Cyan salió de sus pensamientos cuando escuchó al guardia llamarle. Trago saliva y después entró a la oficina del coronel.
─¿Quería verme coronel?
─Cyan, adelante ─dijo el coronel ─cierra la puerta.
Cyan hizo caso.
─Adelante, toma asiento.
El coronel se sentó en la enorme silla giratoria de detrás de su escritorio.
La oficina es un lugar que pareciera como la de un político o la de algún director de escuela con la bandera de Kore de un lado mostrando ese particular color verde lima que brillaba con las luces blancas de la habitación, la bandera esta bordada con hilos dorados alrededor y una enorme letra K al centro de la bandera que, por si no quedo claro es la inicial de la colonia, del otro lado estaba otra bandera que gracias a la burocracia y los buenos recuerdos que esto traía estaba la bandera de lo que alguna vez fue el país: verde, blanco y rojo, una águila en el centro y gracias a los libros de historia es que todos sabemos que este lugar era conocido como México.
El decorado de la oficina era tan simplón como toda la colonia, un gris claro iluminado con las luces blancas del techo, el piso sí que era diferente con un afelpado que parecía la piel de algún animal cuidadosamente acomodado para que fuera la alfombra de la habitación, un escritorio de metal en el centro de todo y un montón de archiveros donde se guardaban todos los datos de los habitantes de la colonia, solo son un montón de papeles, pero son papeles que sirven acreditar tu estancia en la colonia. Unas sillas de descanso al lado de la puerta en lo más alejado del escritorio y un hombre de cabellera plateada lo esperaba con ansias mientras leía unos papeles.
─Bienvenido Cyan ─dijo ─siéntate por favor.
Cyan lo miró con mucha duda y luego se acercó a una de las sillas libres para sentarse, su trasero se congelaba en señal de que esta silla no fue usada por nadie antes de que él.
─Quiero que sepas ─continúo diciendo ─que me siento orgulloso por tu triunfo.
─Deje los halagos ─se defendió Cyan.
El coronel Clington es un hombre respetado en la colonia y no está acostumbrado a que lo enfrenten de esa manera, aunque Cyan se moría por salir corriendo después de haber dicho eso, la mirada del coronel era seria y no paraba de mirarlo mientras que el joven comenzaba a hiperventilar en su silla, si no fuera por el completo control de sus esfínteres justo ahora estaría orinado.
─Eres osado ─el coronel dejó los papeles de lado ─eso me gusta de un campeón.
Cyan trago saliva muy fuerte.
─Quiero que sepas que ganaste por pura suerte a pesar de que las apuestas estuvieran en tu contra.
Cyan no paraba de mirar al coronel, mantenía sus sentidos alerta esperando a que entrara un guardia o dos para apresarlo y llevarlo a lo más bajo de la colonia para encarcelarlo y torturarlo como a todos lo demás prisioneros de la colonia, esa sería una buena forma de desaparecerlo y anunciar a la colonia que Cyan ha rechazado su título y que Peter será el nuevo campeón, saldrá de la colonia y regresara con el diamante de hielo y una flota de guerreros para salir a colonizar gran parte de la jungla, y mientras tanto Cyan vivirá el resto de sus días en la prisión.
El coronel tiene una flota enorme de guardias y mil voluntarios más para cuidar la colonia y a su población, entonces ¿por qué no usarlos para salir a pelear?
La respuesta es demasiado simple, el coronel no quiere arriesgar a su gente para hacer el trabajo sucio allá afuera porque si bien pelearan con mucho ahínco no tiene el entrenamiento suficiente como los campeones preparados para enfrentar el mundo exterior, además que convertiría a esos muchachos en héroes, pero hasta este momento ninguno de los campeones seleccionados para salir han regresado con vida o muertos, se han perdido en la espesa selva.
Cyan pensaba seriamente en renunciar a su título como campeón ya que eso es posible por derecho si es que alguno de los peleadores está dispuesto a tomar su lugar, pero con el orgullo que se cargaba jamás aceptaría que quiere retirarse o al menos no lo haría en público.
─Aunque tienes la opción de retirarte, Peter está más que dispuesto en tomar tu lugar.
─¿Y qué es lo que gano yo?
Clington se recargo en su asiento cruzándose de brazos.
Por primera vez en toda su vida vio el potencial de Cyan, lo ha estado vigilando desde el momento en que fue seleccionado para pelear en la arena contra Peter, si favorito personal; estaba impactado ante tal osadía, podía oler su miedo, pero al mismo tiempo veía la determinación del chico.
─Me gusta lo que dices.
El coronel tomó un sobre amarillo para lanzarlo contra el escritorio frente a Cyan, Cyan miró dudoso el sobre y con algo de miedo lo agarró, lo abrió y miró de vuelta al coronel.