El vínculo mágico - Libro 1

Capítulo 13 - ¿Y mi conversión?

  Estaba oscuro. La luna no estaba por la labor de alumbrar esa noche, y Nathaly no podía moverse. Ni siquiera era capaz de ver si algo la mantenía atada o alguien la estaba sujetando con magia.

  —Es inútil. —Escuchó al frente.

  Mirando hacia la entrada de una cueva que había a lo lejos, Nathaly vio surgir de entre las sombras a una misteriosa mujer. Vestía una capa no muy fina y un vestido largo y negro, y, como llevaba la capucha puesta, solo se lograba ver su rostro por debajo de la nariz. Sus manos, que se mantenían agarradas a su falda, eran igual de pálidas que su tez.

  Viendo que se paró a los pocos pasos, Nathaly se fijó de nuevo en su rostro. Sus labios le sonrieron con malicia antes de gesticular palabras que jamás llegó a oír.

  Despertándose de golpe, Nathaly se incorporó en la cama, tirando su libro del alma encima de sus piernas. ¡Qué pesadilla más escalofriante! Cerrando los ojos en busca de tranquilidad, se alegró muchísimo de haberse despertado a tiempo. Un poco más y quizá…

  Espantando esos pensamientos de su mente, Nathaly abrió los ojos y se encontró de frente con su libro del alma. Estaba abierto por lo último que leyó anoche: la capacidad que tienen algunas almas negras de controlar la voluntad de alguien. «Justo lo que no debí leer», se lamentó. Con un pesado suspiro, cerró su libro del alma, lo hizo desaparecer y fue a vestirse. Una vez que terminó de desayunar, salió al patio delantero de Zhorton para dar la primera clase del día.

  —Por favor, no os sentéis todavía —pidió Rodric a los estudiantes que ya estaban allí—. Quiero que estéis atentos a mis instrucciones.

  Nathaly se dio prisa en reunirse con los demás. Mientras tanto, una mujer de unos cuarenta años apareció al lado del gobernador mediante un traslado y se puso a hablar con él.

  —¿Esa es nuestra profesora? —preguntó el chico que tenía enfrente al que tenía a su lado.

  —Sí, pero no entiendo qué hace el gobernador aquí si no la está sustituyendo.

  —Yo tampoco.

  —Atención, por favor —habló Rodric—. Buenos días a todos y bienvenidos a la clase que os impartirá la profesora Shirly a partir de hoy.

  —Buenos días, señor director —contestaron todos a la vez.

  —Hoy me voy a encargar de desbloquear vuestra conversión. Por regla general, esta clase os la damos más adelante, pero este año hemos decidido adelantarla. Así podréis ir conociendo vuestra conversión e ir practicando con ella.

  —Así es —habló la profesora Shirly—. Las conversiones resultan muy útiles, pero son peligrosas si permanecéis demasiado tiempo convertidos. También es el único modo que tenemos de cambiar ante los demás. Con una conversión completa ocultaréis vuestra alma y pasaréis desapercibidos, y con una conversión parcial cambiaréis vuestro aspecto manteniendo vuestra alma y vuestra magia, aunque no os servirá para ocultar vuestra verdadera naturaleza.

  —A lo largo del primer y segundo curso daréis la conversión parcial —prosiguió Rodric—, así que no quiero que os exijáis este año demasiado. En la prueba final solo os requeriremos mantener la conversión durante cinco minutos.

  —Profesora Shirly —habló un chico de la izquierda—, ¿qué utilidad tiene usar una conversión parcial frente a una completa?

  —Lo más importante que debéis tener en cuenta es que una conversión parcial nunca intentará dominaros. En cuanto a su utilidad, la más destacada de todas es la de poder usar vuestros poderes. Al menos, si vuestra conversión os lo permite.

  —Profesora Shirly, mi padre me ha dicho que con ese tipo de conversión se corre el riesgo de ser descubierto de inmediato —habló una chica—. ¿Es eso cierto?

  —Lo es. Pero, para que podáis empezar a controlar vuestra conversión en su totalidad, es necesario controlar primero la parcial. Y como bien ha dicho el director Rodric, en los dos primeros cursos os ayudaré con ella para que la dominéis con una aceptable soltura. Después, el que logréis manejarla más o menos tiempo, dependerá solo de vosotros.

  —¿No querrá decir hasta que la dominemos por completo, profesora?

  —Dominar por completo vuestra conversión puede llevar largos años y mucho entrenamiento diario. Cuanto mejor la dominéis, más tiempo aguantaréis convertidos, y más difícil será detectar vuestra verdadera naturaleza. Y sí, dicho así, parece sencillo, pero, creedme, no lo es en absoluto.

  —¿Y cuánto es el tiempo máximo que se puede mantener una conversión?

  —Depende del tipo de conversión que tengáis. Lo máximo que está registrado a día de hoy es un día entero.

  La gente exclamó con sorpresa y admiración.

  —¿Y quién ha logrado semejante hazaña? —preguntó otro chico.

  —El heredero de Leozwort, con la conversión del lobo gris.

  Pensativa, Nathaly bajó la vista. Era la conversión que mencionaba en su libro del alma.

  —Bien, si no hay más dudas, comencemos —dijo Rodric—. Os iré llamando por orden. En cuanto terminéis, volved dentro para terminar la clase. Alicia, acércate. Eres la primera.

  —Voy, señor director.

  Antiguamente, las almas blancas solo podían esperar a que, en un momento de peligro o casualidad, su conversión se manifestase, algo que solía suceder mucho más allá de cumplir la mayoría de edad. Pero un día la elegida Zaya encontró su conexión en el alma y averiguó cómo desbloquearla, ofreciéndonos de esta manera trabajarla a una edad más temprana. Según les explicó la profesora Shirly, era como hacer una ligera presión en un punto concreto de tu alma. La desbloqueabas, la conocías y pasaba a ser otra parte más de ti a la que jamás querrías renunciar. A Nathaly le pareció fascinante.

  Mientras barajaba las infinitas posibilidades en su mente, saltando de un animal a otro, el director fue forzando las conversiones uno a uno. Nathaly estaba embobada con ellas. Una enorme serpiente de dos metros y un sireno fueron las que más llamaron su atención.




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