El sol salía por el horizonte con tanta intensidad, pero no con la suficiente fuerza como para calentar la tierra, Cyan y Urano se encorvaban al caminar frotándose los brazos del frio tan intenso que sentían.
Cyan intentaba ignorarlo, pero no podía avanzar por el frio que tenía, miraba de vez en cuando a Urano que también sentía el calante aire del bosque, pero a diferencia de él; Urano estaba más cubierto, aunque no fiera tanto.
─¿Podemos detenernos un momento? ─Cyan habló.
Urano lo miró serio.
Se detuvo sobre una enorme raíz y alzó la mirada el cielo rogando que algo pase con este chico.
Llevaban toda la noche caminando y lo único que Cyan había hecho en todas esas horas era quejarse de que le dolían los pies, de que se sentía sofocado por le traje tan ajustado y ahora que estaba congelándose, Urano no podía caminar y escuchar sus quejas un segundo más.
─¿Sabias que eres muy pesado?
─No es mi culpa ser un idiota que escapó de la colonia sin pensar en las consecuencias.
─Al menos lo reconoces.
Urano se sentó en la enorme raíz.
La fresca mañana cada vez más se calentaba con los rayos del sol, el bosque se extendía por doquier y miraran a donde miraran una espesa naturaleza abrazaba a los dos chicos con un frío que poco a poco era tolerable gracias el enorme astro que se alzaba en el horizonte, los ruidos eran tan relajantes con el sonido del agua corriendo a lo lejos, seguramente un rio y aunque en la colonia los cantos de las aves son solo una grabación puesta cada mañana para simular el ambiente natural, aquí todo era mejor, sonaba mejor que una simple grabación en la colonia, Urano y Cyan estaban tan ocupados como para notar tanta hermosura.
Antes, en esa zona se rumoraba entre los habitantes de Kore era una pequeña ciudad con un montón de barricadas militares que funcionaron como refugios para los más suertudos que tuvieron la dicha de vivir cerca para tomar un lugar, eso fue antes de que los humanos decidieran excavar para esconderse como lombrices bajo la tierra.
Cyan tomó una rama que encontró por ahí empezó a jugar con ella mientras Urano descansaba los pies un poco, no lo decía, pero estaba igual de cansado que Cyan, pero no quería quejarse debido a su educación que consistía en quedarse callado para no molestar al prójimo, es decir que si tienes alguna dolencia o algo que decir que no aporte de manera productiva a la conversación entonces cállalo, será mejor.
─¿Crees que existan más humanos por ahí?
Hay ocasiones en que Cyan no era muy inteligente.
Urano lo miró y rodó los ojos con cansancio, pero algo paso que hizo que se alertaran los dos; el ruido de ramas rompiéndose.
─¿Escuchaste eso? ─Cyan se pegó a Urano en posición de combate.
─Si, mantente alerta.
Entonces la detonación de un arma de fuego resonó haciendo eco en el bosque, afortunadamente no dio en el blanco que era el chico fugitivo de la colonia, en cambio pegó en la enorme raíz que sobresalía del piso.
─Me encontraron.
Cyan y Urano intentaron huir, pero el movimiento del piso los hizo detenerse.
Por un momento pensaron que estaban alucinando, pero pronto se dieron cuenta que realmente la enorme raíz estaba despertando y levantándose, Urano alcanzó a saltar de la enorme raíz, pero Cyan se percató de algo que estaba fuera de sus posibilidades, una enorme cabeza monstruosa se levantaba por encima de los árboles, tenia enormes colmillos lo bastante afilados como para partir varios arboles de un solo mordisco, escurría una especie de baba ámbar que se asemejaba mucho a la sabia de un árbol, los colores de esa cosa eran bastante oscuros aunque estuviera ante la luz solar y a su alrededor notó que se levantan otras enormes raíces como si fueran tentáculos llenos de espinas.
─¡Cyan!
El mencionado reaccionó antes de que el enorme tentáculo se levantara con fuerza y por poco hacia que Cyan saliera volando, Urano comenzó su carrera en dirección a lo que parecía ser el tallo principal del enorme monstruo y mientras Cyan esquivaba los latigazos que le propinaba la enorme flor a la distancia; Urano peleaba con otro de igual tamaño lanzando golpes acertando en el blanco, pero sin poder causarle el mínimo daño debido a que seguía agitándose con fuerza y entonces un grito desgarrador resonó a las espaldas de los chicos, ambos se miraron y con agilidad corrieron en dirección del sonido, esquivaban ramas cayendo y montonal de hojas que se desprendían de los arboles por los bruscos movimientos que propinaba la monstruosa flor, un par de metros delante de ellos había un montón de personas disparando al aire para tratar de acertar un golpe en lo que parecía se la cabeza del monstruo.
Cyan intentó huir al reconocer los uniformes de los guardias de Kore, pero Urano le tiró una mirada inquisidora para hacerle saber que debían ayudarlos, eran los únicos con un poder más grande que sus armas.