En Busca de Respuestas(#2 de la saga "Misterio Familiar")

Capítulo Tres

Quedo observando mi celular. No sé qué decir. Estoy seguro que palidezco y la mirada que tiene Cristina me lo confirma.

¿Qué mierda ha sido eso?

— ¿Qué sucede? —pregunta Cristina con evidente preocupación.

—No es nada.

—Si no fuera nada, no hubieses cambiado tu expresión alegre a triste y no hubieses palidecido en cuestión de segundos.

—No te preocupes, no es nada malo.

—Ehm —golpea su lapicero en su boca—. Está bien.

— ¿Para qué me quieres? —pregunto cambiando de tema.

—Ayúdame con esa bandeja de comidas —señala a la bandeja que está detrás de ella.

—Lo que ordene la jefa —digo y ella ríe.

Tomo la bandeja con las comidas que tiene y sigo a Cristina. Ella va entregando las comidas.

Sigo preguntándome ¿Quién pudo haber sido? ¿Habrá sido a alguno que atendí? No lo sé, son muchas hipótesis. Trato de no pensar en ello, pero no puedo. No puedo olvidar el hecho de que prácticamente pude o estuve frente a frente de la persona que me ha enviado mensajes y cuya persona tiene a mis padres.

No todo es malo, ahora sé que ésta persona está aquí en Nicaragua y que mis padres pueden estar en algún lugar de aquí.

Ricardo debe de saberlo. La pregunta es ¿Cómo? Puesto que quede en acuerdo que no iba a conseguir un trabajo. Tendré que ingeniármelas para poder decírselo.

***

 

28 de enero, 2017.

Termino de hacer mi rutina de ejercicio junto a Patrick. Me siento en una de las bancas, bebo de mi botella con agua. Patrick permanece de pie frente de mí.

— ¿Rendido? —pregunta limpiando su sudor con su toalla.

—Un poco —doy otro sorbo a mi botella.

— ¿Qué es lo que tienes? —pregunta.

— ¿A qué te refieres?

—Te he visto que has estado más pensativo de lo habitual y todo se debe después del lunes —es lo que dice sin quitar su vista de mí colocando su toalla en uno de sus hombros.

—Eres muy observador.

—Lo considero un don

—Na, no creo que sea un don.

— ¿Vas a responder? —pregunta

Permanezco en silencio. Veo como saca su celular para luego estar escribiendo. No sé si decirle la verdad o inventar algo. Lo veo de reojos y está con su celular. Va, se lo diré. De todos modos el confía en mí y yo estoy comenzando a hacerlo.

—El lunes recibí una llamada —digo, él aparta su vista de su celular para observarme—. Lo normal, respondí y lo que me dijo la persona al otro lado de la línea me dejo pensativo, con miedo y me puso en alerta.

— ¿Qué te dijo esa persona? —pregunta y se sienta a mi lado. Mantengo la vista enfrente.

—Que le fue un gusto conocerme en persona.

— ¿Habrá sido la persona que te envió el mensaje en diciembre?

—Estoy seguro de eso.

—Ahora que lo sé, procurare estar pendiente de cualquier movimiento que haya en la cafetería —palmea mi hombro izquierdo, volteo a verlo—. Entiendo que no confíes en mí al cien por ciento para decirme lo que les paso el año pasado a ti y tus amigos.

>>Pero cuenta conmigo para cuidar tu espalda. No permitiré que un amigo más sea lastimado —se muestra triste en lo último que dijo. Estoy por preguntar el porqué de su cambio de expresión, pero él sacude su cabeza—. Bien ¿Vamos por comida? Tengo mucha hambre.

—E-Está bien —digo. Él se pone de pie y recoge sus cosas y las guarda en la mochila que trae consigo. Hago lo mismo.

¿Qué le habrá pasado en el pasado para que cambiará su expresión a triste cuando dijo “No permitiré que un amigo más sea lastimado”? Me ha dejado con incógnitas.

Buscaré la manera de conseguir respuestas.

***

Entro a la casa. Como me lo imagine, Ricardo no está en ella. Carolina está sentada en el sofá viendo la televisión. Veo la hora en mi celular, son apenas las tres con treinta minutos.

—Ya vine Carol —digo y beso su mejilla.

— ¿Todo bien? —pregunta y palmea el sofá a su lado para sentarme a la par de ella.

—Sí, todo bien en gimnasio —respondo mientras me siento a su lado—. ¿Y Jolene?

—Está durmiendo en su habitación —dice ella y cambia de canal—. Estuve pensando.

— ¿En qué? —pregunto dándole toda mi atención.

— ¿Y si él o ella no llega a quererme? —Mantiene la vista en el televisor y lleva ambas manos a su vientre. Debo admitir que me tomo por sorpresa.

—Uno de los síntomas del primer embarazo —digo y ella voltea a verme—. No te preocupes por eso, Carol, él o ella te va a amar incondicionalmente. Sabes que todos nosotros estamos esperándolo —seca con la palma de su mano ambas mejillas debido a las lágrimas que ha derramado—. Oye, no llores, aquí todos esperamos al bebe, lo que nos hace feliz porque él bebe lleva sangre de Elías, y él, Elías no estaría muerto del todo porque con él o la bebe en camino será muestra de que Elías aún sigue con nosotros.



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En el texto hay: suspenso, secuestros, misterio y mas

Editado: 06.05.2020

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