XIII: Amor de marea baja

El trece es mi número favorito, porque es conocido por su mala suerte, pero siempre que alguien crea lo contrario, creo que el pobre trece estará feliz, porque el solo quiere que se acerquen a conocerlo a pesar de su mala fama.

Como yo.

Creo que tarde o temprano tenía que hablar de esto, de cómo estrujas mi corazoncito cada vez que hablas de otra persona, con ese cariño tan tuyo, con esa pasión tan tuya, de la que por supuesto, jamás saldrá diciendo mi nombre.

Jared, Rocío, ahora Rodrigo.

Cuando me dijiste ese: «Quizás me gusta Rodrigo». Yo escuché ese "Crac", ese que finges no escuchar, porque sé que todo lo que escribo ya lo sabes, lo sabes todo. Porque luego de decirme que me contabas todo, yo te dije que no era mi caso, que yo te ocultaba cosas a veces, porque así lo quería, y a veces también desearía que me ocultases cosas, para que así mi pecho no se sintiese enjaulado.

Como me hubiese gustado contarte la versión completa de cuando aquella chica me besó, esa que le conté a casi todo el mundo con tristeza y culpa.

Porque pensé en ti.

Porque tu rostro apareció instantáneamente en mis pensamientos cuando sentí sus labios sobre los míos.

Porque quería que en ese momento ella fueses tú.

Escuché por ahí una historia muy bonita, pero cambiaré los nombres para que no suene tan copiada.

Todo comenzaba con un chico, el cual su nombre significaba "Amor" (Pensé mucho acerca de esto, y me gustaría que uno de mis hijos tuviese ese significado en su nombre), este chico conocía a otro, tan bello como bueno, y se enamoraba de él al instante.

Pero también perdía su voz.

El chico, ahora sin voz, comenzaba a quemarse por dentro al no poder decirle sus sentimientos al otro chico. Las llamas comenzaron a cubrir su cuerpo, y el otro chico vertió agua sobre él, pero el fuego no se apagaba.

Y el chico murió.

Me estoy quemando por dentro.

Me estoy quemando por ti, Mariana.