El Último Invocado: El Ladrón que Desafió el Mundo

Capítulo 3: La Charla con la Ladrona

Ren, con la mente inundada de preguntas, recorrió con la mirada el lúgubre almacén donde se encontraba. Las paredes de madera estaban cubiertas de polvo y telarañas, las cajas apiladas en los rincones despedían un olor rancio a humedad, y la tenue luz de una lámpara de aceite apenas lograba disipar las sombras. A pesar de todo, el lugar no le resultaba hostil. Era la primera vez, desde que llegó a este mundo, que no sentía peligro inmediato.

Le recordaba a su antiguo apartamento. Pequeño, desordenado, un sitio en el que nadie lo molestaba. Se sorprendió a sí mismo echándolo de menos.

Mientras se sumía en pensamientos nostálgicos, una voz suave interrumpió su ensimismamiento:

Oye...

La figura que emergía de la penumbra era una chica joven, probablemente de su edad o incluso más joven. Su capucha, algo gastada, apenas ocultaba su vibrante cabello rojo escarlata, que reflejaba la luz de la lámpara como un resplandor fugaz. Ren la observó con atención; si estuviera en su mundo, habría asumido que era una modelo o una cosplayer con un gusto particular por la estética misteriosa.

Tras un breve intercambio de miradas, Ren rompió el silencio:

¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

La joven sonrió apenas, inclinando levemente la cabeza.

Me llamo Lira. Lamento haberte arrastrado hasta aquí, pero esos guardias no iban a dejarte escapar tan fácilmente.

¿Aquí?

Un almacén abandonado en la zona baja de la ciudad.

Su tono sugería que ya conocía bien el sitio, pero Ren estaba demasiado cansado para cuestionarlo. Su cuerpo entero gritaba agotamiento. La tensión, el miedo y la persecución habían drenado toda su energía.

De pronto, su vista se tornó borrosa y sus piernas cedieron. Se desplomó sobre el suelo de madera, apenas logrando girarse para no caer de lleno.

Lira se quedó en silencio, observándolo. Luego, sin decir más, le lanzó una manta raída que había en una de las cajas cercanas y se alejó, dándole espacio.

Horas después...

Ren despertó tras lo que sintió como una eternidad. Se llevó una mano a la frente, sintiendo el ligero dolor de cabeza que quedaba tras un sueño demasiado profundo.

Frente a él, Lira afilaba una daga con movimientos pausados, sentada sobre una caja. Apenas notó que había despertado, habló sin mirarlo:

Dormiste como un muerto. —Su tono fue neutral, casi indiferente—. Y hacías un sonido raro al respirar...

Ren se reincorporó con pesadez.

Si tan molesto soy, podrías haberte ido... me las habría arreglado solo.

Lira lo miró de reojo. Hubo un breve silencio antes de que ella respondiera con un tono algo más suave:

No me refería a eso. Perdón, simplemente me pareció curioso.

Ren desvió la mirada. No sabía cómo responder. Lira parecía genuina, y de algún modo, eso lo hizo sentir peor.

Oh... ya veo. Perdón, es que... nunca soy bueno para nada.

Lira frunció el ceño. No le gustaba ese aire derrotista.

—Bueno... Si fueras un inútil, no te habrían puesto un cartel de "SE BUSCA" en toda la ciudad, —dijo con simpleza— alguien como tú, un invocado, no es cosa de todos los días.

Ren se tensó al escuchar esa última palabra.

¿Cómo lo sabes? ¿Es por mi ropa?

Lira negó con la cabeza.

No. Es por tu Flux.

Ren parpadeó.

¿Flux? ¿El limpiador?

Lira se cruzó de brazos.

El Flux es la energía primordial que fluye a través de todo lo vivo. No tiene voluntad, pero conecta todo lo que existe: lo que nace, lo que crece y lo que muere. Es el hilo invisible que une este mundo.

Ren frunció el ceño.

... No entiendo.

Lira suspiró y se llevó una mano al pecho.

Piensa en ello como... el aire. No puedes verlo, pero lo sientes, lo necesitas. Es lo que mantiene la vida en equilibrio. Los nacidos aquí tienen un flujo natural, pero tú... tu presencia es una anomalía. Como una grieta en un cristal.

Ren tragó saliva.

tú puedes verlo?

Sentirlo. La perturbación fue clara desde lejos. Algo tan distinto al equilibrio normal... es imposible no notarlo.

Ren se pasó una mano por el cabello.

Bien... Pero, ¿cómo supiste que estaba acorralado? ¿Por qué me ayudaste?

Lira se encogió de hombros.

Vi cosas raras en la ciudad. Huellas apenas visibles, una energía que nunca había sentido antes. Luego, vi a los guardias agitados, sus gritos, su desesperación. Y entonces vi el cartel con tu cara. Fue fácil deducirlo.

Ren la miró con cautela.

Eso no explica por qué decidiste intervenir.

Hubo un silencio.

Lira miró la daga en su mano, reflexionando. Finalmente, habló sin mirarlo:

Porque entiendo lo que es ser perseguida. Lo que es estar sola.

Ren no supo qué decir. Pero en ese instante, comprendió que Lira no solo lo había salvado por curiosidad. Había algo más. Algo que no le estaba diciendo.

Justo cuando iba a preguntar, Lira se tensó repentinamente. Sus ojos afilados se desviaron hacia la puerta de madera.

Y entonces... un leve crujido resonó desde el otro lado de la puerta.

Ren sintió cómo su piel se erizaba.

¿Lira?

Y entonces, susurró con un tono gélido:

Hay alguien aquí...

Ren sintió cómo la adrenalina volvía a recorrer su cuerpo. El silencio del almacén, que antes le había parecido seguro, ahora se sentía opresivo.

Fuera del almacén, un segundo crujido de madera confirmó lo peor.

Alguien los había encontrado.



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En el texto hay: destino, aventura, epica

Editado: 27.03.2025

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