Era un día normal como todos los demás (lleno de mucho trabajo) la señora de la casa es una mujer arrogante y amargada, siempre es lo mismo:
“ Saorise lava los platos, limpia la casa, ordena los cuartos”
Y quizás te estarás preguntando ¿para qué hacer todo esto? Pues todo esto solo para poder tener un lugar donde dormir y buena comida. A veces, si tengo suerte, puedo robar las sobras, debería estar agradecida ya que los demás no cuentan con nada de esto, por lo menos estoy en un lugar seguro y no tengo que preocuparme. Hay muchas cosas allá afuera con las cuales no quiero lidiar.
Lo bueno es que la casa es enorme, tiene ventanales que dan al pequeño lago y tiene uno de los pocos jardines que quedan en toda Adelania, incluso me atrevería a decir de los pocos que quedan en todo el país Mildar y yo puedo disfrutar de él en mi tiempo libre.
En la actualidad pareciera que todo estuviera baja una gran sombra de la cual no puedes escapar.
– Saorise, deja de soñar despierta y vuelve al trabajo antes que te regañen de nuevo – Luminet llama mi atención.
Por cierto Luminet es la mujer que me salvo cuando comenzó todo este desastre, no recuerdo muy bien que paso ese día y algo me dice que es mejor así, solo sé, que ella fue quien me saco antes de terminar con la misma suerte de mis padres, desde ese momento se hizo cargo de mí, gracias a eso tenemos este trabajo, una vieja deuda de vida al parecer.
Me gustaría ser un poco parecida a ella, alta, de cabellos dorados y de unos hermosos ojos marrones, muy diferente a mí, soy tan baja, de piel morena, pelo negro y largo, un poco llenita en algunas partes, lo único diferente son mis ojos de un azul intenso, los cuales herede de mi padre o eso es lo que dice Luminet, no recuerdo muy bien su rostro.
– Oh vamos Luminet, ya estoy cansada de esto, dame solo cinco minutos y regreso a poner todo en orden.
– Mi niña no te busques problemas –Hago un pequeño puchero, siempre funciona en ella – está bien, solo cinco minutos – me deposita un pequeño beso en la frente y se marcha.
Me encanta mirar el cielo, casi puedo imaginar que soy libre, que puedo ser quien quiera sin temor a mi pasado o a la destrucción que me rodea, hoy esta soleado, es agradable la forma en que el viento silba y mueve mis cabellos, si abro mis manos puedo sentir como pasa a través de mis dedos, es uno de los pocos momento que tengo para olvidarme de todo.
desde que llego “El vacío” (el rey del norte) todo el país fue sumergido en una oscuridad inimaginable, los animales están desapareciendo poco a poco, algunos ríos ya no son dulces sino amargos, es como si todo estuviera sumergido en soledad. “El vacío” es una criatura que tiene poderes oscuros, pudo conquistar y destruir ciudades en días con la ayuda de su ejército, se dice que su corazón alberga una maldad más oscura que la noche, se pensaba que ese tipo de criatura ya no existían.
Años atrás también quisieron invadir y no lo lograron gracias al rey que gobernaba Mildar para ese entonces, la historia cuenta que logro hacer retroceder la oscuridad gracias a una fuerza misteriosa que le brindo su ayuda, por alguna razón en los libros se le llama Señor de las luces.
– Madre... aun recuerdo esas historias, si son verdad ¿a donde fue ese Señor de las luces? si aún está ahí, estoy dispuesta a entregar mi vida para acabar con todo esto – miro la inmensidad del cielo esperando una respuesta que nunca llega.
– Saorise mi madre te necesita en la cocina – habla Ciro detrás de mí, el hijo de la cocinera.
– Está bien Cis – volteo y le regalo una sonrisa – De todas formas ya terminé mi tiempo en el cual me relajo.
– ¿tiempo en el cual te relajas?– suelta una carcajada – Diría que parece todo menos eso, pones caras raras y a veces hablas sola – me observa y mira a los lados asegurándose que nadie nos ve – Algunos de los trabajadores piensan que estás loca – me susurra.
– No me importa lo que piensen los demás, nunca lo entenderían.
Nuestras miradas se encuentran y como todas las otras veces hay algo que me incomoda como si no estuviera prestando atención a lo que realmente importa, pareciera que va a decir algo, pero nada sale de sus labios, dos años atrás me dijo que me amaba, pero yo nunca lo vi de esa forma, no me mal entiendan Cis es muy apuesto, de solo mirarlo te das cuenta, su altura y fuertes brazos, su voz profunda y sus ojos de color verde poblados por grandes pestañas, eso te haría suspira, pero no a mí, no creo que algún día lo vea diferente, siempre será como mi hermano.
Caminamos de regreso a la casa, me encanta observar las paredes de color plateado, al cruzar la sala de estar pasamos debajo del viejo candelabro y aprovechamos de organizar el antiguo juego de muebles, contemplo las grandes pinturas que adornan las paredes y me pregunto si así era el mundo antes de todo esto, supongo que nunca lo sabré, en la actualidad el bosque es temido por todas las criaturas que lo rondan en las noches, ésto hace imposible alguna exploración, son pocos los que se atreven a cruzarlo, para poder viajar a través de él necesitas contratar a los caminantes, son personas arrogantes, buenos guerreros y lo suficientemente estúpidos para ingresar al bosque y ser tus guía por unas cuantas monedas de oro.
Sigo a Ciro hasta la cocina y al entrar veo a Sojya con un peculiar ceño fruncido sentada en un pequeño banco de madera, esta preparando las cosas para la cena.
– Saorise te necesito pelando todas esas patatas –señala Sojya – la señora Magda espera visitas hoy.
– ¡Visitas! Será interesante ver a alguien más, ¿no sabes de dónde vienen? Quizás de alguna provincia vecina de Antica o Marfiria – le digo entusiasmada, pues no veo a nadie a parte de ellos desde que llegue aquí hace 8 años, para ese entonces tenía 10, a Luminet no le gusta que vaya al pueblo para ayudar a abastecer la alacena o para cualquier otra cosa.