Prólogo

Moisés

24 de diciembre, 2016.

Me cuesta poder asimilar lo que Carolina me está diciendo. Es algo que Ricardo y yo no nos esperábamos. Es de suponer que Jolene se enteró de primero, puesto que no está del todo sorprendida al igual que lo estamos Ricardo y yo.

—Sé que les puede parecer loco, pero si, lo estoy —dice Carolina sin perder la sonrisa en su rostro—, Jolene tampoco lo creía.

—¡Puta madre! —exclama con alegría Ricardo. Todos reímos—. Po—Por un momento pensé y creí que era una broma.

—Es algo tan emocionante —digo llevando una mano a mi boca—, pero a la vez triste. No está él y eso lo sabemos.

—Lo sé, pero es de él y me alegra mucho. Lo recibiré con ansias —dice Carolina y seca una lágrima que se le ha escurrido en su mejía.

Abrazo muy fuerte a Carolina, pero me detengo porque no quiero lastimarla.

—Y si me disculpan, tengo que ir a vomitar —sale corriendo al baño.

— ¿Eso suele pasarles a las mujeres? —pregunto sentándome en el sofá.

—Claro que si —dice Jolene sentándose a mi lado.

—No tarda en venir Alejandra ¿no les molesta? ¿verdad? —pregunto viéndolos a los dos.

—Sabes bien que Alejandra es bienvenida —dice Ricardo palmeando mi hombro izquierdo.

—Veré como sigue Carolina —dice Jolene y se dirige al baño.

—Es una sorpresa increíble —dice Ricardo aún emocionado.

— ¿Quién no lo estaría? —río.

Desde el 13 de diciembre he estado viviendo en casa de Elías, con Ricardo. Puesto que desde el 9 de diciembre mis padres ya no están conmigo. Se fueron sin decir nada y dejar nada.

Carolina de igual forma vive aquí, porque sus padres hicieron lo mismo. Sé que se preguntarán ¿Por qué lo hicieron? La respuesta es sencilla "No lo sé"

Son apenas las una de la tarde, ya hemos comprado los preparativos para la cena de media noche. También fuimos a comprarnos nuestra ropa que usaremos en la noche.

Carolina levanta la mesa con ayuda de Jolene. Yo me he encargado de lavar los platos. Ricardo limpia la cocina.

—¿Por qué Jolene no se viene a vivir con nosotros? —se detiene y pregunta Ricardo.

—Quizás sus padres no la quieren dejar independizarse aún —río y ubico los platos, secos en la repisa de madera.

—Es de esperarse —musita él ubicando el lampazo en su lugar.

—Vamos donde las chicas —le digo y nos dirigimos a la sala—. Iré a mi cuarto a traer el cargador de mi celular.

—Está bien amigo.

Subo a la que ahora es mi habitación y busco el cargador que dejé en la mesita de noche que está a la par de la cama. Me cuesta poder encontrarlo, puesto que no está donde lo dejé.

Al encontrarlo, tomo mi celular y lo primero que hago es revisar el mensaje que me ha entrado. Extraño, no tiene número y lo único que tiene es un "- - -" dice:

<< ¡Holaaa! Mi viejo amigo Moisés ¿Qué tal estás? Por lo que he visto estos días, podría decirte que la estás pasando bien con tus amigos y, Ricardo. Fue, por un momento, que creí que Elías no iba a morir. ¡Pero lo hizo! Ahora sí, mi plan podré llevarlo a cabo sin ese estorbo de Elías >>

Entra otro mensaje.

<< Cuida de tus amigos, Moisés. Porque el siguiente peón, serás tú >>

¡¿Pero qué mierda es esta?! ¿No qué ya se había terminado todo con la muerte de Elías? Esas y muchas preguntas más se formulan en mi mente.

Sólo una persona se me viene a la mente, sí, Antonio, pero me pongo a pensar. Si fuera Antonio, desde hace tiempo se hubiera deshecho de Elías. No puede ser él. Esto está confundiéndome.

¿Qué será lo que se nos aproxima, ahora?