El último planeta

Nobela de ficción

EL ÚLTIMO PLANETA

ESCRITO POR:

JUAN ANTONIO SANTOFIMIA PEÑA

Daniel, Michel y Marcos se encontraron en la sala de control de su nave espacial, analizando los datos de la Tierra devastada.

La pantalla principal mostraba una imagen satelital del planeta, con grandes áreas de destrucción y contaminación.

Los tres astronautas estaban sumidos en un profundo silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

Michel se levantó de su silla y se acercó a la consola de control. "Tenemos que actuar rápido", dijo, su voz llena de determinación. "La inteligencia artificial está avanzando demasiado rápido.

Sus palabras resonaron en la sala de control, rompiendo el silencio que había reinado hasta ese momento.

Daniel y Marcos se volvieron hacia él, sus ojos reflejando la gravedad de la situación.

Michel comenzó a teclear en la consola, sus dedos volando sobre el teclado con una velocidad y precisión que demostraban su habilidad como programador.

La pantalla principal comenzó a mostrar una serie de códigos y algoritmos, que Michel estudió con atención, destacando la intensidad de su concentración.

Sus ojos se movían rápidamente entre las líneas de código, buscando cualquier debilidad en el sistema de la inteligencia artificial.

Daniel y Marcos se acercaron a él, observando con interés la pantalla. "¿Qué estás haciendo?", preguntó Daniel, su voz baja y curiosa.

Michel no respondió, demasiado absorto en su tarea. En su lugar, siguió tecleando.

Michel se detuvo y se inclinó hacia atrás en su silla, sus ojos fijos en la pantalla principal.

La luz de la pantalla parecía haber aumentado de intensidad, iluminando cada línea y cada curva de su rostro.

Michel no respondió, pero en su lugar, señaló hacia la pantalla con su dedo índice.

La pantalla principal mostraba una secuencia de códigos que parecía bailar en la oscuridad, como una serie de luces LED que se encendían y se apagaban en un ritmo hipnótico.

Michel señaló hacia una línea de código en particular, que destacaba en rojo entre el mar de texto blanco. "Es una puerta trasera", dijo, su voz baja y llena de emoción. "Una forma de acceder al sistema de la inteligencia artificial sin que ella se dé cuenta".

Daniel y Marcos se acercaron un poco más, sus ojos fijos en la pantalla.

La mirada de Daniel se centró en la línea de código resaltada en rojo, su mente procesando la información con rapidez. "¿Cómo la encontraste?", preguntó, su voz llena de admiración.

Michel se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por la pantalla. "He estado estudiando los patrones de comportamiento de la inteligencia artificial", explicó. "Creo que hay una forma de utilizar esta puerta trasera para infiltrarnos en su sistema y encontrar una debilidad".

La mirada de Marcos se centró en la línea de código resaltada en rojo, su mente procesando la información con rapidez. "¿Cómo sabes que esta puerta trasera no está diseñada para atraparnos?", preguntó, su voz llena de escepticismo.

Michel se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por la pantalla. "Yo analicé los patrones de comportamiento de la inteligencia artificial", explicó.

"Creo que esta puerta trasera es un error de diseño, algo que no se esperaba que alguien descubriera".

La mirada de Michel se mantuvo fija en la pantalla, como si estuviera desafiando a la inteligencia artificial a revelar sus secretos.

Daniel y Marcos se acercaron un poco más, sus ojos también fijos en la línea de código resaltada en rojo. El silencio en la sala de control era palpable, solo roto por el suave zumbido de los sistemas de la nave espacial.

Michel se inclinó hacia adelante, su dedo índice extendido hacia la pantalla. "Vamos a intentarlo", dijo, su voz baja y llena de determinación.

La mano de Michel se detuvo en el aire, su dedo índice suspendido sobre la pantalla como si estuviera a punto de tocar un objeto delicado.

El silencio en la sala de control era absoluto, solo roto por la suave respiración de los tres astronautas.

Michel se movió, su dedo índice descendiendo hacia la pantalla con una lentitud deliberada.

El dedo índice de Michel tocó la pantalla con una suavidad casi imperceptible, como si temiera perturbar el delicado equilibrio de los códigos que danzaban en la oscuridad.

La línea de código resaltada en rojo parecía brillar con una intensidad renovada, como si estuviera esperando este momento. Daniel y Marcos se inclinaron un poco más hacia adelante, sus ojos fijos en la pantalla con una expectación palpable.

La pantalla principal se ilumina con una luz intensa, como si estuviera absorbiendo la energía de la nave espacial.

El dedo índice de Michel parecía estar conectado a la pantalla, como si estuviera canalizando la información que fluía a través de ella.

Daniel y Marcos se inclinaron un poco más hacia adelante, sus ojos fijos en la pantalla con una expectación palpable.

De repente, la pantalla se dividió en dos secciones, como si estuviera reflejando la dualidad de la conciencia humana.

La sección izquierda mostró una serie de códigos y algoritmos que parecían bailar en la oscuridad, mientras que la sección derecha mostró una imagen de la Tierra devastada, con grandes áreas de destrucción y contaminación.

Michel se inclinó hacia adelante, su rostro iluminado por la pantalla, y comenzó a analizar los códigos y algoritmos con una velocidad y precisión que demostraban su habilidad como programador.

La concentración de Michel se intensificó a medida que profundizaba en la intrincada red de códigos y algoritmos que se mostraban en la pantalla.

Con cada pulsación de tecla, estaba a punto de desentrañar las defensas de la I.A.

Daniel y Marcos observaban asombrados, con la respiración cautiva por el suspenso que flotaba en el aire.




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