El vínculo mágico - Libro 1

Capítulo 27 - Parte 2

  Cuando el espectro dejó por fin de tambalearse como un borracho por el golpe de su propia esfera, miró al trío de almas blancas que tenía enfrente. Confuso, se quedó viendo cómo intercambiaban lugares.

  —¿Para qué os movéis? —quiso saber Zarco.

  —Lo decidimos así, profesor —contestó Tom.

  —Está bien, está bien —zanjó enseguida—. Proceded. No tenemos todo el día.

  —Tú, bocazas —desafió Celia al espectro. Al instante, cambió de sentimiento—. ¿Y tú eres el que me llama fea con patas? En serio, deberías mirarte en un espejo. Tu aspecto es igual de penoso por fuera que por dentro.

  El espectro miró de reojo a Tom y volvió a posar sus impenetrables ojos en Celia. Enseguida atacó: la primera esfera se la lanzó a Celia y la segunda a Tom. Nathaly reaccionó a tiempo y las retuvo en el aire. ¿Por qué las había creado con distintas manos? Lo normal es que hubiera utilizado la misma para poder defenderse con la otra si le era necesario.

  —No puedes devolverlas, Nathaly —dijo Zarco—. Desvíalas.

  Nathaly llevó las manos hacia delante con decisión, mandando las esferas a las esquinas del fondo. Ambas estallaron al chocar contra la translúcida y azulada pared que, por el impacto, se volvió sólida por unos escasos segundos.

  —Cómo se nota que te falta inteligencia —le dijo Celia al espectro con lástima, mientras se cruzaba de brazos ante él con descaro.

  Nathaly, que volvió a mirar al frente, abrió los ojos de la impresión y se apartó a tiempo. Un poco más y la esfera oscura que le había lanzado el espectro se la hubiera llevado por delante.

  —¡Nathaly, concéntrate! —le exigió Zarco.

  Al momento, Nathaly tuvo que esquivar otra más. ¡Y otra! Se notaba que el espectro estaba enrabietado.

  —Deberías ser algo menos inútil —prosiguió Celia, como si tuviera todo bajo control—. Hasta un espectro de menos nivel sería más listo que tú.

  —¡¿Qué has dicho, bicho repelente?! —saltó con furia el espectro.

  Tom aprovechó el momento y lo atacó, pero el espectro se deslizó con facilidad a un lado sin apartar la vista de Celia. Tal y como se temió Nathaly, Celia le recriminó con enfado:

  —¿A quién llamas bi...?

  Celia emitió un asustado chillido y se cubrió el rostro ante los inesperados y brutos ataques del espectro. Zarco, enfadado, no dudó en reprenderla, y Nathaly, que los estaba desviando todos, intentó darle sentido a lo que estaba haciendo el espectro. ¿Por qué estaba lanzando un ataque tras otro sin molestarse en concentrar su poder? No tenía sentido. «Un momento. Su intención no es librarse de Celia, ¡sino alimentarse de su terror y del de todos los demás!».

  Tom le lanzó un ataque al espectro y este lo esquivó con un ágil movimiento de su cuerpo, riéndose de él a continuación por su pésimo intento. Tom enfureció y lo atacó de nuevo. «¡No!», saltó Nathaly en su mente con horror. Y con razón. El espectro capturó al vuelo la esfera de luz, y, con una desafiante sonrisa, la destruyó con un simple apretón, sin que sus dedos llegaran a rozar su superficie en ningún momento. Zarco, sin remedio, negó con la cabeza y suspiró con decepción.

  —Qué pena que no puedas hacerlo mejor —se burló el espectro con descaro.

  Lleno de rabia, Tom cargó de nuevo contra él, pero el espectro no hizo nada más que esquivar sus ataques con gracia y sin esfuerzo mientras se reía de él. Nathaly, que ya había visto venir su jugada, no sabía qué hacer. Ella solo podía defender, Celia no lograría llamar la atención del espectro por mucho que lo intentase y Tom no sería capaz de ganar al espectro si seguía dejándose llevar por sus sentimientos negativos.

  «Nathaly» —le transmitió Celia, preocupada.

  «Tiene ventaja y la está aprovechando muy bien —contestó, sin quitarle el ojo de encima al espectro—. Deja que piense qué hacer. Mientras tanto, intenta llamar su atención».

  Celia afirmó con la cabeza y de inmediato se puso a ello. Nathaly templó sus nervios y pensó con calma, empezando por analizar la situación. Sus pensamientos no tardaron en ser interrumpidos por los estridentes gritos de Celia.

  —Maldición —se le escapó a Nathaly por lo bajo, pues por fin entendió qué quería decir la profesora Zoe con eso de que una cara del mal era capaz de envenenar tus sentimientos con solo estar cerca de ti—. ¡No le ataques, Tom!

  Al escuchar eso, Tom frenó en seco, quedándose con las ganas de lanzar la esfera de luz que acababa de crear.

  —¡Celia! —le gritó con autoridad. Al ver que no funcionaba porque estaba cegada por la furia, pensó con rapidez y soltó—: ¡Yo también pienso que me quieres!

  Celia dejó de gritarle al espectro por sus repentinos ataques y la miró confundida. Perfecto. Justo lo que buscaba conseguir.

  Nathaly se fijó enseguida en el espectro, que había perdido la sonrisa y estaba analizándola para saber qué es lo que tramaba. Bien. Tal y como le dijo Leo: «Si no avanzas, rompe sus planes y vuelve la ocasión a tu favor. Eso igualará vuestras posibilidades».

  —Profesor Zarco, ¿puedo intercambiarme con Celia? —preguntó Nathaly aprisa.

  —Nathaly, ¡no! —Tembló Celia solo de la idea.

  —No podéis intercambiar de lugares hasta que Tom logre...

  —Solo nosotras dos. Él seguirá en su lugar.

  Nathaly desvió a la izquierda el ataque que el espectro le lanzó. La gente murmuró a sus espaldas.

  —No acepte, profesor —le pidió Celia, mientras Nathaly desviaba otro ataque más—. Yo no seré capaz de defenderlos.

  De nuevo, el espectro la atacó, y de nuevo Nathaly lo desvió. El espectro, frustrado, la miró con rencor.

  —Está bien —accedió Zarco, curioso por ver qué tramaba su sobrina—. Podéis intercambiaros.

  La cara de espanto de Celia fue instantánea.

  «Tom, espera el momento perfecto para atacar. No te precipites» —le transmitió Nathaly. Tom afirmó con un corto movimiento de cabeza.




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