El verano que nos separó

5. Invitación.

Cuando volvió la mirada hacia él, esbozó una débil sonrisa, negándose cortésmente a aceptar el trozo de sandía que él le ofrecía. A pesar de sus ruegos por calma, al final, el joven se acercó y colocó el trozo de la jugosa fruta frente a su boca. Ella finalmente lo aceptó y observó cómo él se comía la otra mitad del bastón de sandía antes de continuar con la tarea que la madre de la joven le había asignado. Concepción había dejado claro desde el principio que no podía hacer nada con su amigo Asher hasta que todo estuviera listo.

La familia Slate ya había desayunado y estaban cargando la camioneta todo terreno para ir a la playa, donde esperaban pasar la tarde y almorzar. Sin embargo, los planes del joven eran diferentes y no incluían a toda su familia, ni mucho menos a sus padres, que parecían haber llevado a cabo el objetivo de hacer que esas vacaciones fueran lo más incómodas posible. No estaba seguro de qué soportaba menos: la insistencia de sus padres y sus alabanzas hacia su hermano mayor, o ver a su hermano con su novia dándose muestras públicas de afecto que le resultaban desagradables.

Suponía que a estas alturas ya habrían tenido relaciones, y aunque no le interesaba en absoluto, esperaba que su padre le hubiera dado a Roscoe el mismo sermón sobre responsabilidad antes de terminar la universidad, como a él le dieron apenas tuvo su primera cita con una chica hace unos años, y no fue agradable.

Su sonrisa se amplió cuando se encontró con la mirada de la pelirroja. Ese vestido que llevaba puesto le quedaba muy bien y ella lucía aún más hermosa con el cabello suelto, como lo tenía ahora. Catalina miró hacia atrás, su madre le indicaba que se apresurara con la ensalada de frutas, ya que pronto todos saldrían. Asher la había estado ayudando con la tarea con la esperanza de que terminara más rápido y pudieran salir a pasear.

Esperaba que las salidas con ella no se complicaran cada día más, ya que Catalina era la única amiga que tenía en ese lugar y al menos el próximo mes o un poco más quería pasar mucho tiempo con ella, incluso cuando llegaran sus amigos, a quienes planeaba presentar finalmente, aunque muchos ya sabían de la pelirroja que lo recibía en su casa de playa.

Se sorprendió cuando ella se acercó a él y le ofreció un trozo de mango, como él había hecho momentos antes. Asher aceptó el mango con una sonrisa, notando el rubor en ella.

—Está muy dulce, como el de ayer.

—¿Verdad? Me gustan mucho cuando están en esa etapa que no son supermaduros, pero tampoco tan ácidos y verdes. Aunque no puedo negar que se me hace agua la boca cuando pienso en mango tierno con sal, vinagre y chile —la jovencita se pasó la lengua por los labios ante la salivación.

—Eso es un antojo de embarazada, la otra vez escuché a tu tío decir algo así —la risita de Catalina no se hizo esperar, y solo lo empujó por el brazo antes de volver a su mango recién cortado.

—Trae acá tu sandía, señor, para mezclar y que ya se vayan.

—¿Vendrás con nosotros?

Él la miró buscando sus ojos azules, que parecían brillar ese día. No sabía si era el sol, el bronceado que ya había tomado o la manera en que la luz entraba en la cocina, pero parecían demasiado claros y hermosos.

—No creo que pueda, Asher. Tengo cosas que hacer aquí. Mientras estés en la playa con tu familia, ayudaré a mi madre a limpiar, a arreglar habitaciones y a tener todo listo para que lo disfruten cuando vuelvan de la playa. Quiero que mamá me dé permiso para ir a la pizza por la noche, así que es mejor que me quede.

—Pero sin ti estaré aburrido —ella sonrió débilmente, pero apretó los labios cuando él la tomó de los brazos—. Hablaré con tu madre y ya ordené mi habitación —la sonrisa de Catalina se amplió—. Así que puedes venir con nosotros. Le diré a mamá que te invite.

—No, no, no quiero que hablen de mí.

—¿Qué? —la seria pregunta la hizo tragar saliva, pero no pudo verlo a los ojos—¿De qué hablas? ¿Quién hablará de ti?

La pelirroja se encogió de hombros, continuando con la mezcla de frutas en el enorme tazón, pero cuando Asher la separó del mismo y la tomó del brazo, ella buscó unos segundos la mirada de él. Asher dio un paso hacia ella, elevándole el rostro desde el mentón, pero no dudó en arquearle una ceja.

—¿Por qué dijiste eso?

—Mi mamá piensa que nuestra cercanía puede causar que otras personas hablen de nosotros, de una manera desagradable, especialmente de mí —él frunció el ceño, sin entender nada—. Soy la hija de una empleada, y tú eres el extranjero apuesto que viene una vez al año a la casa que mi madre cuida, es como… —intentó explicarse, pero Asher solo negó cuando dibujó una tibia sonrisa, y ella suspiró.

—No entiendo por qué el hecho de que seas la hija de la empleada de esta casa causaría algún tipo de conflicto en nuestra amistad, o si deberíamos o no ser amigos —la voz grave la hizo tragar saliva.— Nos conocemos desde que somos niños. Hicimos castillos de arena, conocí todas las playas por ti, me enseñaste a escalar árboles, tuvimos ese accidente en la moto el año pasado, y en mi vida tengo muchas experiencias que te incluyen a ti, Catalina —la joven finalmente lo miró a los ojos—. Cuando pienso en venir aquí, lo primero que pienso es en verte. Este año algunas cosas han cambiado y emocionalmente me siento algo descontrolado, pero eso no cambia el hecho de que es emocionante pasar tiempo contigo. Porque, al menos para mí, es tiempo de calidad.




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