Me levanto como cada día, para vivir esta realidad, me pongo de pie, me dirijo a la ducha y me arreglo un poco. Mi nombre es Azul Viller, vivo en Orlando, Florida estudio en la University of central Florida y esta, es mi historia. Este es un día más, sola en esta enorme casa, mis padres como siempre, ocupados trabajando, tienen una cadena de hoteles, es la más grande e importante de Orlando, hacerse cargo de todo eso, absorbe demasiado tiempo.
Ni siquiera hoy, que es domingo, pueden estar conmigo, se han enfocado tanto en darme cosas materiales y se han olvidado de lo que de verdad importa, yo solo quisiera un poco de su atención pero esto no será así, ellos jamás tienen tiempo, siempre estoy sola e inclusive me he acostumbrado a eso y se podría decir que prefiero estar sola. Las únicas ocasiones en que tengo contacto con ellos, es por las mañanas y la razón, es despertarme y llevarme personalmente a la universidad para que no falte, como si fuera una niña pequeña.
Ni cuando era pequeña hacían eso pero desde su perspectiva: «Yo seguramente no iría, si dejarán que me encargara de ir». Y sinceramente, ¿Quién quisiera ir a ese horrible lugar? Todo el tiempo los mismos idiotas molestándome. Mis padres no saben todo lo que me dicen y hacen en ese lugar, piensan que es solo por rebeldía.
Escucho que suena mi teléfono, es Génesis, reconozco enseguida su tono de llamada, es mi única amiga, la única que se atreve a hablarme aún a pesar de que las populares o mejor dicho, sus amigas animadoras, solo se dedican a molestarme. Ella siempre trata de levantar mi ánimo pero no lo logra muy seguido y menos por mucho tiempo, se podría decir que con el tiempo me he vuelto un poco amargada.
Ella es muy segura de sí misma, la verdad, somos muy opuestas, ella es muy extrovertida, sociable, alegre y llena de buena energía y yo, al contrario, soy muy solitaria e introvertida por eso resulta inusual que seamos tan buenas amigas. Aún no entiendo porque prefiere ser mi amiga y estar conmigo que con sus amigas populares, respondo a su llamada dejando de lado mis pensamientos.
– Hola Génesis, ¿Qué ocurre?
– ¡Adivina quién está en la puerta de mi casa!– expresa con tono emocionado.
– ¿Quién es Génesis?
–¡Tocó el timbre! –grita al otro lado del teléfono y de pronto, se corta la llamada, mi amiga de verdad que está loca, ¿Quién llama y cuelga de esa manera tan extraña? Solo ella.
La curiosidad se ha despertado en mí, me pregunto: «¿Quién estará en su puerta para que se encuentre tan emocionada?» Más tarde tendrá que decirme lo que sucedió. Aunque puedo darme una idea, prefiero esperar hasta que ella me confirme lo ocurrido, se escuchaba tan feliz que hasta me puedo sentir de igual manera, inclusive por medio de una llamada, me contagia con su alegría.
Mientras espero su llamada, decido leer mi libro favorito, titulado: "El esclavo". Este libro siempre me hace llorar, es un libro realmente muy conmovedor. Mi parte favorita es la expresión que utiliza diciendo que todos somos esclavos. Eso es verdad, somos esclavos. Esclavos del trabajo, como mis padres. Esclavos de las apariencias, como la mayoría de la sociedad. Esclavos de nuestros miedos. Esclavos de todo lo que somos y lo que no seremos jamás. Somos esclavos de la vida. Esclavos del mundo y lo más gracioso, es que todos los seres humanos sobre la faz de la tierra, nos encontramos convencidos de nuestra libertad.
Las horas pasan mientras me encuentro leyendo, siempre es así cuando me sumerjo en mi lectura, todo lo demás se me olvida. Mi música y mis libros son los que me acompañan siempre, cuando termino mi libro lo guardo en el estante y decido escuchar un poco de música para relajarme y calmar un poco las ideas que surgen en mi mente.
En algunas ocasiones, la música calma el ruido de mis pensamientos aunque siendo sincera, en hay momentos en los que mis pensamientos son demasiado ruidosos y ni el sonido más alto en la música, puede hacer que disminuyan un poco. Soy muy sensible y todo me afecta por mínimo que sea, lo malo de esto es que nadie lo nota y no se imaginan el daño que me hacen con la acción más mínima.
Media hora más tarde recibo un mensaje, es de Génesis.
Génesis: ¡Amigaaaaaaaaa! ¿Puedes venir a mi casa?
Cómo pueden ver, mi amiga es muy exagerada, sin demorar, respondo a su mensaje.
Azul: Si, ahora voy.
Génesis: Entonces te espero, date prisa, ¡Es urgente!
Tomo mis cosas y salgo de mi habitación cerrando la puerta tras de mí, bajo corriendo las escaleras. Si lo sé, es muy peligroso, no debería hacerlo pero eso no importa, la vida no me interesa, no tengo sentido alguno en esta; además, tengo curiosidad de saber qué es lo que me dirá. Llego hasta la puerta y salgo en dirección a la casa de mi amiga, diez minutos más tarde, llego hasta su casa y toco el timbre, en poco tiempo abre la puerta. Se ve muy emocionada, como nunca la había visto en realidad, debe ser algo realmente bueno para que se encuentre de esta manera, de mi sale una leve sonrisa, es muy agradable para mi verla de esta forma, tan feliz e ilusionada además sus ojos tienen un brillo muy especial, eso produce que la curiosidad en mi, crezca aún más.
– Vamos a mi habitación para que te diga que es lo que sucede.
–Vamos– respondo y la sigo curiosa, llegamos a su habitación, entramos y tomo asiento sobre un sofá que tiene dentro de esta y ella a un lado de mí.
– ¡Vino Zeth!
– Exageras mucho, pensé que era algo más.
– No es exageración es Zeth, entiendes Z– E– T– H, no cualquiera.
– Basta Génesis, de verdad estas exagerando pero bueno, ¿Qué es lo que sucede con él? ¿A qué vino?
– Vino a invitarme a una fiesta el próximo fin de semana.
– ¿De verdad? ¿ Y qué le dijiste?
– ¿Qué le dije? ¿En serio? Si casi me desmayo en cuanto me dijo, obviamente le dije que sí pero que mis padres no me dejarían salir sola por lo que le dije que llevaría a una amiga, así que tú también iras, dijo que llevaría a un amigo para que fuera tu acompañante y no te sintieras sola en la fiesta–indica como si fuese nada, la observo sin responder a lo que ha dicho, ¿Qué es lo que acaba de decir? ¿Acaso mi amiga está mal de la cabeza o qué le sucede?
– ¿Qué? ¡Estás loca, Génesis! Yo no iré, sabes que esas cosas a mí no me gustan, no encajo en esos lugares con ese ambiente, siempre parezco un bicho raro en esas fiestas a las que me invitas, no iré y es mi última palabra.
Me siento muy molesta con ella por esto, ella me conoce, ¿Por qué me compromete de esa manera sin siquiera preguntarme qué opino al respecto? No me gusta que otros decidan por mí.
– Pero no te molestes conmigo Azul, solo quiero que salgas más y no estés siempre sola en ese lugar que llamas hogar. Siempre me dices que estás sola y no me gusta eso, si tuvieras más amigos no estarías tan sola todo el tiempo, es más, prefieres estar aquí conmigo a que vayamos a tu casa porque sientes que te consume la soledad de ese lugar, eso según tus propias palabras, de verdad quiero que me acompañes, por favor, no me dejes sola en esto, eres mi mejor amiga, tienes que venir.
– Ya sé todo eso pero yo no encajo en las fiestas y tú lo sabes, no me gustan, me siento totalmente fuera de lugar, no soporto el humo del cigarro y casi todos fuman, la música es estridente, todo es horrible y aburrido, además de que la mayoría terminan ahogados en alcohol y haciendo todo un espectáculo desagradable.
– Por favor, si tú no me acompañas, mis padres no me dejaran ir, piensa en mí, ¿Qué tal si Zeth pensaba declararse en la fiesta y por no ir, ya no lo hace? Serás la responsable de mis lágrimas– indica haciendo un gesto de tristeza, su comentario me hace sentir culpable pero no puedo ceder en esta ocasión.
– Eso será cuestión del destino, no pienso cambiar de opinión, así que lo mejor es que te resignes.
– Eres muy mala conmigo, Azul, hazlo, ¿Sí? Por mi, ¿Sí?
– He dicho que no iré, no me convencerás Génesis.
– ¡Ay, por favor! ¿Sí? Te lo suplico– pide mirándome con su cara de suplica, sabe que eso siempre le funciona pero esta vez no será así... espero.
– No.
– ¿Sí? ¿Sí? ¿Sí?
– Lo pensaré, ¿Qué día es?
– Es el sábado, prométeme que de verdad lo pensarás– me dice mirándome como una niña pequeña que quiere un helado.
–Está bien lo pensaré, te digo el viernes.
– Gracias, te quiero–expresa mientras me abraza.
La verdad es que no me gustan los abrazos, ella es la única que lo hace y por mas que le digo que no me gustan, no entiende. Así es ella y quiero mucho a mi amiga, verla feliz me gusta mucho pero ir a un lugar que no quiero, no es algo que me ayudará a mejorar mi estado de ánimo, eso es lo que me pone peor. Complazco a otros pero no a mi, ¿Quién puede sentirse feliz así? Pero pienso en los demás como mi amiga, sé lo importante que es para ella ir con Zeth, está enamorada de él y esta es su oportunidad de llegar a tener una relación con él como siempre ha querido desde que lo conoce.
–No te emociones mucho, dije que lo pensaré– indico con seriedad.
–Está bien–responde mientras respira profundo–. Bueno, ya hable mucho, cuéntame algo.
–No tengo mucho que contarte, lo mismo de siempre, mis padres trabajando, yo en mi habitación sola, leyendo, escuchando música, ya sabes que esa es mi vida, te lo he contado muchas veces– expreso mientras hablo, escucho su teléfono sonar, parece ser un mensaje, ella lo lee y después continua hablando, no debió ser importante.
– ¿Te gustaría que saliéramos al centro comercial para distraernos un poco?
– No sé, sabes que eso de estar en contacto con mucha gente no es lo mío, prefiero las cosas más tranquilas, mejor caminemos por el parque o algo así, algo que no incluya estar rodeada de muchas personas.
– No quiero ir al parque Azul, anda vamos al centro comercial, tengo que comprar unas cosas y además, a ti te hace falta salir un poco– insiste, tiene razón, la verdad creo que estaría bien ir y distraerme observando lo que hay ahí.
–Está bien, vamos– acepto tomando mi bolso mientras ella salta feliz de la vida.