El vínculo mágico - Libro 1

Capítulo 16 - El ataque inesperado.

  Al día siguiente, Nathaly se vistió y bajó a desayunar. De camino rememoró con alivio lo sucedido la noche anterior: cómo Moony logró calmar a su tío, y cómo consiguió que respetara su decisión de no hablar sobre lo sucedido con su álbum. Y es que, tal y como decía en su libro del alma, su tío era más propenso a la ternura más allá de las once y media de la noche. Ternura, cariño ¡y amor!, pues fue toda una sorpresa que las abrazara de repente para decirles que eran lo que más quería en el mundo.

  —¿En qué estás pensando para dibujar esa hermosa sonrisa en tu rostro?

  —Buenos días, tío Zarco —le saludó Nathaly, recibiendo un tierno beso en la cabeza de su parte.

  —Rodric te ha preparado algo para desayunar. No nos esperes y sírvete lo que quieras.

  —¿No vas a desayunar conmigo?

  —No. Rodric y yo vamos al bosque de las ninfas a buscar a Moony. Zoe no consigue encontrarla.

  —¿Ha desaparecido? —preguntó con angustia.

  —Cálmate. Zoe solo la ha perdido de vista. Seguro que la encontramos enseguida.

  —Tío, no intentes engañarme. Tú nunca dejas que la señorita Moony se separe de tu lado. Por eso la señora Zoe...

  —Deja ya de darle vueltas a las cosas y vete a desayunar de una vez. Estaremos de vuelta en menos de dos horas.

  —Zarco, vamos —le llamó Rodric desde la entrada.

  —Espera, tío. —Le agarró del brazo—. Tened cuidado, por favor.

  Zarco besó su mano y se marchó. Nathaly sabía que su tío estaba igual de preocupado que ella, pero ¿qué más podía hacer aparte de esperar? Abatida por no ser de ninguna utilidad en momentos como ese, se marchó directa a la cocina.

  La cocina de Zhorton no era muy grande para ser la de una escuela. Aparte de que en sus extremos había una pared llena de armarios, y de que la encimera tenía forma de ele, era igual que la que había en casa de su tío: sin un solo electrodoméstico, muchos armarios en la zona superior e inferior, y una única hilera de cajones. Según le explicó la señorita Moony, todas eran así, y como mucho solían tener a la vista un cuenco de cristal con fruta variada y un par de paños colgados cerca del fregadero. Pero hoy, que el gobernador había preparado su comida, debía haber un plato y un vaso esperando por ella, y no había nada a la vista que no fuera lo de todos los días. ¿Dónde estaría su comida? Dándose la vuelta, revisó las tres mesas que tenía a su espalda, pero no vio nada en ellas.

  Como su mente se negó a seguir dándole vueltas al tema debido al hambre que tenía, Nathaly se dirigió a un armario de la parte superior, donde sujetó el borde con la yema de los dedos y tiró de él con cuidado. Si era posible, prefería evitar usar la magia por muy sencilla que fuera, porque así se aseguraba de no causar ni un solo destrozo.

  Al igual que en casa de su tío, la mayoría de lo que había en el interior de las estanterías eran tarros llenos de bolitas. Como en ese armario no encontró lo que buscaba, probó a buscar en el siguiente. Hasta que no llegó al séptimo, no encontró lo que quería: gilkys, una bebida de origen vegetal con mejor sabor que la leche de vaca.

  —¿Dónde estará la miel? —se preguntó.

  Echando un vistazo a los tarros que estaban detrás, Nathaly la localizó con facilidad gracias a las pequeñas bolitas de color miel que había en su interior, pues la miel era uno de los pocos alimentos que era sellado, sin modificación alguna, en una bolita al natural. Con cuidado, lo cogió con las dos manos y lo dejó sobre la encimera. Después dio unos pasos a la derecha y se plantó frente a los únicos armarios de la cocina que, nada más entrar, ocupaban los dos primeros metros de pared. De uno de ellos cogió una taza con asa y, tomando una bolita de color avellana del tarro de gilkys, la dejó caer en su interior.

  Cogiendo aire en silencio, Nathaly puso el dedo índice en vertical sobre el vaso e hizo un gesto en espiral. La pequeña bola se revolvió en su interior y se partió, emanando de ella un líquido de color avellana que ascendió con rapidez hasta llenar el vaso por completo.

  Gilkys con avellanas era una de las mezclas preferidas de Nathaly. El olor era sutil y agradable, y el sabor...

  Cuando Nathaly lo probó, su cara se arrugó por la decepción.

  —Está claro que necesita miel —comentó con decisión.

  Tomando una bolita de miel, Nathaly la echó al vaso y sacó una cucharilla del primer cajón para disolverla, pues todavía no era capaz de calentar ningún alimento. En cuanto empezó a percibir el dulce olor de la miel, paró de remover, chupó la cuchara, la dejó sobre la encimera y le dio un sorbo.

  —Genial —bufó—. Ahora sabe a agua con miel.

  ¿Por qué no sabía igual que cuando se lo preparaba Moony? ¡No tenía sentido! Para la primera vez que probaba algo preparado por sí misma y le amargó tener que darle la razón a su tío, a Moony y al gobernador. Aceptaba que la comida propia no fuera útil para restablecer la magia perdida, y que por eso tuviera que ser otra alma blanca quien preparara tu comida, pero de ahí a que no supiera a nada de nada...

  Dejando el vaso sobre la encimera, Nathaly mantuvo la mirada sobre él. ¿El resto de alimentos también resultarían insípidos si los preparaba ella? Si no eran naturales, como las ensaladas o las frutas, seguro que sí, porque la mayor parte del alimento, una vez liberado de la bolita, se componía de pura magia y sentimientos.

  Fijándose en la fuente de fruta, Nathaly se resignó. Cogió un plato del armario y un cuchillo del cajón, y lavó toda la fruta que escogió. En cuanto se dio la vuelta y vio a Leo sentado en la primera mesa, con los codos puestos en ella y con las manos unidas sosteniendo su frente, se paró en seco.

  Nathaly le dio la espalda de inmediato. ¿Por qué tenía que venir a la cocina justo cuando estaba ella? Cerrando los ojos, se regañó a sí misma por pensar así. La señorita Moony tenía razón. Odiar no era nada bueno, y si no lo había hecho con ningún humano, menos le iba a dar el gusto a él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.