En cada página, tú (lgbt+).

Catarsis.

La gente puede ser cruel a veces. Bueno, no solo a veces, en mi caso parecía ser todo el tiempo. ¿"Puto maricón asqueroso"? apreté los labios. Hace mucho tiempo que no me daban un insulto similar. No desde noveno año, cuando todos alternaban entre quince y dieciséis, éramos niños inmaduros, los insultos eran creativos y seguíamos a las multitudes, pero los escándalos y las novedades como "el gay de la clase" iban desapareciendo con el tiempo. Solo que aquí me sorprendía como adolescentes entre diecisiete y veinte podían ser de mente tan cerrada.

No era que todos los comebocas pendientes de mi escandalo se metieran con mi sexualidad, de hecho, lo mencionaban menos de lo que esperaba. Pero siempre habría manzanas huecas u podridas, y la mayoría eran los chicos mayores, aquellos que creían tener una reputación que mantener, una masculinidad que proteger. No sabía por qué, pero eran a los que más fácil le salían los insultos homofóbicos. Bastante creativos, debo reconocer. Y pensar que todos alguna vez me habían tratado con amabilidad, palmadas en la espalda y vitoreo durante mis competencias.

Suspiré, ¿debería abandonar el club de natación? No, me gustaba la natación.

Además, eso sería ir en contra de mi declaración sobre que no me importaba lo que dijeran y que no me vería afectado, pero, realmente, dudaba poder soportar sus miradas despectivas por mas tiempo. Las miradas no venían de todos, claro, solo de algunos, otros me ignoraban y a la tensión en general, y los dos o tres restantes me brindaban sonrisas compasivas pero sin acercarse más de lo necesario. Si de por sí, desde que se había revelado que espié a Samuel, nadie quería estar cerca de mí en los vestidores, no me imaginaba después del altercado de hoy.

Que nauseas.

Deseaba de todo corazón que esto terminara lo más pronto posible, poder ver a la cara a quien estuviese haciendo esto y simplemente preguntarle por qué. Pero aún faltaban muchos secretos míos por develar, amistades que recuperar e identidades que descubrir.

—¡Mark! —la exclamación de Elric me sacó de mis cavilaciones. Lo miré, intentando que no se notara en mi expresión cuan abrumado me sentía— Te decía que es mejor conversar en algún aula en desuso —Chasqueó la lengua, observando a los que, en vez de practicar en la alberca, cuchicheaban en nuestra dirección. —Antes de hacer algo de lo que me vaya a arrepentir.

Suspiré, liberando mis pulmones sobrecargados de oxígeno.

Elric...

Me dejaba un mal sabor de boca responderle mal a veces. ¿Qué no se supone que era un manojo de nervios frente a él? Ahora me causaba incomodidad más que nada, desde el día en su casa y mi crisis existencial, concretamente. Me seguía confundiendo esa cercanía, aun no era capaz de descifrar como pasó de a penas saber mi nombre y pedirme ayuda con un articulo a ayudarme con cosas que no le conciernen y ganarse malas miradas que originalmente iban dirigidas hacia mí.

¿Por qué las personas eran tan metiches, con un demonio?

Aunque debía admitir que no quería que Elric dejara de ser metiche. Me gustaba y mucho, su aparente preocupación hacía mí trasformaba mi corazón en un aparato defectuoso que latía desenfrenado.

Ugh.

Sostuvo mis hombros con ambas manos, causándome un espasmo por el sobresalto.

—Mark... ¿te sientes bien? —Preguntó Isaac, Elric se limitaba a observarme muy de cerca. Tanto que sentía que solo veía uno de sus grises ojos.

Respondí afirmativamente, pero no escuché mi voz. Fruncí el entrecejo. La risa de los demás están resonando muy fuerte, por eso no puedo escuchar mi voz.

Mis manos se sienten frías, como si estuvieran fuera de mi cuerpo, no mías. El aire entra y sale con dificultad, como si mis pulmones no pudieran comprender lo que les pido. No entiendo por qué todo parece tan... tan pesado. Como si cada pensamiento tuviera su propio peso, su propia gravedad que me jala hacia el centro de algo oscuro y lejano.

Me pregunto si esto es lo que se siente cuando pierdes el control. Es extraño, porque he tenido control sobre tantas cosas. Incluso sobre Elric, en cierta forma. Puedo leerlo, entenderlo, aunque no pueda decirlo en voz alta. Pero ahora... ahora todo parece fuera de lugar. ¿Por qué no puedo pensar? ¿Por qué no puedo calmarme?

Pienso en Elric, sigue frente a mí, sus labios se mueven y por un segundo me pregunto si él lo notaría si caigo al suelo. Si él me viera como soy, aquí, tan vulnerable. El pensamiento me da vértigo. ¿Cómo sigo sin perderme por completo?

¡Basta! Mi respiración se corta, no puedo tomar aire. Las risas siguen y siguen, y yo me estoy desmoronando, deslizándome hacia algo oscuro, fuera de mi alcance. Siento mi cuerpo quedarse sin energía. No puedo... ¿cómo...?

Mis manos buscan algo, algo para aferrarse, algo que me devuelva el control, pero las risas siguen y mi mente ya no puede más. Me estoy ahogando en ellas. Un impacto sordo en mis oídos, no siento dolor pero la sensación se esparce por mi cuerpo como hormigas diminutas corroyendo mis huesos.

Son mis rodillas, están contra el suelo. Mis labios tiemblan, y es ahí cuando entiendo lo que sucede, porque ya había sucedido antes, solo que hace muchos años. Durante aquel incendió.

—¡Mark, por el amor de Dios!

Tomé una bocanada de aire, como si mi cabeza hubiera estado sumergida en agua y finalmente pudiese tomar aire. Parpadeo, una vez, dos. La sensación de vértigo se disipa poco a poco, como una neblina que empieza a levantarse. Es entonces cuando lo veo. Elric está frente a mí, inclinado, con las cejas fruncidas y los ojos encendidos de preocupación. Sus manos están firmes sobre mis hombros, sacudiéndome con cuidado, pero con la suficiente fuerza como para que lo sienta.

—Mark, ¿me escuchas? ¡Respira, carajo!

Su voz es grave, cargada de una rara urgencia. Trato de tragar, aunque mi garganta se siente rasposa, trato. Me concentro en sus ojos claros, sus fruncidas cejas y sus labios apretados, en esa mezcla de miedo y frustración en su mirada que intento descifrar si estoy imaginando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.