Capítulo VII

— Dependet tibi —

Lo tenían amordazado, los tobillos sujetados a la silla por correas al igual que sus muñecas.

Mierda. Mierda. Mierda.

¿Dónde carajos estaba su esposa? ¿Dónde carajos estaba su hijo? ¿Dónde carajos estaba él?

—Vaya, vaya— exclamó una voz femenina desde la oscuridad—, veo que nuestro invitado ya despertó.

Una hermosa mujer surgió de la sombra, el cuarto solo era iluminado por un foco arriba de su cabeza, pero dejaba ver la piel pálida de la mujer. Cabello largo de un tono tan rojo y una belleza tan abismal que a simple vista parecía una alucinación.

—¿Quién eres? ¿Dónde está mi familia? —gritó.

—Calmado— ordenó—, tu esposa y tu hijo están bien, por ahora.

—¿Por ahora?

—Si— confirmó—, por ahora. Todo depende de ti, nos ayudas, no tocamos a tu preciado Vicky.

Sabían el nombre de su hijo, en que muerda se había metido. La sangre le hirvió con sólo pensar en las atrocidades a las que expuso a su familia por hacer tratos bajo la mesa.

—Así es, creo que hicimos bien nuestra tarea. Víctor Dupont, 17 años, preparatoria wester en último año. Mierda, al parecer tenemos al padre de un super genio. Becas completas de todo tipo, todavía ni se graduó y ya tiene 20 solicitudes universitarias. Felicidades, creo que la escuela se pagará sola.

—Cállate, no te atrevas a hablar de mi hijo.

—Uy, que agresivo. Todavía ni siquiera empiezo con la mejor parte.

La chica se movía por la habitación sin despegar los ojos de lo que parecía su información personal. De momento a otro, una mujer idéntica a la anterior se hizo presente sosteniendo una bandeja. El parecido era fenomenal. Ambas con el cabello más hermoso que cualquiera haya podido apreciar y una mirada incómoda con un toque de superioridad.

—¿Sabías que tiene un hijo genio? —preguntó a la desconocida número dos.

—Claro, con razón se me hacía tan conocido el "Dupont".

Se volvió a girar hacia el para continuar con la tortura de leerle su historia de vida.

—Melissa Contreras, una mujer Mexicana de 40 años, enfermera activa desde el noventa y ocho. Llevas más de veinte años casado con ella, Felicidades de nuevo señor sueño americano. Hay una foto, por eso me sonaba y veo que no tienes mal gusto en mujeres como en socios.

Le extendió el pedazo de papel a los ojos. Y ahí estaba, su Melissa, su Melly. Tan radiante como siempre, estaba en ese vestido amarillo ceñido al cuerpo que la hacía ver como la mujer que era.

La mujer perfecta.

—Ni se te ocurra ponerle un dedo encima.

—Como dije, eso está más en tu decisión que en la mía.

—¡Déjenme ir! —gritó—, les ruego que me dejen ir.

Era más que obvio que lo que menos recibiría en esos momentos sería algo como piedad. Las muñecas goteaban por la sangre, y su cara empalideció en cuanto una manta descubrió una pequeña cierra.

—Como dije, el dolor depende de ti, si tocamos a tu preciada familia depende de ti, nada de esto tiene que pasar a mayores. Es fácil, tu respondes lo que te pidamos, y nadie sale lastimado.

- r a i n 

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Uno siempre necesita alguna que otra escena sin contexto alguno. Perome encantó que vicky haya formado parte de esto. Todo indica que al parecer el universo de VIRAHA y el universo de impuros es el mismo. ¿No es fenomenal?