Albenis Ramsey. Quien es considerado como el mejor soldado del gran Imperio de Eros, además, de ser el temido y sanguinario Duque del inhóspito territorio norte. En pocas palabras, un hombre que pareciera no temerle a nada ni a nadie y que soluciona sus problemas con el filo de su espada. Motivo por el que obtuvo el bien merecido apodo de "el verdugo del norte". Ha encontrado algo que ni siquiera él es capaz de hacer y eso es, curar la extraña y misteriosa enfermedad que padece su sobrino.
Caleb, desde que nació siempre ha tenido un cuerpo débil. Sin embargo, en el último año su condición parece haber empeorado.
Ha buscado por todos los medios posibles una forma de sanarlo pero sin éxito. Él le prometió a su hermana antes de morir que cuidaría del chico y lo trataría como si fuera su propio hijo. Hasta ahora ha conseguido cumplir su promesa y piensa seguir así. Después de todo, es el único descendiente consanguíneo que le queda y como ha decidido no casarse ni mucho menos tener hijos, Caleb será quien se convierta en su heredero directo y próximo gobernante del norte.
Por lo que debe asegurarse de que sobreviva.
Los doctores y sanadores enviados por el emperador tampoco resultaron de utilidad, aunque él tampoco esperaba que lo fueran. Era obvio que un viejo cobarde que se esconde detrás de un simple título como lo hace el actual emperador, no iba a facilitarle las cosas. No, cuando sabe que el apellido en cualquier momento puede convertirse en un peligro para la corona. Así que, solo está aprovechando la oportunidad que se le ha presentado para cortar el problema de raíz.
Dejar morir a su sucesor.
Pero ahora, delante de sus ojos, el Duque ve lo que parece ser su última esperanza de salvar la vida de Caleb. Es el retrato de una mujer. Bastante joven, de ojos azules y cabello plateado. A simple vista no parece tener ningún conocimiento en medicina y mucho menos da la impresión de ser una sanadora.
Al menos, no una reconocida por la familia imperial.
Lo cuál es extraño. Pues, no hay manera de que alguien nazca con el don de sanación, quiera pasar desapercibido.
Salvo que no desee ser encontrada.
En ese caso, la pregunta sería: ¿Por qué?
El Duque, golpea ligeramente el escritorio de manera que se encuentra lleno de papeles, un par de veces con sus largos y callosos dedos. Revisa la información de la misteriosa mujer una vez más antes de decir:
—¿De verdad puedes asegurarme que todo lo escrito en este documento es cierto?
Amaro. Él soldado más leal y confiable que tiene bajo su mando después de asumir su posición como la cabeza de la familia Ramsay hace cinco años, se encuentra de pie justo frente a él.
—Así es, mi señor —responde sin un ápice de duda en su voz—. Los habitantes del pueblo dijeron que esa mujer cura cualquier enfermedad. Casi como si se tratara de… un milagro.
—¿Milagro, uh? —repite el Duque mientras tamborilea con sus dedos.
Volvió a mirar el documento.
La curiosidad por conocer a la misteriosa mujer que podría salvar a su sobrino no hizo más que aumentar.
—Bien. Vamos a averiguar qué tan milagrosa puede llegar a ser esa mujer—dice, levantándose de la silla en la que estaba sentado—. Avísale a los demás que partimos mañana hacia Parcell.
—Como ordene, mi señor —dice Amaro justo antes de retirarse de la oficina.
—Joshep.
El mayordomo que hasta ahora había permanecido en silencio, da un paso al frente, aparte de Amaro es la segunda persona en la que el Duque puede depositar su confianza. Aún así no pudo evitar que se le escapara el pensamiento de que su señor estaba a punto de cometer una insensatez.
Ir en busca de una mujer desconocida era muy arriesgado. Incluso tratándose de él.
—Aquí estoy —respondió, el mayordomo casi de inmediato.
—Encargate de hacer todos los preparativos necesarios para el viaje.
—Así lo haré, mi señor.
***
Parcell, es un pequeño y abandonado pueblo ubicado en el territorio más alejado de la capital. Muchos ni siquiera llegan a recordar que existe, incluyendo al mismo emperador, quién no se ha molestado en construir una escuela adecuada para los niños. Ni que decir de un hospital digno en el que las personas puedan recurrir cuando se enferman o mandar aunque sea un sanador de bajo rango.
Pues, en un sitio tan pobre como ese, no podrían aspirar a más.
De cierta forma. Eso es lo que precisamente lo convierte en el lugar perfecto para que una solitaria y joven bruja pueda pasar inadvertida. Aunque, para Eliria, Parcell es mucho más que un escondite. Es su hogar y todos los que viven allí son su familia. No es para menos. Ella ha crecido y vivido en ese pueblo, no ha conocido nada más y, no aspira a hacerlo.
Es por eso que en vez de gastar su tiempo y energía en pensamientos innecesarios como esos, prefiere ser útil y ayudar a las personas. Solo de esa manera consigue expresar su gratitud hacia ellos. Su cuerpo es demasiado débil como para usar magia libremente, pero, sí es una experta en plantas y crear pociones. Tanto así que, no hay ninguna enfermedad que sea incapaz de tratar.
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Editado: 30.09.2023