Élite Dorada

Prólogo

Era la tercera vez que su madre tocaba la puerta. El sol bañaba los ventanales de la habitación, cálido como siempre; aunque Hassy no le prestaba mucha atención porque estaba caminando de un lado a otro buscando unos zapatos lo suficientemente cómodos como para soportar toda la conferencia de prensa.

Toc toc toc. Era, con esa, la cuarta vez que ese sonido retumbaba en los oídos de Hassy.

-Ya estoy...- comenzó a decir y acercándose a la puerta dio un tirón a la manija dorada y salió torpemente de su cuarto para tomarse con el rostro cansado de su madre- lista.

Ambas se apresuraron para reunirse con el señor Sourth, el padre de la chica, que esperaba en la pequeña sala de estar del estacionamiento.

Subieron al auto platinado que los esperaba, callados y tensos. Hassy extrañaba a su hermanito, con su vibrante energía incluso en días como aquel, tal vez lo había aprendido de Lex, su hermano mayor. Últimamente solo podía pensar en ellos pero en ese momento contaba también con la compañía de la asistente de su mamá, tan atenta como irritante, ella iba vestida con un conjunto gris que parecía perderse con el forro de los asientos del auto. El trayecto se le hacía eterno a Hassy, y aburrido; no podía hacer más que pensar en que estaría haciendo su hermanito, hace un mes que había al campamento de la SOCIF para aspirantes que en realidad no necesitaba ya que contaba con todo lo necesario para ser el hijo perfecto a los ojos de cualquier otro miembro del consejo excepto (redundantemente) a los de sus padres.

La chica cerró los ojos unos segundos y luego sin saber exactamente cómo se encontró a si misma caminando hacia uno de los grandes edificios plateados de la ciudad, tratando de arreglarse el cabello castaño que le caía en la espalda mientras seguía de lejos los pasos apurados de su madre.

-Jean, hola- escuchó una voz que se acercaba a ella por detrás, pero el nombre que decía no era el suyo seguido de eso sintió que tocaban su hombro. Le dio la cara, sin articular una sola palabra, contemplando al chico confundido que tenía delante sus ojos: cabello enmarañado, cara sucia, pantalones mal puestos y como remate, playera rasgada. Hassy le regresó la mirada confundida aunque también un gesto extraño con las cejas que pasaba del enojo a una simple petición de que explicara lo que estaba pasando.

- Llevo prisa - trataba de excusarse la castaña. Notó el chico miraba fijamente su brazo, como buscando algo lo que hizo que Hassy estirara hacia abajo la manga de su vestido, incómoda.

-Lo siento, pensé que eras alguien más.- Inclinó su cabeza al mismo tiempo que se alejaba caminando rápido.

La chica estaba tratando de asimilar lo que había pasado, entró al edificio cuya puerta giratoria solía confundirla cuando niña. El elevador estaba custodiado por dos hombres con trajes azul marino que tenían una cara inexpresiva a la que ya se había acostumbrado.

-9510HS347M2 - entregó su código y puso su dedo esperando el pinchazo. Luego entregó su identificación para que la escanearan.

- Piso 45 - contestó el hombre de la izquierda.

Entró sin dudarlo escuchando un pitido que le recordaba el hecho de que la conferencia estaba a nada de llevarse acabó. Su pie no dejaba de moverse al ritmo de una canción que por el momento solo existía en su cabeza, estaba distraída como de costumbre, miraba el suelo con una mirada perdida hasta que sintió una mano envolviéndose en su brazo jalándola fuera del cubo de metal, el bip que afirmaba que las puertas estaban abiertas sonó apenas unos milisegundos después.

Ella quería reclamar y gritar hasta que logró ver a quien pertenecía la mano así que tuvo que contenerse. Su padre era de esos que no hablan mucho, en lugar de eso tomaba acción.

Se estaba haciendo tarde, la brecha de tiempo que separaba a la "Comunidad de los Cedros Antiguos" del conocimiento del estado actual de la presidencia de la región era minúscula.

Con pasos torpes y largos avanzó tan rápido como su padre que seguía tomando su brazo con fuerza, notó de pronto que la alfombra que se extendía debajo de sus pies era color negra, un negro carbón que le ponía los pelos de punta; como un mal presagio o algo parecido.

Luego de unos minutos y varias vueltas por fin pudo ver las puertas de la sala designada para la conferencia, eran de madera pero parecían opacas, como si no las hubieran limpiado en mucho tiempo.

Su padre la soltó por fin, haciendo que una sensación de nerviosismo recorriera su cuerpo porque ella no había notado lo reconfortante que le resultaba ese toque cálido hasta que ya no estuvo ahí, era como la primera vez que entró por su propio pie a una de esas conferencias, se sentía cansada incluso sin haber comenzado.

Ambos entraron, uno a lado del otro, haciendo que varias miradas se posaran sobre ellos con una que destacaba entre todas: la de su madre, reprobatoria, furiosa e intranquila.

Se abrieron paso entre quienes aún estaban fuera de sus asientos, hasta encontrar a la señora Sourth que estaba sentada un poco más arriba del centro de la sala. Esta vez las sillas tenían un recubrimiento extraño color azul oscuro, la textura era parecida a la del terciopelo o más bien a la del algodón.

Tan pronto como la música comenzó el bullicio de la sala fue exterminado, los altavoces esféricos retumbaban al compás de la sinfonía presidencial designada, aquella vez perteneciente a un grupo de estudiantes graduados del Departamento de Educación Musical y Natural, la música en sí no parecía gran cosa comparada con los trabajos más recientes de la Orquesta Presidencial, pero demostraban las nuevas oportunidades para los jóvenes además del valor de la preservación del amor al arte.

- El presidente entrará en la sala en 10,9, 8 - cuando la cuenta regresiva comenzó la música se cortó al instante.

- 1 - dijo Hassy al mismo tiempo que la voz de las esferas.

Se disparó un haz de luz que atravesaba la sala, sobre las cabezas de todos los asistentes haciendo que varios de ellos se encogieran en sus lugares. Hassy mantenía la cabeza gacha, no quería mirar la pantalla, el brillo lastimaba sus ojos.




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