En las Fauces del Lobo

16|2. Hoyo Negro te pisa los talones

Yay, la segunda parte!

Darion hizo una mueca, era un hecho que Esus ya sabía lo que había sucedido        

Darion hizo una mueca, era un hecho que Esus ya sabía lo que había sucedido.

—¿Por qué deberíamos? —ironizó.

Esus tomó aire y apretó sus labios con enojo. Se levantó de la banca sin perder la compostura y se acercó a Darion.

Darion observó a Finn, no creía que estuviera durmiendo por gusto, Esus hizo algo para que los dejara discutir tranquilos.

—Estoy demasiado seguro que sabes sobre qué —respondió Esus, firme y observando a Darion con el rabillo del ojo—, es un pueblo chico y, como has de saber y suponer, hermano, las historias viajan de boca en boca en una velocidad asombrosa.

Darion apretó sus labios, molesto. Volvió sus manos puños y observó al alfa, quien se mantenía sereno.

«Algún día —dijo Darion en sus pensamientos—, hermano, acabaré contigo y tomaré yo el puesto que me debe corresponder»

—¿Te enojas tú? —lo señaló Esus con molestia, pues observaba cuán molesto estaba Darion— No fui yo el que volvió a meter la pata.

Darion apretó sus puños con fuerza.

—Estaba haciendo mi trabajo —se defendió con los ojos inyectados de sangre—, esa mocosa siempre me mete en problemas.

—No necesito tus patéticas excusas, Darion. Retrasas la misión con tus errores y atraemos más sospechas que las que tuvimos al llegar.

Darion apretó su mandíbula, sus dientes rechinaron de la ira y su rostro enrojeció de cólera. Rowena era su mayor problema, ¿cómo podía hacer para mantenerla calmada? ¿Alejada de todo peligro? Era una chica que atraía los problemas.

Pero ¿por qué saltó a defenderla antes de tiempo? Ése había sido el error de Darion.

Al recordarlo, volvió a apretar su mandíbula y puños.

—Realmente estoy disgustado de ti, hermano, decepcionado. ¿Qué puedo hacer para que esto funcione? ¿Revocarte de tu puesto y dárselo a Finn?

Darion apretó tanto su mandíbula que le dolió.

—Rowena ya confía en mí —aseguró.

—Creí que habías dicho que esa mocosa te traía problemas, ¿no te gustaría descansar de ella?

Sí, lo había dicho, pero simplemente imaginar que se alejaba de Rowena un hoyo negro se formaba en el pecho de Darion. No quería alejarse de la rubia por más problemas que le diera.

—Soy fiel a mi puesto —se limitó a decir con evidente enfado.

—Pues espero ver mejores avances, sino tomaré medidas y no creo que sean de tu agrado.

Esus, diciendo esas palabras, dio media y se alejó con paso altivo. Darion lo observó marcharse, con los puños y la mandíbula apretados, sus dientes filosos rechinaban y sus ojos parecían soltar chispas de la furia, eran más azules, más fuertes y ensombrecidos.

Cuando Darion se relajó un poco, aunque aún seguía lo suficientemente molesto, se sentó en la misma banca donde Finn dormitaba. Darion cubrió su rostro con sus manos y respiró profunda y pesadamente, como si de esa forma liberara todo lo que su estómago cargara, todas esas emociones que sentía y muchas de ellas no entendía.

Entonces Finn abrió los ojos y soltó un bostezo. Observó su alrededor hasta dar con su hermano sentado en su misma banca. Estiró sus brazos y se acomodó.

—¿A ti qué te sucede? —preguntó el rubio, acercándose.

Darion alejó su rostro de sus manos y con el rabillo de su ojo observó a su hermano, hizo una mueca y también se acomodó para verlo.

—¿Por qué estabas dormido?

A Finn le tomó varios minutos pensar la respuesta, su mente estaba en blanco. No recordaba cuándo ni cómo se había dormido en aquel lugar. Señaló a Darion con su dedo y así permaneció mientras rebuscaba en su mente.

Darion le hizo un gesto demostrando su inconformismo y se cruzó de brazos, recargando su espalda en el respaldo.

—Sinceramente no lo recuerdo, solo pasó —dijo por fin, bajando su dedo.

—Creo que Esus fue lo que pasó —apuntó Darion, con la rabia cayéndosele de los labios.

Finn frunció el ceño y escudriñó el rostro de su compañero.

—Algo pasó mientras dormía, ¿no es así?

Darion apretó los labios y después de meditarlo, le contó a Finn lo que creía que había hecho Darion para volver a llamarle la atención por algo que él no había hecho (aunque en parte sí, pero no lo admitió).

Al principio Finn se sintió molesto, en verdad creía que Esus era capaz de hacerle cualquier cosa con tal de ganar y demostrar, una vez más, que él era el alfa, pero después se lo tomó un poco mejor, se acomodó en el asiento una vez más y observó a Darion con aburrimiento.

—Cada vez queda menos para que todo esto termine, solamente soporta un poco más.

—Sí —espetó de forma irónica Darion— y después tendré que soportarlo otro tanto cuando regresemos —señaló el cielo con un ademán molesto— y nos asignen otra misión.

La rabia podía verse en los ojos de Darion y Finn, quien había permanecido sentado con comodidad, trompó sus labios y observó a Darion con tranquilidad.

—Tal vez te vendría bien un descanso —concluyó.

Esas palabras hicieron que Darion saltara y encarara al rubio, éste se atragantó con su saliva a causa del susto, mientras Darion dejaba entrever sus filosos dientes y su furia se disipaba por todo su cuerpo.

Finn intentó retroceder, aún sentado en la banca.

—No me separaré de Rowena —anunció el moreno.

Finn arqueó su ceja en confusión y luego esbozó una burlona sonrisa.

—Yo nunca dije eso.

Darion retrocedió con torpeza, intentó lucir indiferente, pero el nerviosismo se notaba por todo su rostro. Finn cargaba con una sonrisa extremadamente burlona que puso los bellos de punta a Darion.




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