El ultimo show a medianoche: El Torso de la Muerte.

5.Canción de Alicia en el País

Sin embargo, justo cuando su tío iba a contestar, un sonido sutil, pero escalofriante, interrumpió la conversación. Un rasguño suave, como si alguien estuviera empujando la puerta trasera. Todos los ojos se volvieron hacia la dirección del sonido, y el ambiente se volvió tenso nuevamente.

El tío, al darse cuenta de que el miedo que irradiaban los chicos era genuino, dejó caer su cerveza, el líquido escurriéndose por el suelo.

—¡Voy a ver qué es! —dijo, avanzando con cautela hacia la puerta trasera, su actitud transformándose de la incredulidad a la preocupación.

El tío salió al patio, la puerta chirriando mientras la abría. Miró a su alrededor, escudriñando la oscuridad que envolvía el jardín y la entrada trasera de la casa. Todo parecía tranquilo, incluso demasiado tranquilo, lo que solo aumentó su confusión.

—No hay nada aquí —dijo, alzando la voz con un tono burlón mientras se giraba hacia los chicos, que estaban en la entrada de la cocina, visiblemente nerviosos—. ¿De verdad creían que había un asesino acechando entre las sombras? ¡Es un pueblo pequeño! No hay nada más peligroso que un par de ardillas hambrientas.

León, Susana y Tobías se miraron entre sí, sintiendo cómo el miedo se entrelazaba con la frustración. Era difícil hacer que su tío entendiera la gravedad de la situación. La historia del teatro aún pesaba en su mente, y la posibilidad de que el asesino estuviera cerca era aterradora.

—Tío, esto no es una broma —replicó León, intentando mantener la calma—. Hay algo realmente mal en ese lugar.

El tío solo se rió de nuevo, sacudiendo la cabeza.

—A veces creo que ustedes son demasiado impresionables. ¡Es solo un viejo teatro abandonado!

Sin embargo, mientras se giraba para entrar de nuevo a la casa, una idea empezó a formarse en su mente. Miró hacia la carretera, pensando en el viejo teatro, el lugar que había sido el centro de la leyenda que atormentaba a los jóvenes.

—Tal vez deberían volver a ese teatro, ver de qué se trata todo este alboroto —sugirió, ahora con un tono más serio—. Si hay un loco allá, mejor que lo enfrenten de una vez.

La idea provocó un silencio tenso en la cocina. Susana lo miró con incredulidad, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Vas en serio? —preguntó, su voz llena de escepticismo—. ¿Quieres que volvamos a ese lugar?

—Sí —respondió el tío, cruzando los brazos con un gesto desafiante—. Si hay algo o alguien allá, es mejor que lo averigüen. No podemos quedarnos aquí parados esperando a que suceda algo.

León sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aunque sabía que la idea de regresar al teatro era peligrosa, también se dio cuenta de que no tenían muchas opciones. Tenían que enfrentarse a sus miedos si querían salvar a su tía y salir de esta pesadilla.

—Está bien, si eso es lo que debemos hacer —dijo León, su voz firme—. Pero todos debemos ir juntos y estar alerta. No podemos permitir que nos atrapen desprevenidos otra vez.

—¡Yo no quiero ir! —protestó Susana, asustada

—Si regresamos, podremos enfrentar esto juntos —insistió León, sintiendo la urgencia de actuar—. Y quizás podamos encontrar pistas sobre el asesino.

El tío soltó una carcajada, y con un tono burlón, se dirigió a la nevera para sacar otra cerveza. Miró a los tres jóvenes, sacudió la cabeza con una sonrisa y, sin tomarse en serio la situación, se retiró hacia su habitación en el piso de arriba. Los chicos escucharon sus pasos desaparecer en el pasillo mientras el ambiente se volvía aún más tenso.

Susana, quien había estado en silencio, exhaló profundamente y rompió el incómodo silencio. Se acercó a León y Tobías con una expresión seria, como si hubiera llegado a una conclusión que hacía tiempo temía.

—Escuchen, si queremos sobrevivir a esto, necesitamos tomar algunas... precauciones —dijo en voz baja, mirando a ambos con intensidad.

—¿A qué te refieres? —preguntó Tobías, aún incrédulo ante la situación, pero notando la gravedad en la mirada de Susana.

—He visto suficientes películas de terror para saber que siempre hay ciertas reglas que te mantienen con vida en situaciones como esta —explicó Susana, su voz bajando aún más, como si temiera que el asesino la escuchara—. Si vamos a sobrevivir, debemos cumplir con las reglas del slasher.

León frunció el ceño, pero asintió. Habían ignorado señales y advertencias toda la noche, y estaba empezando a creer que Susana tenía razón.

—Primera regla: nada de tener relaciones sexuales. En las películas, eso es casi como firmar una sentencia de muerte. —Susana los miró con firmeza—. No somos las víctimas de ninguna película, pero ya vieron lo que pasó en el teatro. No sabemos quién o qué nos está acechando.

—Eso no será problema para mí —bromeó Tobías, aunque sin mucho ánimo, intentando aliviar la tensión—. ¿Cuál es la siguiente?

—No beber alcohol ni consumir drogas —continuó Susana, su tono sombrío—. El asesino siempre se aprovecha de los que bajan la guardia. Y nada de estar bajo los efectos de algo que nos haga perder el control o no ver venir el peligro.

León tragó saliva, recordando cómo su tío se burlaba mientras bebía otra cerveza. Él y Susana cruzaron miradas preocupadas, ambos comprendiendo el riesgo de esa distracción.



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En el texto hay: misterio, asesinato, suspenso

Editado: 25.07.2025

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