Elixir [impuros libro I] en edición

Capítulo X

— Occasio saeculi —

Nicolai

Su ropa estaba por completo empapada, la lluvia no había servido de nada para vigilar el gimnasio y solo lograron enfurecer a Dominic aún más que de costumbre.

—Mi paciencia se agota verdugos— dijo Dominic quitándose la chaqueta en la entrada.

—¿Verdugos? —preguntó Nicolai ignorando a Abel.

—Si, son los malditos mensajeros del diablo ¿acaso no saben que los llaman verdugos?

Nicolai estaba sorprendido, Abel parecía que le importaba una mierda.

—No encontramos nada, eso suele pasar. Igual tu fuiste el insistente en incluirte— reprendió un muy agotado Abel desde el suelo.

Él no decía una mentira, Dominic los había llamado porque creía que el siguiente cargamento llegaría ayer por la madrugada. Había estado cerrado el gimnasio las últimas semanas, pero la movilidad de personas dentro había duplicado. Decenas de caídos entrando y saliendo para "entrenar" sin contar que el caído con fuerza monstruosa ya no se había hecho ver al público en las peleas.

Los entrenamientos comenzaron a ser a puerta cerrada y las peleas de apuestas se redujeron a solo los viernes de medianoche.

—Como sea, hoy no pudimos encontrar nada jugoso y si somos realistas va a ser aún más difícil con Carter teniendo a un espía en cada esquina— habló Abel—, nos vio, Nico, y casualmente desde ese día no ha dejado ni un cabo suelto en su maldito hoyo de ratas.

Nicolai había tenido la mente en dos lugares principalmente. En el asunto con Carter, y Gabriela.

Aun no estaba del todo seguro si ese era el orden correcto.

Carter ya había estado involucrado en muchos dramas, pero nunca algo que oliera tan mal. Siempre dejaba un cabo suelto, siempre le daba a la gente, aunque sea una pisca de que hablar, porque él era así, dramático y con la adicción de ser siempre el centro de atención.

Su celular vibró en el bolsillo de su chaqueta.

*Número desconocido*Querido Nicolai, me encantaron las flores de ayer. Fue muy inesperado que vinieran acompañadas de una carta que parecía tan perfeccionada y detallista, así que me imagino que o estudias letras, o simplemente eres un romántico a la antigua (y con cualquiera de las dos yo estaría fascinada). Creo que si usted, alias caballero desconocido, alias Nicolai; se dispuso a tener el maravilloso gesto de escribirme una carta lo que menos podría hacer es responder con el mismo gesto (sé que esto es un mensaje, pero es el único recurso por el momento, así que...). Como sea, creo que lo que quiero decir es, gracias, Nicolai.

Nicolai sonrió, su estómago se llenó de mariposas y la cara le dolía, pero la felicidad lo motivaba a sonreír aún más.

Gabriela

¿Acaso había sido muy poco directa? ¿Parecía interesada siquiera?

—Carajo— pensó en vos alta.

—¿Qué pasa? —preguntó Julieta saliendo de la cocina— ¿Se volvió a tapar el baño de su casa? Porque esta vez no voy a ayudarte, la vez pasada terminé oliendo a drenaje durante todo el día y casi me vomito con la bola de pelos que salió.

Gabriela se asqueó de recordarlo. Esa escena fue un trauma que ninguna de las tres pudo olvidar.

Ella apenas le iba a responder, juró solemne mente recordarle el día que fingió ser su novia solo para que su ex no pensara que estaba en la miseria emocional, enserio que quería echárselo en cara, pero la campana de su celular sonó, y su corazón comenzó a latir de nuevo.

*Nicolai/ Chico desconocido*Querida princesa (supongamos que aún no se tu nombre, cuando claramente me cautivó la palabra grabada en tu identificador la primera vez que lo vi). Creo que tu carta ha sido el gesto más tierno que alguien ha tenido conmigo. Gracias por tu carta vía mensaje, yo hubiera preferido que la enviaras por paloma, pero el método de envío no define tus palabras, palabras que me llevaré el resto del día tatuadas, por cierto.

*Nicolai/ Chico desconocido*En este momento, el trabajo me tiene algo atareado, pero prometo llamarte esta noche. Pd. Me alegro de que las flores hayan captado tu atención en mí, prometo no desperdiciar esta gran oportunidad.

Pero claro que le llamó la atención. Aparte de guapo tenía que ser romántico al estilo clásico, como un conde sacado de un libro con temática de época. Cada palabra que escribía solo incrementaba el deseo de poder hablar con él en persona.

¿Sería igual en persona o solo sería un fraude con una bonita apariencia?

Nicolai

—¡No creo que estes muy al tanto de los riesgos, Dominic! —gritó Abel aún recostado en el suelo—, si Carter se entera que estamos detrás de él va a echar para atrás su plan hasta que el diablo le quité el blanco de la espalda. Ya nos pasó una vez.

Nicolai no se había movido del sofá desde que ambos caídos habían comenzado a discutir. Dominic no estaba acostumbrado a trabajar en equipo, y Abel no era lo suficiente paciente para aguantar la rebeldía de Dominic. Era un círculo vicioso para todos. Toda la noche mientras buscaban algo habían estado a punto de arrancarse los ojos.

Eran de la misma especie, pero parecían enemigos naturales.

—Entonces hablen ustedes— Dominic comenzó a tomar sus cosas para dirigirse a la puerta—, y llámenme cuando tengan un plan que no me haga perder mi tiempo.

Cerró la puerta de un golpe. Abel soltó un quejido desde el fondo del pecho.

—¡Demonios, ya no lo aguanto! —gritó.

—Es la única ayuda que tendremos en el momento, Abel. No podemos ponernos quisquillosos.

Abel se quitó el brazo de los ojos para mirarlo.

—Solo tenemos la ayuda de un maldito entrometido chismoso que se dedicaba hasta hace poco a hacer tratos casi tan malos como los de lucifer— Abel se levantó del sofá—. Eso solo nos demuestra los jodidos que estamos.

—Tratemos de ser positivos, Dominic tiene muchos contactos.




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