En las Fauces del Lobo

Prefacio

El pueblo entero salió de sus hogares y observaron el cielo, totalmente estrellado. Ninguno se sintió, aspiraron el aire fresco y apreciaron las salpicaduras luminosas. Aquéllas que intrigaban a todos.

Pero no eran solo las estrellas.

Había un astro más, uno luminoso, grande y cambiante que atraía la atención de todos.

La luna.

Cada vez que la luna se veía grande y redonda como una pelota, era cuando todos los pueblerinos de Mazefrek salían y se detenían a contemplar el cielo nocturno. Justo en la Orilla del Cuerno, a unos pasos de la división entre el pueblo y el Bosque Maldito.

Rowena a travesó la puerta de su casa minutos tarde, cuando ya todos observaban el cielo. Sacudió sus manos llenas de polvo y, estirando su cuello para observar entre la muchedumbre, buscó a su padre. Un hombre que caminaba con un bastón y cogía de la pierna izquierda.

Cuando logró verlo, se acercó a él y esbozó su más grande sonrisa. Su padre era la mejor persona que conocía. Ingenioso, astuto y aventurero. Rowena quería ser como él, aspiraba a su mentalidad e ideología. Aunque terminara igual de herido (o peor) que como estaba en aquellos momentos.

Ella, en realidad, lo que más quería, era formar parte de una historia de hadas. Esperaba ese momento en conocer a su príncipe, dar el beso de amor, conocer criaturas fantásticas y ser la princesa perdida de algún lugar... su padre bien podría ser el rey de alguno de esos parajes por los que tanto visitó.

Quizá su madre era la reina de algún lugar y por eso no estaba con ella.

Su madre era la reina de un lugar fantástico. Un reino donde todos cantan bajo la luna llena, celebran bajo el sol y bailan observando las estrellas. Seguramente era la mejor reina que jamás se hubo visto. Tan bondadosa, buena y amable, como su padre siempre la describía cuando Rowena lo atacaba con preguntas sobre su madre.

Cada tarde que dejaba la canasta sobre la mesa, después de adentrarse al interior de la casa y se recargaba en la primera silla que veía, la emoción en su rostro era tan clara como el río, con una sonrisa brillante y sus ojos centelleantes, como dos enormes estrellas... quizá una galaxia entera.

—Oh, padre —exclamaba, jugueteando con el respaldo de la silla. Sus dedos finos acariciando los toscos bordes de la madera gastada—. ¿Podrías contarme sobre mamá? —murmuraba con un hilo de voz, nunca podía ocultar el entusiasmo y melancolía que sentía.

Su padre ladeaba una sonrisa, jalaba la silla y se sentaba para luego tomar la canasta que su hija había traído a casa. Llena de pan, frutos secos e incluso flores silvestres que recolectaba en las entradas del bosque. Lugar que llamó la Orilla del Cuerno. A pesar de que al señor Wölgub no le agradaba que su hija se acercara a aquel lugar, le permitía que recolectara lo que quisiese.

Antes de narrar, sostenía el mango de la canasta y observaba su interior con la melancolía colgando de su rostro.

—Era una mujer buena, bondadosa y amable —decía, esbozando una sonrisa al recordar la imagen de la madre de Rowena—, tan bella como tú —continuaba, alzando su vista a su hija, quien jamás dejaba de observarlo.

A Rowena le encantaba pensar que su madre era una reina. Seguramente su vida sería una total aventura con ese pequeño detalle. 

Averiguarlo todo, porque lo único que no sabía de su madre eran los por qué.

«¿Por qué mamá no está con nosotros? Si es tan buena, ¿por qué nos dejó? ¿Por qué?»

Quizá Rolan Wolgüb tenía las respuestas. Si las tenía, nunca las compartía; quizá se preguntaba lo mismo porque desconocía la verdad.

 Rowena se hizo espacio entre las personas que observaban el cielo. Avanzó hacia su padre quien, al divisarla, sonrió y le hizo un espacio junto a él. Ambos alzaron la vista al cielo y dejaron en stand by su vida para apreciar el cielo estrellado.

El pueblo entero salió de sus hogares y observaron el cielo, totalmente estrellado        


Cada habitante desconocía lo que estaba por suceder. Desconocían los aullidos hacia la enorme luna en el interior del bosque. Eran ajenos al mal que se aproximaba y no se creaban una idea de lo que podría suceder.   

Se limitaron a observar el cielo estrellado mientras los lobos aullaban a la luna.

🌕🌕🌕

Éste es, sin duda alguna, el mejor prefacio que he escrito, o al menos uno de los mejores. Estoy muy orgullosa con el resultado y la verdad estoy muy entusiasmada por comenzar esta historia con ustedes.

No tienen idea de lo que se avecina, la historia será fantástica y creo que tendrá de todo un poco. Es un poco diferente a lo que suelo subir a Wattpad, así que realmente espero que disfruten de esta historia tanto como yo estoy disfrutando escribirla.

Se vendrán cosas muy grandes, lo prometo.

Por el momento, eso es todo. Así que nos despedimos para vernos prontito.

Con muchos dedales y polvo de hada,
su Alteza Sirenísima.

Con muchos dedales y polvo de hada,su Alteza Sirenísima        

 




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