Estaba sumido en ese pensamiento cuando se percató de que estaban casi terminando, habían despojado de su piel casi por completo la parte visible del mamut, ahora empezarían a separar los cuartos traseros y delanteros y retirar la carne de la espalda.
Hender estaba sobre el mamut, haciendo cortes sobre la espalda hábilmente, lo hacía parecer demasiado fácil, sabía exactamente cómo y donde cortar para no romper el musculo y sacar la pieza completa. Era increíble su habilidad.
-No estorbes – dijo Devon empujando a Talan, clavo su lanza en la articulación de la cadera para intentar separar la pierna del resto del cuerpo haciendo palanca. No tuvo éxito.
-Así no —gritó Hender -Si rompes el tendón antes de soltar, desperdiciaras carne.
Bajó del lomo del mamut, le quito la lanza a Devon y empezó a trabajar
Talan lo observó con atención. Las manos del veterano cazador eran lentas, pero precisas y firmes. No forcejeaba, negociaba con el cuerpo del mamut, y este parecía ceder ante su experiencia. Logró desprender hábilmente la pierna completa.
-Todavía sigues siendo útil, anciano – le dijo Devon burlonamente.
-Los años no pasan en vano Devon, y vienen de la mano con sabiduría y experiencia – dijo el líder Abrax – continúen.
Al cabo de un par de horas ya habían terminado de faenar al mamut y Talan veía con asombro la rapidez con la que, usando misma piel del mamut, un par de costillas y unos tendones, construyeron hábilmente un trineo improvisado, le amarraron las cuerdas y empezaron a cargar los trozos de carne.
-Jaina, Sarek, Tharn, Inari, Torvak y Varel se quedarán a resguardar lo que queda del mamut, los demás iremos a las balsas – ordenó el líder Abrax y tomaron lugares, diez hombres tiraron del rustico trineo y arrastraron el cargamento hasta el rio. A pesar de que Talan ya conocía el camino, ahora se le hizo mucho más largo con todo ese peso a la rastra.
Cuando llegaron, los que se habían ido antes tenían listas las balsas, las armaban con vejigas de mamut en la base que inflaban en el lugar, utilizaban huesos de mamut ahuecados para el armazón y forraban con cuero de ballena, todo eso amarrado con tiras de cuero, de esa forma podían hacer balsas de tres metro por cada lado, eran simples, rudimentarias pero útiles y cumplían con la función de llevar el sustento al pueblo Sedna. Fueron necesarios tres viajes desde donde abatieron al mamut hasta el rio para llevarlo por completo y una vez terminaron con el transporte, empezaron con la carga, lo montaban en partes iguales en las seis balsas para repartir el peso y evitar que alguna se hunda y, para terminar, cubrían la carne con nieve para que se mantenga mejor hasta su llegada al pueblo, aunque en realidad con el frio del ambiente se conservaba bastante bien.
Se alistaron para partir los cazadores elegidos por el líder Abrax.
-Vayan con Manek, los esperaremos para continuar con la cacería.
Y partieron en sus balsas con el botín del primer mamut de la temporada y de la vida de Talan, ahí en el rio, los observaron hasta que se perdieron en el horizonte y junto con ellos, la esperanza de Talan de volver a ver a Syra