En las manos de un demonio

Prólogo.

 

Qué pasa cuando los demonios y los humanos se unen? O peor aún ¿Qué pasaría si la hija menor del mismísimo Lucifer sube a la tierra en busca de su presa? presa de la cual se enamora, pero bueno si hablamos de amor, entre demonios eso no parece posible, Angela tiene casi 500 años y a los ojos de un humano se podría decir que es una obra de arte en todo su esplendor, entonces, qué es lo que falla en ella? Que está mal? Que es la peor de sus hermanos, pequeña sin sentimientos o al menos no descubiertos hasta el momento, solo piensa en una cosa, Cazar y no ser cazada.

Y allí estaba ella mirando a aquella joven humana desde la sombras pensando en cómo se ganaría la confianza de la pequeña rubia para luego llevarla a su infierno o el nuestro, tal vez de todos, no lo sabemos.

Hablemos de ella, ósea, de la humana, Amber no pasa los 18 años, de piel tan pálida y suave como la de un bebé recién nacido, largas pestañas y cabello rubio, tan largo y sedoso como la misma seda producida para las telas, una divinidad, cierto? Su defecto? Seguro piensan que no tiene, pero si, tiene uno que no se pierde a la vista, un llamativo y peculiar color de ojos, ojos rositas, una extraña anomalía que la hace más atrayente o lo que dicen los demonios más deseada, eso la pone en peligro, lo peor de todo ella no lo sabe.

Entonces pequeña Amber, presa o cazadora? 
Angela, Cazadora o cazada?

 




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