Todos están riendo a carcajadas del comportamiento ebrio que tiene Benjamín, su compañero de trabajo. Balbucea y confiesa haber estado enamorado de la mitad de mujeres en la empresa, todos los presentes en la mesa ríen y niegan.
— Benjamín, suelta esa copa o te pondrás peor.
El mencionado gruñó como si de un niño pequeño se tratará, se acercó donde Alena y rodeo sus hombros soltando un erupto lleno de alcohol sobre el rostro de la mujer haciendo que está arrugara su nariz con disgusto.
— Tú bendita mujer, me tienes loco desde que comenzaste a trabajar para la compañía.
Todos sonrieron y alzaron las cejas de forma coqueta, la compañera de su lado le codeo el brazo pero Alena simplemente sonrió divertida.
— Lamento romper tú corazón, pero tengo novio.
Benjamín abucheo al público y entonces se alejó de la mesa a tropezones, definitivamente ese hombre no podría estar peor, pensó. Estaba cansada, todos sus compañeros de trabajo se habían reunido a festejar el ascenso que le habían dado a Abril, una de las recepcionistas en la zona principal pero la fiesta se había reducido a alcohol y a decidir a quien llevarias hoy a tu departamento, cosa que ella no haría.
Se puso de pie tomando su bolso y saco, veía innecesario despedirse de sus compañeras que estaban embobadas coqueteando con los chicos del lugar. Pero entonces aquella fría palma en su codo detuvo su andar a la salida del lugar.
— ¿Me dejarías llevarte a tú departamento?, es bastante tarde ya.
Era Noé, aquel chico era todo un caballero, así que se limitó a asentir, sabría que el no intentaría entrar a su departamento por la fuerza y aceptaría un no como respuesta a toda petición que tuviera.
Pronto salieron del lugar el viento frío de la noche golpeó sus rostros, no tardaron en subir al auto y Alena pudo experimentar un nuevo olor inundar sus pulmones, era el perfume dulce de una mujer y no era el suyo, el olor a melocotón le gustaba, tanto que se tento a preguntarle a quien había subido a su auto que olía tan bien.
En el transcurso del camino un silencio incomodo para Noé se formó dentro del auto pero para Alena ese silenció era paz, le gustaba ir observando el camino sin ser interrumpida, cuando llegaron desabrochó el cinturón y se giró a mirarlo
— Muchas gracias por traerme, cuando me necesites ya sabes dónde encontrarme.
Sin decir más salió del auto, pero pronto se dispuso a caminar hacia su edificio la voz agitada de Noé gritarle "¡espera!" la hizo detenerse.
— Alena tengo que decirlo, lamento ser yo quien te lo diga pero creo que deberías hablar con Fabián.
Escuchar el nombre del hombre con el que estaba saliendo no le causó ningún tipo de emoción, pero logró fingirla a la perfección frunciendo las cejas, mostrándose confusa.
— El. . .te está engañando, lo vi entrar en su auto con una mujer y entraron aún motel, de verdad lo siento.
Podía ver la lastima que sentía en su rostro, hizo una mueca, soltó un suspiro y le dedicó una sonrisa
— Gracias Noé, ahora ve a casá.
No quiso escuchar una palabra más, entro al edificio, pronto estuvo en el elevador observo su reflejo en este. Ella lo sabía, ella antes que nadie lo supo cuando aquel hombre comenzó a engañarla con una mujer que desconocía y no quería conocer. La primera vez que sucedió fue cuando observo que este le pedía a sus empleados mandar flores y chocolates a una casá que no era la suya,con una sonrisa coqueta, triunfante.
Salió del elevador tan pronto las puertas se abrieron, justo cuando estaba por abrir su departamento aquella anciana que vivía a dos puertas suyas apareció sonriendo y ella respondió de la misma forma, entrando.
Pronto entro la sonrisa en su rostro se borró, dejó caer el móvil en el sofá, los tacones los fue dejando en el suelo y el saco igual, se dejó caer sobre el sofá y observo el techo a oscuras. ¿Por qué no ponía un final a su relación?, ella quería sentir alguna sensación, alguna emoción ya fuera tristeza, enfado, o amor pero nada, levantó su mano lo más que pudo, estiró incluso la punta de sus dedos pero entonces dejó caer la mano sin avisar. Alena no lograba sentir nada, había estado engañando a su mente y a todos los que la rodeaban de que ella era completamente feliz y enamoradiza pero no era así.
Se levantó caminando con lentitud hacia su habitación, cuando entro se aproximó al balcón, el viento despeino su cabello, lleno de aire sus pulmones pero ninguna expresión se dibujo en su rostro, ella seguiría tal y como estaba ahora, fingiendo una vida normal, con un amor que la engañaba, con amigos que solo buscaban intereses en ella hasta poder tan siquiera rozar un poco de la felicidad de la que tanto le contaban pero lo que ella no sabía es que estaba por probar mucho más que eso.