Ela's Choice

3

Los eventos de aquella noche, no eran más que una sombra del olvido luego de que transcurriese una semana. Menos para ellos. Dorian y Ela habían terminado discutiendo esa noche de regreso al departamento que compartían.

-No puedo creer que se presentara delante de nosotros pretendiendo normalidad- bufó el peliblanco mientras se acomodaba en el asiento de la limusina.

-Piensa que ya pasó- intentaba relajarlo Ela, pero era imposible. En el subconsciente de Dorian solo daba vueltas el hecho de que ella le había seguido el juego.

-Yo diría que no. Te observé toda incómoda a su alrededor, pero dime, ¿era porque no lo querías tener cerca, o porque te provocaba algo?- Dorian no dejó a su prometida responder, se sintió absurdo luego de formular la pregunta.- Déjalo, de todas formas seguirá rondando cerca. A no ser...- y lo dejó en el aire, Ela sabía a lo que él se refería: dejar la campaña y aceptar otro trabajo.

Ella negó con la cabeza.

-Es un alborotador, no deberías caer en sus juegos. Yo no lo he hecho, y aunque será difícil trabajar con él por lo insoportable que es, no voy a dejar el trabajo Dorian- le explicó y reposó su cabeza en el hombro de su prometido.

-Solo espero que sepas lo que haces- le dijo él con un deje de advertencia en su voz, pero sin llegar a ser amenazante. Dorian giró su cabeza y dejó un casto beso en la sien que reposaba en su hombro.
El camino que restaba lo recorrieron en silencio, y Ela pensando en estas últimas palabras. ¿Realmente era buena idea compartir espacio con Rhysand?

Las palabras que tanto analizó por una semana completa, le perseguían aún mientras ingresaba al ascensor del lugar donde sería la sesión de fotos. Una vez dentro, pulsó el botón con el número diez y procedió a esperar pacientemente.

Realmente no existían en su interior algún tipo de deseo de añadirse problemas, y sentía que hacer la sesión de fotos con Rhysand era agregarse dos- con su prometido y ella misma-.

Las puertas del ascensor se abrieron y le dieron la bienvenida a un espacioso lugar que contenía varias oficinas y cubículos. Salió de la caja cuadrada que le había ahorrado un viaje por las escaleras, y siguió las instrucciones que le habían enviado unos días atrás. Caminó recto hasta la oficina del fondo, tocó la puerta y- ¿cómo no?- quien abrió fue el propietario de sus inquietudes.

Los ojos de Rhysand sonrieron antes que sus labios y un pequeño brillo se asentaba en ellos.

-Creo que me perdí en el espacio, o ¿por qué me sigo encontrando con una estrella?- Pronunció sus palabras de bienvenida con tono adulador pero con honesta alegría. Se hizo a un lado y con un gesto de mano la invitó a pasar.

Ela, acostumbrada ya a sus atrevidas intervenciones, lo ignoró por completo y entró en la oficina.
El lugar era simple, sin demasiadas mesas que pudiesen ocupar espacio, con paredes de color neutro, muchos equipos necesarios para la sesión de fotos, maquillaje, vestuario y se encontraban a parte de ellos dos, ocho personas más en la habitación.

-Buenos días a todos, traje café- saludó ella, mientras intentaba que su tono entusiasta sonase real. Dejó su bolso y las órdenes de café sobre un buró cuidadosamente.

Los presentes en la habitación le devolvieron el saludo y uno a uno fueron tomando sus cafés y agradeciéndole.

-¿Y el mío lo olvidaste en el camino?- se acercó Rhysand por su espalda y su rostro reflejaba una sincera intriga.

Ela hizo un gesto de desagrado con su nariz mientras sorbía un poco de su expresso.

El oro líquido que eran los ojos de Rhysand se quedó posado en esa mínima acción, que reconocería en cualquier rincón del universo, y que solo haría ella cuando algo le molestaba.

En cambio los de Ela continuaban su misión de huir.

-Creía que no te gustaba el café- mencionó por lo bajo y completamente distraída mientras apretaba el vaso que sostenía con ambas manos.

El rubio se tomó un momento para sorprenderse y sentir una calidez rara en su interior al ver un único recipiente diferente a los demás. Un batido de fresa y una palabra en alemán grabada en el papel que envolvía el vaso: Teufel. No pudo evitar reírse.

-Sigue sin gustarme- murmuró mientras se alejaba de ella y se acercaba al gentío con intenciones de finalmente comenzar.

Ela maldijo en su interior. No era posible recordar detalles tan mínimos pero a la vez importantes de una persona que ya no formaba parte de su vida, ¿o sí? Tal vez no se mantendría ningún tipo de interacción con alguien, pero todo lo aprendido con o de él se mantiene en un cajón imaginario del cerebro.

-Muy bien queridos, es hora de que inicie la función. Sonya, encárgate de que sus vestuarios combinen. April, haz que el maquillaje resalte, recuerda que es una campaña de cosméticos. Ross, prepara el set. Todo debe salir divino- la voz del pelirrojo más famoso del momento se hizo escuchar por encima de todo. El fotógrafo profesional Thimothy Calaghan estaba poniendo orden en su set para poder terminar con todo aquel teatro.

Todos los mencionados obedecieron las órdenes. Primero le indicaron a los modelos dónde podrían cambiarse.

A Ela le fue entregado un vestido largo hasta los tobillos y de patronaje holgado. Con tonos azules y grises mezclados, como un nebuloso amanecer de verano. Con un delicado adorno de encaje en el escote y en los puños, que agregaba una belleza étera al vestido y que combinaba a la exactitud con la personalidad de quien sería su portadora. La tela del vestido era una mezcla liviana de lino, empleada para insinuar calor en un día frío. Para complementarlo, unas sandalias blancas tejidas.

A Rhysand se le entregraron unos pantalones de lino sueltos de tonalidades grisáceas, combinados con una camisa liviana de lino de una tonalidad azul muy pálida y de tejido abierto. La sutil textura de la camisa se hace eco de la cortina del vestido de su compañera, mientras que los pantalones ofrecen un contrapunto cómodo y relajado. Para complementar el conjunto, unos mocasines de cuero negro.




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