Capítulo Cinco

Moisés

03 de febrero, 2017.

Tres días, tres malditos días desde que recibí ese mensaje de aquella chica desconocida. Ese mismo día por la noche le escribí, pero no obtuve respuesta. Ayer volví a escribirle y lo mismo pasó. No sé qué hacer. Tal vez deba de esperar un poco más.

Hoy por la tarde quise acompañar a Carolina en su cita al médico sobre lo de su embarazo, pero no podía porque tenía que venir al trabajo. Al final terminó yendo con Ricardo. Jolene en cambio, se quedó en casa.

Es triste ver como ella trata de ocultar su tristeza. Entiendo lo que ella está pasando porque de igual forma lo estamos Carolina y yo. Sí, lo que Antonio afirmó aquella vez, fue un golpe duro para nosotros.

El saber que tengo como padres a unos cómplices de la muerte de los padres biológicos de Elías y Ricardo, es algo que duele, porque, traicionar de esa manera a sus amigos. Amigos que quizás llevaban años de amistad. No sé. No sé en qué pensaban mis padres y los de Carolina en aquellos días oscuro para los señores Vial.

Desde que supe de todo lo que Antonio les hizo a los señores Vial, me he puesto a pensar ¿Qué habrá llevado a Antonio a cometer aquello? A mis padres de traicionar la amistad de los Vial ¿    Qué los habría llevado a cometer semejante atrocidad?

Pasado algunos días del entierro de Elías, intenté, muchas veces, hacerles esas preguntas a mis padres, pero ellos siempre estaban “ocupados”.

El día que no encontré a mis padres en casa, ese día para mí fue devastador. Por mucho que ellos hayan hecho todo aquello, son mis padres. Estaba dispuesto a perdonarlos, pero me los quitaron. Me sentí tan miserable ese día y es hasta la fecha que aún me siento así.

Tan solo deseo verlos unos minutos para poder perdonarlos, aunque no sea yo el quien salió lastimado. Pido para que ellos no mueran sin antes haber recibido de mi perdón.

⎯Muchas gracias por venir  ⎯digo a una pareja de edad avanzada⎯. Que tengan una linda noche ⎯les sonrío.

⎯Igualmente a usted, bello joven ⎯dice la señora y devuelve la sonrisa.

⎯¡Bien! ⎯Grita Patrick tras de mí⎯. Al fin ya llego mi hora de salida ⎯palmea mi hombro derecho y ríe⎯. ¿Nos vamos?

⎯Ya era hora de terminar una semana más de trabajo ⎯río⎯. Deja y me cambio ¿Vale?

⎯Aquí te espero.

De camino a los vestidores de empleados, en la entrada de éstos, Cristina está sujetando la perilla de la puerta. La veo caer de rodillas no despegando su mano de la puerta. Me le acerco a paso lento y antes de colocarle mi mano sobre su hombro izquierdo, la escucho sorber su nariz dejando así escapar sollozos apenas audibles.

⎯¿Cristina? ¿Qué tienes? ⎯Pregunto poniéndome de cuclillas al lado de ella haciendo que se sobresalte.

Ella al verme abre más sus ojos. Luego limpia con un pañuelo las pocas lágrimas que se le han escapado. Sorbe su nariz, aclara su garganta y se pone de pie.

⎯No, no pasada nada, Moisés ⎯dice y luego sonríe con timidez⎯. ¿Ya te vas? ⎯Pregunta apartando su mirada de la mía.

⎯Ehm sí, ya me estoy yendo ⎯respondo⎯. Vine a cambiarme y pues, te he encontrado en la puerta y…

⎯Lo siento mucho ⎯me interrumpe haciéndose a un lado⎯. No quise estorbar.

⎯No lo hacías. Solo que ⎯rasco la parte baja de mi nuca⎯, me preguntaba que qué te había pasado por lo que, estabas de pie y luego te vi caer de rodillas y llorabas.

⎯Ay no ⎯dice ella cubriendo su rostro con ambas manos⎯. Dime que no me vistes hacer eso.

⎯Te acabo de decir que te vi llorando, no puedo decir lo contrario ⎯río por lo bajo⎯. En serio ¿Te pasa algo?

⎯La verdad ⎯deja escapar un largo suspiro⎯. Son muchas cosas sucediéndome a la vez que me hacen perder el orden de mis pensamientos…

⎯¿Listo Moisés? ⎯Escucho preguntar a Patrick⎯. Oh.

⎯Vete ⎯sonríe Cristina⎯. Estaré bien.

⎯Ehm. Está bien ⎯devuelvo la sonrisa. Tomo sus manos y la atraigo a mí para darle un abrazo. Ella obviamente se sorprende ante mi repentino movimiento. Ella devuelve el abrazo soltando un suspiro apenas audible⎯. Si necesitas ayuda tienes mi número para llamarme o enviarme un mensaje ¿De acuerdo?

⎯Lo, lo tendré en cuenta.

⎯Entonces ⎯digo liberándola de mi abrazo⎯. Ya me tengo que ir.

⎯¿Te irás así? ⎯Pregunta Patrick.

⎯Claro ⎯me acerco a él⎯. Hasta el lunes Cris. Ten buen fin de semana.

⎯Igualmente chicos.

Salimos de la cafetería y tomamos rumbo a casa. A pocas cuadras me despido de Patrick. Él toma un taxi y yo sigo mi caminar. Lo bueno es que solo falta un par de cuadras para llegar.

Saco mi celular del bolsillo delantero de mi pantalón. Aún no recibo respuesta del número de la chica desconocida.

¿Quién será? ¿Cómo habrá conseguido mi número? Porque en mis redes sociales no lo he puesto. Y no creo que alguno de mis amigos se lo haya dado por lo que este número es del extranjero. Sobre todo, pocas personas conocen a fondo todo lo que vivimos el año pasado.