En las Fauces del Lobo

10. El grigko del Bosque

El dolor puede ser causado de muchas formas distintas, algunas más eficientes y todo eso depende de la persona a quien ataques        

El dolor puede ser causado de muchas formas distintas, algunas más eficientes y todo eso depende de la persona a quien ataques. Existen los golpes mentales, emocionales y físicos. Las sombras conocen otros tipos de dolores.

Dentro del Bosque Maldito existen diversos dolores, dentro es un caos, todos sufren.

Darion se había perdido buscando a Rowena, no encontraba ningún listón y seguía andando recto hasta que no pudo. Seguramente, en ese punto, Rowena debió tomar una dirección, pero ¿hacia dónde?

Con ayuda del quinqué alumbró el bosque, buscó en todas las ramas que pudo, pero no halló ninguna tela que le indicase hacia dónde pudo ir la chica de cabellos rubios.

Hasta que un árbol lejano encontró un listó azul que se meneaba con el viento. Ahí estaba.

⋆☽⋆

Rowena observó el cielo, lo poco que podía observar por las copas de los árboles. Algunas estrellas lograban asomarse y Rowena se sintió protegida. Al poco tiempo, Darion apareció cargando un quinqué, la luz alumbró a Rowena y Yen, quienes se giraron a esa dirección y observaron a Darion en la penumbra.

Ciertamente Rowena, tanto como Yen, se morían de hambre y no habían tenido valor de buscar algo dentro del bosque para comer. Rowena prefería morir de otra forma (si es que tenía que morir).

—Buenas noches, señoritas —saludó, dejando una cesta junto a Rowena—, esta vez les traje más comida y agua. ¿Están bien?

Rowena se acomodó sobre la tierra y las ramitas para observar la cesta que estaba cubierta por una tela blanca, como la que ella acostumbraba a llevar cuando tenía que comprar comida para ella y su papá.

Eso la entristeció un poco y antes de responderle a Darion se preguntó cuál fue el momento exacto en el que todo cambió. ¿Acaso ella había cambiado también?

Observó a Darion, quien la miraba esperando una respuesta.

—Sí estamos bien —murmuró, aunque todavía los retazos de lo que vivió ese día se aparecían en su mente con el temor en la garganta, sin dudarlo, se levantó de la tierra y agarró el brazo de Darion para atraerlo a ella— Ocurren cosas muy extrañas en este bosque.

Darion la observó con la ceja alzada.

—Hablo en serio —se defendió Rowena al notar cómo Darion la observaba, una vez más se sintió juzgada por el pueblo, aunque Darion no lo representase—, hoy ocurrió algo muy extraño —murmuró—, hay gente que vive en el bosque.

Darion asintió con la cabeza, un poco confundido con lo que Rowena decía.

—Sí, princesita —sonrió con burla—, criaturas y personas pueden vivir en los bosques.

Rowena se cruzó de brazos, ofendida por el comentario.

—No entiendes, ¿verdad? —preguntó, dolida— El bosque está maldito, ¡maldito, Darion! ¿Cómo alguien se atreve a vivir aquí? La mujer que visité parece estar hipnotizada, no tiene una mano.

—Sí, a veces eso pasa. Perdemos partes del cuerpo, quién sabe qué hizo, tal vez se la cortó en un accidente —explicó Darion con calma.

—Y hablaba de un demonio. ¿Crees que haya demonios en el bosque? Yo no lo dudaría.

Darion ya no respondió, regresó a ser el mismo chico indiferente que no responde a la habladora de Rowena. Se limitó a simplemente señalar la cesta, Yen observó a Rowena con los ojos deseosos de comida, así que, rendida, Rowena guardó silencio unos instantes y comenzó a sacar fresas de la cesta.

Le dio una a Yen y ella comió otra, mientras le daba vueltas a todo lo que vivió. ¿Por qué Darion se aferraba en no creerle? Devoró la fresa con enojo, ella estaba segura de que no había alucinado nada, ni los gritos, ni la vieja loca, ni sus palabras.

Aunque Darion no lo demostraba, cosa en la que ya era experto, se preocupó por lo que dijo Rowena. Claramente no podía quedarse todo el día sin hacer nada, tenía que seguir y sobrevivir, pero no quería que descubriera algo fuerte o que saliera lastimada del bosque.

—La vieja tenía un hijo —siguió Rowena después de tres fresas— y dijo que el demonio se lo quiso comer, pero ella al defenderlo terminó arrancando su mano y a su hijo lo volvió un títere.

Darion negó con la cabeza y se mostró indiferente, pero dentro de él estaba la preocupación.

—¿La vieja vive sola? —preguntó Darion— Tal vez eso le hizo más daño —replicó, intentando dar una razón lógica—, seguramente perdió la cabeza.

Rowena mordió un trozo de pan que compartió con Yen y observó a Darion fijamente, un poco molesta porque sentía que la tomaba como estúpida.

—¿Y qué me dices del cuarto? —contratacó— Toda la casa era helada y con las ventanas abiertas, el último cuarto estaba tan ardiente como el infierno a pesar de tener las ventanas abiertas, ¡había una mano joven! Y la habitación estaba destruida...

Darion la cortó, alzó su mano y la sujetó por los hombros, obligando a Rowena a verlo a los ojos. Ella tragó con fuerza, Darion ya no tenía su semblante indiferente.

—¿Husmeaste por la casa? —preguntó con cierta rabia.

Rowena lo miró extrañada.

—Contéstame.

—Con mi relato te estoy diciendo que sí —respondió un tanto exasperada.

Darion la soltó y caminó de un lado a otro con preocupación. Rowena no entendía nada y Yen parecía estar en el mismo estado. Observó a Darion, esperando a que dijese algo.

Pero eso tomó más tiempo, como debió suponerlo.

—No quiero que vayas así por el bosque —la señaló por fin, su voz se había vuelto más pesada y sorprendió a Rowena, quien enarcó las cejas.




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