Emerald, la usurpadora del trono [ya En Preventa]

ж Capítulo V: La princesa cautiva ж

Cuando al día siguiente Igor llegó al palacio y vio a Emerald, su corazón dio un vuelco: Ella aún mantenía el hechizo activo y era como si viera a su pupilo con vida.  Ella, al verlo, caminó con prisa hacia él y un fuerte abrazo. Ambos sentían deseos de llorar, pero no era prudente hacerlo, ya que levantaría sospechas entre la gente del palacio.

—Es hora de seguir con su entrenamiento, joven Diamond —le dijo el hechicero con voz pausada. La pequeña asintió con nerviosismo mientras caminaba a su lado.

Igor la llevó a la habitación donde su hermano había practicado magia. Necesitaba saber qué capacidades y carencias tenía para obtener una perspectiva más clara del panorama.

Llegaron a la parte trasera del palacio, sector un tanto oscuro debido a que la magia de su madre no llegaba hasta ese punto; era Igor el encargado de brindar la iluminación necesaria en ese recinto. Las enormes paredes grises intimidaban a Emerald; nunca había estado allí, siempre se había conformado con mirar aquella edificación desde la ventana de su habitación. En cuanto se detuvieron frente a la enorme puerta, ella se dio cuenta de que esta poseía las mismas marcas que había visto en el mausoleo. Observó a Igor, quien le sonrió.

—¿Por qué algunas puertas tienen estas marcas? —le preguntó, y él tocó ligeramente la superficie.

—Hay lugares donde solo pueden acceder personas designadas, esto se debe a que podrían tener cosas peligrosas en su interior.

—¿Y por qué el mausoleo tenía los mismos símbolos? ¿Qué significan?

—Los símbolos que ves aquí están escritos en un dialecto antiguo. Decirte con precisión qué significan sería mentirte. Perdimos muchos de estos conocimientos durante la batalla contra las criaturas del abismo.

—¿Cómo se eligieron las personas designadas?

—Son en su gran mayoría los líderes de cada familia. Por ejemplo, aquí en Delia, lo es tu madre. Y, en su momento, lo fue tu padre.
—¿Entonces algún día lo seré yo?

—Así es, pero eso será cuando tu madre se eleve con los antiguos ancestros.

Igor posicionó nuevamente su palma en el centro de la puerta y la golpeó tres veces; esta comenzó a crujir y unas líneas divisorias se materializaron justo en la mitad. Empujó uno de los lados hacia adentro para que ambos entraran. Emerald observaba todo con mucha curiosidad, caminaba de manera pausada, pues no quería perderse ni un solo detalle.

—Por aquí —le dijo Igor, y para cuando ella se dio cuenta, él ya se encontraba varios metros por delante, así que aceleró el paso.

Avanzaron por el pasillo, sus pisadas retumbaban por el pequeño espacio. La única habitación de ese lugar estaba al final de ese camino, detrás de una puerta de color azul. Cuando la alcanzaron, Igor sujetó la manija y la abrió. Las bisagras rechinaron e hicieron eco en todo el recinto.

Emerald, que fue la primera en entrar, quedó embelesada con lo que encontró. Había espejos adornando las paredes, un pequeño círculo trazado con pintura blanca en medio del suelo, una mesa con un cuenco de plata con manijas de oro a la derecha y un muñeco que traía puesta una armadura metálica a la izquierda. Un poco más allá, podía ver una repisa donde yacían una espada y un arco con sus flechas.

—Bien, lo primero. ¿Sabes para qué se preparaba tu hermano?

—Pues... una vez me dijo que era un examen para la escuela de magia —contestó ella con torpeza—, pero, la verdad, no entendí demasiado bien lo que me explicó después. Me dijo que, dependiendo del resultado, terminabas en un tipo de dormitorio.

—Entiendo —le contestó él con voz paternal—. Pierda cuidado, Emerald. Ahora le explicaré. Dentro de las personas dotadas de poderes, existen distintas clases:

»En primera instancia, están los Sanadores, quienes son capaces de emplear su magia para curar. Ginna Cinara, la esposa del rey August Lagnes fue una de las más prodigiosas en este tipo de arte mágica.

—Sí, he leído de ella.

—Perfecto —él sonrió—. Luego, tenemos a los Hechiceros, como yo. Se trata de personas virtuosas en la magia. Nosotros podemos realizar hechizos, ya sea de protección o que infrinjan daño físico.

—¿Entonces por eso eres el hechicero en jefe de Delia?

—Correcto. Los que tenemos este don más desarrollado somos enviados a diferentes reinos para poder entrenar a los futuros príncipes y prepararlos para dar este examen.

—¿Únicamente entrenan a los príncipes?

—Los aprendices, sí. Pero también llevamos clases de curación, de encantamientos, de pociones, y aprendemos a traer niños al mundo.

—¿Por qué?

—De esa forma minimizamos el riesgo de muerte de la madre y de los herederos.

—Entiendo.

—Están también los Luchadores. Para serle franco, esta clase ha sido un poco relegada. Es muy raro que alguno de los hijos de linaje mágico o de nobleza sea enviado aquí.

—¿A qué se debe eso?

—Son personas no mágicas; sin embargo, poseen una gran capacidad física y mental. Los guardias del ejercito tienen divisiones especializadas en la primera línea que comprenden luchadores muy capaces. —Emerald asintió luego de oírlo—. Luego tenemos a los Encantadores, quienes son muy diestros en el arte de la preparación de pociones. No solo basta que conozcan la fórmula precisa, sino que esto requiere de una combinación de magia y talento.

»Y, por último, está la clase de los Virtuosos. Se le conoce también como la mejor clase. Siempre los hijos de los monarcas han ingresado a ella, ya que dominan a la perfección todos los tipos antes mencionados.

—Esa era la clase a la que Diamond quería entrar —contestó ella con prisa.

—En efecto —le dijo con falsa calma, ya que sabía que la reina quería que Emerald ingresara a esa clase—. Necesito que me muestres tus habilidades, Emerald. —Él le sonrió de manera tranquilizadora, pero ella sentía que sus palmas comenzaban a sudar producto de los nervios.




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