Elegí a mi futuro esposo

Prólogo

Jugueteó con sus dedos en un estado de leve nerviosismo.

¿Por qué aceptó así sin más?

Era la pregunta que rondaba con insistencia en su cabeza. Ella desde el primer instante en que pensó proponerle un contrato de matrimonio, sabía que sería difícil que aceptara.

Sin embargo, le asustó la facilidad del cómo se estaban desarrollando las cosas.

—Dijiste que necesitaba a una esposa florero para salvaguardar las apariencias. ¿De qué estás tan sorprendida? —Una voz suave, lenta y profunda aumentó el nerviosismo de ella. Siendo también sorprendida de que notara su estado.

—Ah... —Relamió sin querer sus labios, llamando la atención de su adversario a ese punto sin saber, porque había desviado sus ojos momentáneamente. —Si. —Aclaró su garganta para reponerse y retomó la fachada segura que tenía anteriormente cuando entró a su oficina. —Solo que no pensé que el señor Knezevic aceptara sin rechistar.

Él elevó solo una esquina de su boca para una breve sonrisa. Le causaba gracia verla en una postura erguida con la frente en alto queriendo imponer seguridad, cuando hace unos segundos quebró su estado hasta volverlo líquido de nerviosismo por aceptar su propuesta.

Ladeó la cabeza y se reclinó con más comodidad en el mueble negro. Sus dedos jugaban con el anillo que brillaba en ocasiones de su dedo índice.

—Escuché lo que proponía, y acepté porque no veo pérdidas. ¿Ya se arrepintió de sugerirme un contrato? —Arqueó una ceja y la provocó con la pregunta.

Ella presionó sus labios y se mantuvo serena.

—Por supuesto que no. Mi firma ya está allí.

Abandonó su postura relajada y se inclinó al contrato que estaba en medio de ellos, agarró su bolígrafo que tenía en el interior de su partó, dispuesto a cerrar el dichoso contrato.

—¿Sólo debo firmar? —preguntó al aire con una minúscula sonrisa, mientras que ella observaba como ese hombre firmaba para ser suyo por un tiempo. —Todo está hecho, creo que será divertido —pronunció ensanchando una gran sonrisa que elevaba su buena apariencia.

Ella tragó saliva con dificultad. A pesar de que obtuvo lo que quiso... ¿Por qué sentía que se había tirado a la boca del lobo ella misma?


 

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