¿Qué hacer en verano estando en casa?
Luana estaba en casa, tirada en el suelo con las extremidades extendidas, el calor la estaba matando y hace menos de una hora que de había bañado por segunda vez en el día. Sus padres le habían propuesto ir a la piscina comunitaria pero para Luana ni siquiera era una opción mostrar la sombra por allá. Se sentó y miró su celular sobre la mesa de noche, lo agarró lista para entrar a Instagram y deprimirse. Vio fotos de sus amigas en lugares que solo ella había visto en sus sueños, estaban en piscinas de aguas cristalinas y con un sol hermoso, o estaban de caminata por bosques con árboles más grandes que su propia casa, a todas las fotos les dio me gusta
Salió del cuarto y fue a la sala, dónde estaban sus dos padres. Ambos la escucharon bajar e hicieron un espacio entre ellos dos, ella no lo pensó y se sentó allí.
—¿Sigues enojada con nosotros?—Preguntó Hugo, su padre.
—Ah, ¿Estaba enojada con nosotros?—Volvió a preguntar Carlos, su otro padre.
Ella no contestó ninguna de las preguntas de sus padres y solo se acomodó entre sus cuerpos, Carlos comenzó a jugar con su cabello, para Luana era muy relajante.
—Carlos, por cierto, ¿Ya está listo el cuarto de invitados?
—Sí, solo falta que ellos lleguen y se acomoden ahí.—Contestó este aún jugando con el cabello de su hija.
—¿Quiénes?—Pregunta Luana levantando la cabeza para mirarlos.
Al escuchar la noticia, Luana se emocionó mucho, hace ya tanto tiempo que sus padres no rentaba la habitación de invitados para viajeros. Al parecer, este verano iría una señora con su hijo, iban a pasar el verano en nuestra ciudad.
—¿Cuándo vienen?—Pregunta ella.—Quiero estar acá para recibirlos.
—Igual no vas a ningún lado mi querida niña. Estoy seguro que estarás aquí pare recibirlos. —Dijo Hugo.
Giró los ojos y se levantó, fue hasta la cocina y abrió la nevera, sacó la caja de la leche y tomó directamente del empaque, en un movimiento mal hecho, se le corrió un poco la caja y terminó con leche encima, no mucha, pero se veía fácilmente sobre su camisa rosa. Tapó la caja y fue limpiándose la camisa hacia la sala. Miró al frente y vio en la puerta a una mujer de unos 33 años junto a un chico de unos 17 años. Sus padres la miraron con una sonrisa de burla en la cara.
—Ella es nuestra bella e inteligente hija, Luana.—Carlos presentó a su hija.—Luana, ellos son los Robinson.
La chica estaba hecha un desastre, estaba descalza, con la camisa sucia, el pantalón todo negro por estar tirada en el piso y el cabello no se lo peinaba hace unos dos días. Más sin embargo, ella sonrió para los Robinson, ya saben lo que dicen, reír para no llorar.
—Que niña tan bonita—.Dijo la señora Robinson.—Yo soy Daphne y él es mi hijo Daniel.
—Mucho gusto—. Saludó educadamente el chico.
—Bueno, los acompaño a su cuarto, pero saben que toda la casa está a su disposición—.Les dijo Hugo mientras subía con los Robinson detrás de él.
La sucia Luana fue hasta donde su padre Carlos y él le pasó una mano sobre los hombros y ella por la espalda.
—Vaya primera impresión—. Le dijo bromeando.
—¿Me puedo morir ya?—. Le pregunta Lara a su papá apoyando su cabeza en el hombro de este.
—Deja que yo me muera primero—. Plantó un beso en la cabeza de su hija.